La desigual memoria

El 20 de noviembre del año 1936, cuando el terror, la guerra y a sus devastadoras consecuencias se cernían sobre este país, murieron dos españoles, cada uno de un bando, cada uno con sus ideas y los dos recordados a pesar de los años pasados. Uno, falangista, José Antonio Primo de Rivera, fusilado por el bando republicano, el otro, anarquista, Buenaventura Durruti, murió de un balazo salido de algún sitio del que nunca más se supo y en muy oscuras circunstancias. La memoria de ambos pasó a un segundo plano cuando el mismo día (es lo que nos dijeron entonces) pero 39 años después fallecía en un hospital el dictador Francisco Franco. Ese día un servidor se hallaba en Sevilla estudiando Bellas Artes, pero un mes antes estaba en Francia intentando sacar unos francos (ironías de la vida) trabajando en la vendimia para poder pagarme los estudios en la capital andaluza; ya entonces escuché en los informativos franceses el anuncio de la muerte del dictador español. Si de verdad ocurrió así, y razones hubo para pensar en ello, se entiende que los españoles asistimos durante un mes a la sinrazón de tener un cadáver sobre la mesa, sí, has leído bien, ya que todos los días nos desayunábamos, comíamos y cenábamos con aquello de? "según informan las casas civil y militar, el estado de salud de su excelencia el Generalísimo Franco es?" se estableció un período de agonía tan inhumano como desesperante y, sobre todo de silencio informativo, que en Francia ya habían resuelto hacía semanas ¿hasta que coincidió con el aniversario del fusilamiento del jefe de la Falange? ¡qué casualidad! parece que ahora esto carece de importancia, seguro que es así, pero quiero hacer hincapié en esto del silencio, en la falta de información o en la información sesgada, todo nos lleva al mismo sitio: la inseguridad; que nos conduce a su vez a la sumisión. Inseguridad y sumisión que los franquistas han administrado -hay que reconocerlo- de forma magistral para sus intereses, la broma -como hubiera dicho el inefable Rajoy- ha durado cuarenta años más, demasiados años de algo que han llamado democracia los mismos que alabaron en vida y lloraron después la muerte del dictador, los mismos que siguen abogando por no hablar de las terribles consecuencias del borrón y cuenta nueva que se quiso hacer con la ley de amnistía de finales de los años 70. Aquella ley se ha convertido a la postre en una losa sobre la memoria, no nos engañemos, el franquismo sigue vivo, y es así porque no se han cerrado las heridas causadas, porque alguien se ha cuidado muy bien de que sigan en las cunetas docenas de miles de españoles asesinados inútil e injustamente y hasta que este tema no se afronte con determinación y con diligencia se puede asegurar que en este país, por muchas elecciones que haya, simplemente no será.

Hay silencios que son tremendamente elocuentes, pero también hay actitudes que a fuerza de mantenerlas vivas a base de sobradas razones para ello, cada día que pasa es más incontestable que este problema va camino de solucionarse. Cada día son menos los que se atreven a poner palos en las ruedas a dicha solución, los partidos se posicionan y es clarificador cómo y cuáles de ellos van perdiendo el tren de la necesaria reconciliación. Ciudadanos y PP cada día están más solos y aunque los primeros ya no discuten la solución del problema de las fosas sí cuestionan los símbolos, estatuas, medallones, títulos obiliarios y honoríficos, nombres de calles y plazas, todo dedicado al dictador y al franquismo. La táctica del P.P. durante años ha sido esconderlo todo, pero ha generado el efecto contario, que cada día hay más gente que reclama justicia, no podemos, no debemos, ser el segundo país del mundo en número de fosas comunes después de Camboya, así lo entendemos los que saldremos el domingo 22 a la calle en Madrid a exigir que de una vez por todas se cabe con este asunto. La memoria de José Antonio y Durruti ha quedado casi olvidada y tapada por un franquismo recalcitrante cuya sombra se alarga hasta nuestros días, desgraciadamente, por algo será.

P.D. Hay otras personas relevantes que también fallecieron un 20-N y que casi nadie dice nada de ellos. La lista es interminable, la memoria de cada uno de ellos casi inexistente a pesar de que los hay en fechas muy recientes. He aquí una pequeña relación:

1894 - Antón Rubinstein, pianista y compositor ruso (n. 1829).

1910 - León Tolstoi, novelista y anarquista ruso (n. 1828).

1978 - Giorgio de Chirico, pintor italiano (n. 1888).

2006 - Robert Altman, cineasta estadounidense (n. 1925).

2011 - Javier Pradera, escritor y analista político español (n. 1934).

2014 - Cayetana Fitz-James Stwart y Silva, comúnmente conocida como Duquesa de Alba. (n. 1926).