La naturaleza humana es tremendamente frágil. Muy pocas personas tienen la personalidad suficiente como para actuar en todo momento conforme a su propio criterio. Los demás estamos sometidos a la influencia del entorno, a la necesidad de ser admitidos como parte del grupo social al que pertenecemos, y para ello asumimos como propias ideas, modas y convenciones que se imponen por el grupo, que ni tan siquiera analizamos y damos por supuestas, lo que nos deja indefensos frente a los manipuladores de los sentimientos.
Nuestra indefensión es especialmente patente en las épocas del año en las que toca caminar por la calle con la sonrisa puesta y desear felicidad a semejantes que ignoramos el resto del año; somos todo sensiblería y sentimentalismo. Y eso lo saben muy bien los buitres navideños, los que explotan estos falsos sentimientos y nos utilizan a su conveniencia para aumentar su cuenta de beneficios; sin ningún pudor nos venden el cielo, la salvación y el bienestar. Muchos optan al honor de ser considerado el buitre máximo, pero ninguno llega a acumular los méritos del que nos vende la felicidad embotellada, las burbujas de la vida, el compendio de los valores capitalistas; hay que reconocer que cada año se superan, que consiguen el colmo del cinismo cuando nos conminan a "hacer felices a los demás" y al mismo tiempo dejan en la calle a cientos de trabajadores a pesar de acumular beneficios año tras año; la felicidad bobalicona que nos venden es su mejor negocio, las hienas se ríen de nuestra ingenuidad que engorda sus cuentas.
Y si la utilización comercial del "espíritu navideño" es penosa, más deleznable aún es la reciente técnica de marketing de utilizar nuestros sentimientos de culpa ante la miseria. Estamos volviendo a cambiar la justicia por la caridad, la dignidad por la mezquindad; ante las situaciones más descarnadas los buitres han inventado eso que llaman "responsabilidad empresarial", crean departamentos enteros con la única finalidad de vendernos su producto no porque sea mejor, más barato o más conveniente a nuestras necesidades, sino porque nos regalan la satisfacción de "ser buenos"; si compras sus productos ellos destinarán una ínfima parte de sus beneficios a obras sociales, y tú podrán sentirte tranquilo: ya no es necesario que luchemos por sociedades justas, o que construyamos estados que busquen la justicia social, es mejor dejarlo todo a la bondad de las multinacionales, es mucho más descansado saber que nos podemos ganar la satisfacción de ser buenos ciudadanos porque consumimos productos de empresas guais.
No hay nada más miserable que manipular los sentimientos de los más indefensos para buscar el beneficio propio, sea éste económico, personal o político. Y para miserable un sujeto como el presidente del gobierno que anuncia el fin de la crisis, despreciando el dolor que ha generado con sus políticas de recortes, solo para obtener un puñado de votos.
Comienza un nuevo año, y de nosotros depende que sea el año en el que echemos a todos estos buitres que se disputan nuestros despojos. Otro mundo es posible y en el año 2015 debemos poner sus cimientos, es responsabilidad de todos. Les deseo un nuevo año justo, solidario y revolucionario.
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