Con T de Teresa

Tamames es, como todos y cada uno de los pueblos que ha visitado 'Teresa, la jardinera de la luz', un cúmulo de particularidades que lo hacen único, a la vez que una puesta en común de todas ellas que comparte con el resto de lugares y gentes que en ellos se ubican. Hablar de la Historia con mayúsculas de cada localidad resulta fácil, porque el acceso a la información y documentación es incluso, en nuestros días una verdadera sobresaturación, en ocasiones mal gestionada. Sin embargo, las historias cotidianas de los sitios son las que revisten de autenticidad la realidad circundante y nos permiten acumular mucho tiempo y muchas vidas que se escriben en mayúsculas.

Al pensar en Teresa de Jesús se concitan con naturalidad, la que ella llevaba por bandera, dos historias concéntricas; una historia cargada de fuertes sentimientos y vivencias, que contadas con espontaneidad por ella, para todo aquél que lo necesitara, ha permitido escribir de forma paralela una biografía que se integra con honor en la gran Historia de los libros. Y al llegar a Tamames con 'Teresa, la jardinera de la luz', dentro de su amplio periplo de representaciones, que ya han alcanzado la número 98, el grupo Lazarillo de Tormes vuelve a ser testigo de excepción de esta circunstancia.

La bella y milenaria alfarería de este pueblo, que lo colocan a la vanguardia de esta secular actividad, ha hecho a sus habitantes merecedores del apodo de "puchereros". La fabricación artesana de pucheros, cazuelas, ollas, fuentes y demás piezas de la vida cotidiana, nos pone de forma instantánea ante una Teresa entre cacharros, donde también encontraba a ese Dios que articulaba toda su existencia y la hacía plenamente feliz. Además, con la famosa tradición de Tamames, llamada de "los cencerros", la volvemos a descubrir, pues seguro que sería una de las niñas participantes.

Niñas por un lado, y niños por otro compiten en formar el equipo más numeroso tocando el cencerro. La niña Teresa siempre líder de juegos entre sus hermanos, estaría encantada con encabezar el grupo femenino, pues ya desde niña, tuvo claro que la mujer de su época estaba injustamente postergada a un segundo plano por el varón. Ella, como un cencerro avisador, luchó incansablemente por estos derechos desde sus más tiernos juegos de infancia. Y en este peculiar pueblo salmantino las metáforas se podrían seguir multiplicando. Aunque con la fuerza arrolladora de esta mujer, ¿quién no sería capaz de verla en cualquier rincón de nuestras vidas?

Las iglesias como escenario

Javier de Prado, productor de este montaje, vio con lucidez profética, que esta obra no encontraría escenario mejor que las iglesias de cada localidad visitada. Podría pensarse que por su temática (una obra de teatro sobre una santa), éstas serían los lugares más adecuados. Pero no podemos perder de vista que el hecho teatral en nuestra vieja Castilla nace en estos recintos, que encierran entre sus muros toda la energía de las gentes que a lo largo de los siglos allí se han reunido para compartir todo tipo de vivencias y sentimientos suscitados por los más variados acontecimientos. Y pura vida y emotividad es lo que ofrece un personaje tan completo e íntegro en sus convicciones como lo fue nuestra carmelita del XVI.

Como la tarea de elaborar el guión le fue confiada a Denis Rafter, con la intachable profesionalidad que le caracteriza, pronto intuyó sin dificultad la esencia de esta idea original y el texto elaborado nos habla en todo momento de la vida de una mujer, que lo fue por encima de su posterior santidad, a la que accedió por deseo de los hombres que tanto la denostaron en su época, cuando entendieron que su fortaleza y valentía procedía de algo inefable contra lo que no se puede competir, y que era compartido, esto es el amor incondicional de Teresa por Dios y de Dios por Teresa. En un sencillo y a la vez completo guión del irlandés, de apenas una hora, conocemos a una monja que lo fue por amor de mujer y que lo supo transmitir a sus semejantes, sobre todo las mujeres de su tiempo, que aprendieron el valor de la libertad en las actitudes de Teresa de Jesús y esto las hizo libres. Los varones, incrédulos, no podían consentirlo.

Hermoso retablo

El hermoso e inigualable retablo de la capilla central de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Tamames, obra del famoso artista Gil de Hontañón, es un marco sorprendente donde la belleza estética de los cuadros que la obra teatral ofrece, encuentra su sitio oportuno. Denis Rafter tiene una sensibilidad especial para crear una escenografía bella en su dinamismo estático como si de cuadros en movimiento se tratara. El trasfondo aportado por Gil de Hontañón en esta ocasión es insuperable. El hecho de que el autor fuera "alma mater" en la edificación de la Catedral Nueva de Salamanca, y el Palacio de Monterrey, hizo que los anfitriones de Tamames se sintieran orgullosos de ofrecer sus tesoros a los actores salmantinos, que no desmerecieron con su interpretación a tan bello escenario.

Los espectadores se conmovieron con la interpretación de los poemas de la santa en boca de sus ya famosas hermanas carmelitas, que en sus auténticos hábitos de paño de estameña, propios de las carmelitas del XVI, pasean su valentía, por donde van, defendiendo a su madre y dándonos a conocer su vida cotidiana, sus fundaciones, su formación intelectual a todos los niveles y sobre todo un carácter indomable que la llevó a defender sin cuartel a los suyos frente a los poderosos. Así, el pueblo de los "puchereros", que tanto hubiera agradado a Teresa, conoció sin verla, una vez más, a una mujer atacada desde un púlpito por un dominico enviado de la Inquisición que acaba rendido ante una figura que emite luz con sólo la fuerza de sus palabras. Con el acompañamiento de las canciones de su tiempo, en el que el maestro ciego Salinas las interpretaba en su órgano, un nuevo éxito de este proyecto teatral arrancó sinceros aplausos de todo el público asistente, en la tarde de este sábado de diciembre.