La expresión es ya vieja en castellano y refleja una situación entre el desorden y la confusión. La frase hecha tiene las lejanas raíces del Belén de Judea de hace dos mil años: que si había allí muchos forasteros y todas las posadas llenas cuando llegó María con su esposo José, que si luego nacido el niño el lugar fue de ajetreo por las idas y venidas de pastores y curiosos, que si además? Bueno, Belén ya no volvió a ser como antes y en distintas direcciones se armó el belén y hasta hoy.
Y sin olvidar, sería imperdonable en estas fechas, que hoy aquella pequeña ciudad es un sinsentido lleno de confusión y atropello, con alto muro que separa y oprime; con odio desatado que cuando puede se encabrita y golpea. Y no acaba nunca ese maldito belén de discriminación y violencia montado en el que fue pacífico pueblo de Judea bendecido un día con ángeles incorporados tarareando un mensaje de paz. ¡Como para belenes anda hoy Belén!
Pero dejando ya eso, que es con mucho lo único grave, querría señalar muy en otra línea algunas trivialidades entre cómicas y desalentadoras que se suceden en estos días. Y digo cómicas porque el ridículo ajeno te hace al menos sonreír si es que no te hace soltar la carcajada. Y es verdad que todo prójimo merece respeto pero no siempre lo merece lo que hace, claro. Pero digo también desalentadoras porque efectivamente lo son por mostrar la cortedad humana y la ignorancia rancia en quienes no debieran tener ni la una ni la otra.
Me refiero a esos chistes malos, pero con flecos de seriedad, sobre, por ejemplo, un concejal que prohíbe durante estos días en sus predios las figuras del belén o el director de colegio que ordena limitar en su pequeña finca académica los elementos de adorno y los reduce por decreto y por escrito a abetos, piñas, palmeras y figuras alegres de cuentos infantiles. O el que para evitar la palabra "villancico" por si a alguien le suena a algo, decide titular la fiesta Festival de Canciones de Invierno. Queda muy bien el sintagma, si no fuera tonto de remate. O la pacífica discusión de hasta dónde pueden llegar las figuras navideñas en un establecimiento de propiedad estatal. Me recordaba esto esa osadía de autoridades como las de Qatar que te persigue si andas con una cruz a la vista. Ya sé que no es lo mismo pero tanto me da en cuanto a la alta mente que lo articula. Y mil casos más que no merece la pena repasar. Lo malo es que anécdota tras anécdota, sean de rabia o por gracieta, se acaba en categoría.
A la vez hay que reconocer fenómenos incontrolados como que la excesiva presencia de señales religiosas navideñas ha sido, y todavía es a veces, más bien agotadora y hasta con poca imaginación y casi nada de creatividad; o que el uso y abuso de villancicos por parte de muchos espacios comerciales los están condenando a una peligrosa decadencia; o que las comidas y cenas un día sí y otra noche también desde cualquier pretexto y colectivo unidas al tirón de consumo excesivo que en estos días parece imparable, hacen que los días de Navidad queden enterrados entre elementos que la oscurecen y hasta la descalifican. ¡Menudo belén que vamos montando!
En estas condiciones el espíritu de Belén casi desaparece, un espíritu de lucidez personal y de sensibilidad social, si no se es creyente cristiano, o un espíritu de compromiso humano y de devoción cristiana si lo es o lo intenta. En estos sentidos, y en otros muchos que omito en ambos campos por brevedad, la Navidad es una demostrada y valiosa oportunidad que cada uno, aunque sea a contracorriente, puede aprovechar. Y más en estos tiempos duros cuando ocasiones así son casi de urgencia o incluso de emergencia personal y colectiva.
A estas actitudes, seas creyente cristiano o no, te invito ya desde hoy y de corazón, a semana y media de la Navidad. Belén bien vale, no una misa, sino una apuesta por parte nuestra. Apostamos, ¿no? Vale.
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