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Voces del cambio
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El tema de nuestro tiempo

Voces del cambio

Actualizado 28/11/2015
Matilde Garzón

[Img #488455]Es el título de un reciente libro colectivo. No lo he leído todavía porque son muchos los que se producen y enseguida se quedan cortos ante la avalancha de sucesos que cada día interrumpen la reflexión, los comentarios que acaban de iniciarse con las penúltimas noticias. Lo de Artur Mas que venía ocupándonos algunas semanas, se olvida de repente ante las masacres de París. Se me ocurrió pensar que con esto, al Artur se le pasaría su taimada locura secesionista, pero ni con esas. Por otra parte la noticia de los yihadistas se prolonga y todos amedrentados de París pasamos a Bruselas, donde se busca al Jefe terrorista y otros compinches que siguen amenazando. Toda Europa en alerta, España en la 4 rozando la 5 y hasta el plasmao y pasmao Rajoy sale de su plasma (a la que llaman "prudencia") interesado por los aconteceres que sacuden a París y pueden acontecernos a nosotros, aunque dice que no para no asustarnos y para hacer favorable el 20D anunciando pocos cambios porque "lo suyo ya va muy bien".

Pero ¿a qué cambios o retrocesos nos dirigimos, nos están dirigiendo? He pensado varias veces que volvemos a la decada de los 40 de la dictadura franquista, de la que me quedan muchos malos recuerdos y pocos buenos. Uno de estos se me impone: en el 45 acabé el duro bachiller de 7 años e inicié los universitarios. Menos mal que en aquel entonces, tuve la suerte de que el catedrático Rafael Lapesa, desterrado al Lucia de Medrano (Trilingüe) de Salamanca, fuera nuestro profesor de Literatura los tres últimos cursos. Seguíamos sus clases sin pestañear y cuando leía nos dejaba en éxtasis. En séptimo, entre otros libros, me mandó leer y comentar "La vida de D. Quijote y Sancho" de Unamuno, prohibido por la censura. Unamuno, dictadura, Cervantes, cárceles, penales, exilios, D. Quijote, Lapesa, se me entremezclan en huella y recuerdo profundos. Conservo el comentario que hice en letra muy pequeña (para ahorrar papel), con algunas correcciones en rojo del profesor Lapesa. Ahora releo el libro, lo saboreo y entre los pocos viejos papeles que conservo he visto además un comentario posterior, escrito a máquina Olivetti que no debí publicar y que me resulta de palpitante actualidad. Se refiere sobre todo al capítulo primero, reflexivo y exhortativo sobre el Sepulcro de D. Quijote que titulé "Resucitar la locura", la llamada fundamental de Unamuno.

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"Hay que rescatar a D. Quijote del sepulcro" porque más que en los tiempos del catédratico de Griego, que siempre es actual, están enterrados a muchos metros de profundidad los más genuinos valores del ser humano. Hay que resucitarlo porque necesitamos "locos" de verdad y de la VERDAD, porque el mundo esta lleno de locos afectados de neurosis ?"Sociedad neurótica" llamó a la nuestra Karen Horney? neurosis y hasta psicosis de dinero, de poder, de mentira, de muchas mentiras, de gobierno de insulas por enchufe, de consumismo, de sexo, de crimen.

Los verdaderos "locos" a lo humano y a lo divino son muy necesarios, aunque no triunfen, porque unos y otros nos liberarán de la rutina, del materialismo, del exacerbado egoísmo que o pasa de todo o busca, incluso en los quehaceres más altruístas, el medro, la ganancia o el lucro, sin importar medios corruptos

No miremos sólo, no criminalicemos sólo a los Mohamed yihadistas con los verbos aniquilar, aplastar de Inda, porque nuestra vida, por estar comodamente instalada y por sus raices humano-cristianas, ni puede ni debe llegar a eso, aunque a veces se acerca por su epidermis neoliberal.

Gracias a que, por las inminentes elecciones, se oyen por doquier gritos necesarios por el cambio; lo llevan los partidos como estandarte, sin explicarnos demasiado el cómo, el por qué y el para qué o quizá no queramos escucharlo y entenderlo. La palabra "cambio" tiene magnetismo. Con ella triunfó Felipe y ahora lo presumen casi todos los partidos. Pues manos a la obra, porque sí, se precisa ya un cambio en estas estructuras de "mercado", donde todo se compra y se vende, hasta las guerras. Todo se ha vuelto banal y venal e ingresa en la espiral de corrupción. Se quiere la Paz ?dicen, mentirosos e insensatos ?, vendiendo armas a otros para que contiendan y se maten. La sangre derramada criminalmente, a todos nos salpica. Ni con Hollande ni con nadie, guerra NO, aunque parece que ya estamos, con tantas salpicaduras bélicas, casi siempre por motivos económicos. Nadie habla de un pequeño territorio del NE de Siria que todos codician por ser un yacimiento petrolífero de categoría.

Pero volvamos, multipliquemos, agudicemos los gritos por el cambio. Se precisa cambiar radicalmente para posibilitar el desarrollo de una auténtica libertad, que llegue al meollo de la persona humana afectada más que nunca por el "cancer" del TENER frente a la esencia de sí misma que es el SER, como decía Erick Fromm. Cáncer con las graves e inhumanas consecuencias del imparable paro, tercermundismo, hambre, incultura, guerras endémicas, desigualdad, pobreza, mucha pobreza infantil (analizada, cuantificada, explicada en ONGs, en los medios, cine.., para sordos) El "mercado del poder" que azuza esas guerras, amontona cada día cadáveres, que ya no impresionan ni siquiera a la zona límbica, naturalmente emocional, del cerebro. Por eso nuestra sensibilidad está enferma del cáncer de la indiferencia, apatía, impasibilidad de los que tenemos el estómago lleno y también estanterías repletas ¿de libros? Porque libros se publican y se venden. Pero, ¿se leen? Un buen libro es casi siempre un despertador que nos levanta ampoyas y nos fustiga. Como El Quijote que Cervantes escribió entre rejas, Unamuno en el exilio y el tirano Pinochet prohibió. También está de moda ser escritor, ser poeta y?hasta ser loco, pero frente a este mundo desnutrido de comida y sobre todo de cultura, muchos "profesionales del espíritu", se han pasado no al campo de la locura quijotesca sino al del lucimiento y al sanchopancismo del gobierno de ínsulas, al del mercado y se vende todo, hasta la cultura, la bondad, la amistad, el consuelo, el amor?Los profetas bíblicos dirían: ¡Qué prostitución!

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