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Los atentados de Paris y la lucha contra el Yihadismo (II)
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Los atentados de Paris y la lucha contra el Yihadismo (II)

Actualizado 08/12/2015
Miguel Ángel Perfecto

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Oriente Medio y el continente africano son hoy en día, territorios donde los estados y las sociedades civiles son casi inexistentes. En el caso de la mayoría del continente africano, los regímenes dictatoriales apoyándose en relaciones tribales y religiosas están generando terribles tensiones sociales alimentadas por continuas guerras civiles cuyo resultado más inmediato es la emigración masiva hacia Europa sobre todo de la gente de clase media que cuenta con más recursos para emigrar.

La presión por las fronteras sur de Europa continúa en aumento pero debemos ser conscientes de que si abriésemos las fronteras del sur de Europa como mentes ingenuas y organizaciones interesadas pretenden, muy probablemente nos encontraríamos a las puertas de España 20 o 30 millones de africanos, con lo que el colapso de la sociedad española sería inmediato.

En cuanto a Oriente Medio, conviene señalar que las dictaduras de esos países no las pusimos los europeos, son el resultado de grupos de poder tribal y religioso que se extendieron a partir de los años 50 del siglo XX con la ideología nacionalista panarabista de un Nasser por ejemplo. Estos grupos nacionalistas son los que han gobernado hasta ahora Irak, Siria o Egipto.

Claro que los gobiernos occidentales han cometido graves errores, el más importante el intervencionismo político y militar, liderado por Estados Unidos, con el supuesto fin de acabar con las dictaduras, la maldita guerra de Irak es un buen ejemplo de ello. Mientras, por otra parte, Estados Unidos sigue apoyando a otras dictaduras terribles como las de Arabia Saudita, Kuwait, etc.

La desintegración de los estados de Oriente Medio, consecuencia de las intervenciones militares occidentales, ha propiciado un vacío de poder que ha sido llenado por grupos de fanáticos religiosos antioccidentales.

Pero este intervencionismo político fue jaleado por parte de la sociedad civil europea y americana que se ilusionó con el espejismo de las Primaveras Árabes. Por lo tanto, la responsabilidad de aquellos graves acontecimientos también compete a parte de la sociedad civil que pretendió la exportación de los valores democráticos, sin darse cuenta que esa ingerencia iba a destruir el delicado equilibrio geopolítico de Oriente Medio, sin conseguir nada más que un desastre social y humanitario. El resultado de toda esa política de ingerencia imperial ha sido como es comprobable una verdadera catástrofe humanitaria.

En los países de Oriente Medio nos encontramos hoy una guerra civil religiosa entre distintas facciones musulmanas, sunníes, chiíes y yazidíes, una guerra de un grupo terrorista contra cristianos y otros musulmanes, y una guerra de clanes y tribus en el interior de cada uno de los antiguos estados (Siria, Irak, Afganistán, Líbano).

Por último tenemos el enfrentamiento desde mediados del siglo XX entre Israel y los países árabes, entre cuyas víctimas se encuentra el pueblo palestino.

Este enfrentamiento que no encuentra una fácil salida por la intransigencia de la mayoría de los gobiernos israelíes y el maximalismo de los árabes altera el difícil equilibrio geopolítico de la zona y explica las apelaciones antisemitas de parte de los árabes y la acción terrorista.

Ante este complejo panorama, qué podemos hacer los europeos para acabar con el terrorismo de los Al Qaeda, ISIS, etc. Desde mi punto de vista es necesario plantearnos una acción unitaria europea, bien coordinada que incluya una verdadera política de seguridad común con control de fronteras y otra política de migración y refugio. El flujo de emigrantes hacia Europa debe ser controlado entre otras razones para evitar las infiltraciones de fanáticos musulmanes que desean atentar en Europa.

La Unión Europea debe estudiar así mismo medidas educativas, políticas y sociales tendentes a acabar con la radicalización de una parte de la juventud musulmana que vive en nuestros países.

En tercer lugar, Europa tiene que renunciar de una vez al intervencionismo político y militar con el supuesto afán de favorecer la democracia en el resto del mundo, lo cual no significa una política de falso pacifismo. En el combate contra el terrorismo islamista Europa tiene la obligación de defenderse de aquellos que desean el fin de nuestros valores, por ello una política de seguridad común en el marco de la UE es la alternativa.

En cuarto lugar, favorecer una solución política satisfactoria al enfrentamiento árabe-israelí sobre la base de las resoluciones, todas, de las Naciones Unidas en el marco de 2 estados independientes y viables, Palestina e Israel.

En cuanto a la cuestión capital sobre el Califato Daesh, Al Qaeda y todas sus ramificaciones en Africa, Europa, Rusia, Asia, etc solo cabe un combate hasta el final, acabando con sus fuentes de financiación, sus medios de propaganda y aplicando la ley con todo su rigor a todos sus miembros. Este combate largo debe unirnos a todos los Europeos frente a la barbarie y el mal porque está en peligro nuestra propia supervivencia como ciudadanos libres e iguales. Y en esta guerra, porque esta es una guerra, aunque no sea una guerra convencional debemos utilizar todos los mecanismos económicos, políticos, policiales y militares de que disponemos para acabar con los que desean nuestra muerte y la de nuestros valores democráticos, de la misma manera que en 1939 las democracias declararon la guerra a la Alemania Nazi y a la Italia Fascista.

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