Las diferencias: fortaleza o debilidad

Hay cristianos buenos y hay cristianos malos, hay musulmanes buenos y hay musulmanes malos, quienes viven sin creer en ningún dios, sin religión y son personas íntegras y otras que no lo son, lo que nos hace buenas o malas personas no son nuestras creencias sino nuestras acciones.

Esta es una reflexión que he leído hace unos días y que a pesar de que racionalmente, si no todos, la mayoría de quienes lean estas líneas de hoy compartirán, luego cuando pasan cosas a nuestro alrededor, también es habitual despreciar a quienes no comparten nuestras creencias o ideologías, los tristes acontecimientos recientes, la inminente campaña electoral y otras cuestiones de la vida cotidiana llenan los medios de comunicación, los bares, las salas de esperas, el ascensor, el mercado,?, de comentarios que nos hacen ver que vivimos en una sociedad plural, pero que hay más variedad que tolerancia, y que el ser humano tiende a unirse por grupos en los que se sienta identificado, sin aprovechar la riqueza de su variedad.

Es verdad que la historia se repite, que desde el origen de los tiempos el hombre ha intentado imponer su criterio a los demás, pero también es cierto que las sociedades más avanzadas cultural y científicamente han sido aquellas donde han convivido distintas creencias.

A pesar de todo, tampoco es bueno sesgar la realidad, y es igualmente cierto que para llegar a la convivencia pacífica, estas sociedades que han aportado progreso, no han podido evitar los conflictos propios de la gestión de las diferencias, han tenido que ir encajándolas, adaptándose, mezclándose hasta hacer una sociedad nueva y mejor, entre todos y para todos.

Pero de cómo se gestionen los conflictos dependerá en parte los resultados, y en mi opinión nos encontramos en un momento de encaje y adaptación en muchos aspectos de la realidad social, política, económica, religiosa,?, así que no puedo evitar hacerme la pregunta:

¿Cómo estamos gestionando estos cambios?

?y ¿sabe qué?, que prefiero no responder, pues si leyendo estás palabras usted también se hace la misma pregunta supongo que será mejor que llegue a su propia conclusión, porque en ningún caso mi intención es imponerle mi criterio, de lo que estoy seguro es de que su respuesta junto a la mía será mucho más enriquecedora que la uno de los dos por sí sola, ¿no cree usted?