La histórica Horca de los Quintos defiende su identidad en las calles de Valdecarros

Los quintos de Valdecarros volvieron a subirse a lo alto de la escalera para recitar los chismorreos más satíricos en uno de los actos de mayor importancia etnológica en el contexto de una fiesta de quintos, la tradición festiva de la Horca. Laura, Clara, Jorge Hernández, Daniel, Manuel, Raúl y Jorge han sido los quintos ajusticiados y han protagonizado la parodia conocida como la horca bajo una climatología desapacible pero que no ha llegado a empañar una tradición histórica.

Por falta de quintos, el 28 de diciembre de 2014 no se celebró esta peculiar tradición, que sin embargo sobrevive año a año aspirando a ser Fiesta de Interés Cultural.

Tras un año de parón, Valdecarros ha vuelto a vivir intensamente su Horca y ha paseado su identidad por las calles de la localidad. Pasaban la una del mediodía, cuando los quintos, disfrazados y dos de ellos montados en burro, se dan la espalda reo y verdugo, éste último mirando hacia delante. Recorren la localidad, cabalgan, descabalgan y se caen y se levantan. Lo hacen acompañados de sus familiares pero también de amigos y vecinos que presumen de una tradición que gana solera cuantos más quintos participan.

A trompicones y de lado a lado, los quintos llegan a la plaza del pueblo, donde les espera un carro de bueyes con su vara en alto y a ésta, atada, una escalera de mano, de tal manera que la línea horizontal del suelo y las inclinadas de escalera y vara con su prolongación, conforman un triángulo. Ante los vecinos presentes, uno de los quintos, cual juez, pronuncia una retahíla de versos de variado contenido: cargos contra el reo, y de dimes y diretes del pueblo que hacen especial gracia a los concurrentes.

Dimes y diretes, relatados a través de versos que los propios mozos escriben y que tienen como objetivo tanto a sus propios compañeros, como a vecinos presentes en el acto.