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Desarraigo
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AMOR Y PEDAGOGÍA

Desarraigo

Actualizado 07/12/2015
Sagrario Rollán

Son muchas las preguntas, inquietudes y vértigos intelectuales y morales que sacuden el alma del educador, pasada la resaca, criminal primero y emocional después, del atentado de Paris. Ante fotos, imágenes, videos y sucintas biografías, trucadas o no de los asesinos, los suicidas, y todos aquellos jóvenes entregados a la causa yihadista, no puedo por más de recordar el extraordinario libro de la filósofa francesa Simone Weil (L´enracinement 1943), escrito en plena segunda guerra, durante la ocupación de Francia. Páginas fulgurantes, despiadadas, sufrientes, páginas incompletas escritas a vuelapluma poco antes de su muerte, que ponen el dedo en la llaga abierta, entonces y hoy, de una sociedad arrastrada por el progreso, y arrasada por la violencia, pero profundamente desarraigada, porque hace mucho que el aliento espiritual fue ahogado por el deseo de ganancia, el ocultamiento de la dolorosa verdad de nuestra finitud, el desconcierto y la confusión partidista de las luchas de poder, el mundialismo mercantilista y, en fin, por la violencia aplastante.

[Img #491741]Echar raíces (versión española en Trotta 1996) ha sido considerado por grandes intelectuales de la época, como T. S. Elliot, o Albert Camus, otro desarraigado que fue el primero en editarlo, un libro genial y programático, un auténtico tratado de civilización. Por mi parte yo lo descubría hace algunos años, cuando estudiaba en Bruselas y convivía de cerca pacíficamente, con la que probablemente fuera la generación de los padres de muchos de estos chicos, empujados al abismo de muerte, auto- negación y terror..., que hoy nos espanta.

Simone Weil escribió estas páginas a instancias del gobierno francés en el exilio, y su eje fundamental de reflexión es la situación de desarraigo de obreros y campesinos, tanto en las grandes urbes, como en zonas rurales de Francia, donde ella misma fue profesora. El libro aborda las necesidades del alma humana y las obligaciones hacia el prójimo que de ellas se desprenden de una manera radical y nada complaciente. Simone Weil es una pensadora judía profundamente marcada por la experiencia de la guerra, y obsesionada por el tema de la violencia intrínseca de nuestras sociedades modernas.

La violencia es una dolorosa intuición acerca de la condición humana, de su vulnerabilidad y de su pobreza que resuena como un estremecimiento metafísico en todas y cada una de las páginas de este libro que se abre con una extraordinaria reflexión sobre las necesidades espirituales (les besoins de l' âme)

La autora se adelanta varios años a la DUDDHH (Paris 1948) para hacerse eco y vocero de los deberes hacia la humanidad. Pues solo la conciencia de los deberes hacia los demás seres, puede liberar nuestras estrecheces morales, intelectuales, y políticas.

El deber objetivo de las necesidades de los otros es prioritario sobre los derechos subjetivos. Los deberes se basan en necesidades básicas - cuyo modelo sería el hambre- que culminarían en la necesidad de arraigo como el eje sobre el que gravita toda aspiración o deseo humano y de humanidad, o sea , toda necesidad espiritual.

"Tener raíces es quizás la necesidad más importante y menos reconocida del alma humana, es la más difícil de definir. Un ser humano tiene raíces en virtud de su participación real, activa y natural en la vida de una comunidad que conserva en su forma viviente ciertos tesoros del pasado y ciertas esperanzas de futuro"

Más ¿que nos cabe esperar, mientras tantos desarraigados, sobre todo, mujeres, niños y jóvenes sean empujados por la guerra y la barbarie, de un lado para otro, irrumpiendo fronteras, colapsando vías y pasos, desbordando albergues, y colmando de ecos ahogados ese cementerio marino que hoy llamamos Mediterráneo?

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