Domingos de 'Victoria'. Lunes de realidad

Ya es lunes por fin.

Yo que tantas veces te he odiado y sin embargo, llevo semanas suspirando por ti.

Cierto que no es un lunes cualquiera. Eso lo tenemos todos claro. Es un lunes de resaca tras una noche de" victoria".

Hubo una fiesta en la que todos participaron, decidiendo reunirse para jugarse a sobre anónimo el futuro de un país, tras un calentón precedido por unos cuantos riojas y unas cuantas botellas de ginebra.

Estaban de fiesta y nadie puede reprochar nada porque todos han ganado, y consecuentemente, fruto de la embriaguez electoral, los demás han perdido, y siguen jugando a la piñata con la venda en los ojos.

Pero ya es lunes, la fiesta terminó, se recuentan las botellas, los vasos, los sobres, el confeti, las banderitas y de nuevo la caja de gastos, desempolvada cuatro años después, acelera la suma al ritmo frenético de "errores" anteriores.

Las vendas de la piñata están por el suelo y se empieza a despertar el lunes en sus cabezas y también en sus ojos, en muchos de ustedes eso ya ocurrió hace un par de horas como mínimo e incluso algunos ni siquiera han descansado pensando en otros futuros y no en el que está por venir.

Con los primeros pasos, se dan cuenta que tras una "victoria", y su celebración, toca volver a mirar de frente la vida, esa que por unas semanas han dejado de mirar y la creían lejos de ellos, pero no, está ahí, en la calle, en la casa, en la factura, en los bancos, en los otros bancos también, en las fábricas, supermercados, hospitales, andamios, colegios, comedores, residencias, en cada rincón de ese país que se jugaron anoche a sobre anónimo, como valientes jugadores de riesgo.

Es lunes, por fin es lunes, y no me importa que ayer salieran de copas y celebrasen la "victoria" todos sin excepción, pero hoy ya no existe el mundo de semanas atrás. Hoy existe el verdadero mundo y ese es el que hay que arreglar.

Pueden que sean buenos tiempos, buenos aires, nuevos cambios o que al final solo sea una imagen como la que Lorca en su día reflejó sobre Nueva York como el gran mundo:

"La aurora de Nova York tiene

cuatro columnas de cieno?"

Que este país se sostenga por cuatro columnas, por tres, por dos o por las que sean, pero no de cieno, no de lo vivido hasta ahora.

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