Dar a pensar

Somos una sociedad amenazada por un nuevo analfabetismo, que es el de tener una relación meramente instrumental con la lectura y la escritura. Así, la escritura está dejando de ser un medio de comprensión y de elaboración de la experiencia personal y colectiva, para reducirse a una herramienta comunicativa.

Marina Garcés

La lectura del último libro de la siempre interesante profesora catalana, del que ahora destaco las líneas precedentes, coincidió con una charla-coloquio que celebramos a media semana en compañía de amigos que reflexionan y trabajan, cada uno desde su campo, con las herramientas que proporcionan tanto la escritura como la lectura.

Como ya dejé escrito en un artículo precedente, se trataba de reflexionar en voz alta sobre la función que desempeñan nuestras lecturas la hora de ponernos a escribir, a reflexionar por escrito sobre los temas que nos atañen. O de forma más concreta, dirimir cuáles eran nuestros nutrientes o referencias, en papel o digital, en este espacio creativo donde conviven informaciones llegadas de revistas en papel, blogs, muros de Facebook, referencias en Twitter y/o otras redes sociales.

Las intervenciones transitaron por aquellos semanarios que despertaban nuestra curiosidad cuando éramos algo más jóvenes, hasta llegar a las fuentes que hoy cubren nuestras necesidades, tanto profesionales como de índole personal, y lo hacen en los soportes de los que estamos hablando.

En mi caso, realicé un acercamiento de conjunto al tema que se nos proponía: qué leemos cuando escribimos, jugando con las posibilidades que me ofrecían para el análisis las conocidas cuestiones de Quién, Qué, Dónde, Cuándo, Por qué, Cómo, que se recomiendan tradicionalmente como útil instrumento a la hora de realizar un trabajo de investigación o para presentar sus resultados. Utilicé cuatro de ellas, pero secuenciadas en otro orden:

Por qué leo / escribo: para comunicarme >para poder explicarme >ordenarme >intentar entenderme. Para buscar respuestas y encontrar indefectiblemente más preguntas. De este ejercicio surge, precisamente, el subtítulo de esta sección en el periódico: + preguntas que respuestas.

Hay unos párrafos de Daniel Goldin, antiguo editor y hoy director de la sugerente Biblioteca Vasconcelos de México, que quizá puedan provocar cierto desasosiego por la verdad que manifiestan, pero que también ayudaría a responder a esta primera pregunta:

La dimensión que abren los libros es la de la incompletud y la promesa de calmarla. La trampa que nos ponen es que sólo se puede llenar con su propia materia, el lenguaje. ¿Por qué sigo tan atado a ello si sé que una trampa? Tal vez porque he entendido algo inherente a nuestra condición: que nuestra única tierra es volátil y esquiva, que nuestro único arraigo es movernos, desintegrarnos en ella, como el polvo. No ser de nadie, no tener sentido y no poder dejar de producirlo.

Qué leo / sobre qué escribo: leo libros, artículos, pero también películas y música. Escribo sobre lo que me "sacude" el magín en el muro del Facebook de aquellas personas que merecen mi respeto intelectual.

Leo también los 140 caracteres de Twitter, que me referencian a informaciones de mi interés: encuentros sobre educación y formación literaria; me facilitan el contacto electrónico con revistas donde encuentro reflexiones y artículos sobre los temas con los que suelo trabajar. Tirando a citar, el nombre de mi sección en este periódico digital, no busca el argumento de autoridad, quiere significar el "diálogo" con lo que leo, veo y escucho en estos diferentes soportes.

Conviene saber, si me permiten el juego, que puede haber feed back en el Facebook, y que la herramienta conocida como Twitter, que tiene cierta similitud en el sonido con la palabra twist, y es de pronunciación rápida como aquel baile de los años 50, es poseedora de swing y ritmo informativo si aprendemos su coreografía.

Cómo leo / o escribo: cuando utilizo el papel subrayo, comento en los márgenes del libro con un lápiz: ¿no tiene esto un cierto parecido con las referencias y enlaces (textos de audio y vídeo) que nos ofrecen los textos digitales? De lo que se trataría en los dos casos es de ampliar la información >provocar la conversación >buscar otros ángulos de comprensión frente a lo que "nos convoca".

Dónde busco / encuentro mi lectura: Yo soy hijo de mi tiempo, que nada tiene que ver con la expresión "en mi época"; yo soy lo que vivo en este momento. Por esa razón leo textos en papel y en formato digital, también en audio y vídeo, pero sin renunciar a mi historia y a mi memoria: por eso también participo de la lectura de textos lineales con cierta extensión; "leo" películas en salas de cine, música en vinilos, revistas mensuales, conversaciones de café?

Volviendo a la mesa redonda, debo decir que escuchamos 'en familia' y con gran interés las aportaciones de cada uno de los ponentes y las palabras del público que participó, y como suele ocurrir a menudo, cuando surge el tema de los soportes (papel o digital), la conversación derivó hacia las ventajas o los inconvenientes que ofrecen cada uno de ellos.

Nada que objetar al respecto, en estos periodos de cambio parece lógico que afloren de nuevo los perfiles de los "apocalípticos y los integrados", que ya hiciera populares el escritor y ensayista Umberto Eco, hace unos cuantos años.

El profesor Antonio Rodríguez de las Heras nos ofrece una interesante reflexión al respecto: Hemos creado con celeridad un mundo tecnológico asombroso. Y continúa creciendo. Sin embargo, seguimos mirando ese nuevo mundo con valores e interpretaciones culturales seculares e incluso milenarias. Así que la distorsión es cada vez más marcada. Para actuar sobre el mundo no solo hay que verlo sino que hay que mirarlo. Si queremos intervenir sobre un objeto fijamos la mirada en él para que nuestra acción no tenga error. Pues bien, la distorsión actual entre el mundo que vemos y cómo lo miramos es fuente de acciones erróneas.

Pero lo que me procura cierta pena es que la irrupción repetida de estas posturas nos robe tiempo para ahondar en otras cuestiones igualmente o más apasionantes y necesarias, según mi opinión, y a las que nunca "llegamos" porque el espacio para la conversación es limitado; por citar solo una: ¿Estamos hablando de otras formas de lectura y, por tanto, de otras formas de acercarnos y comprender nuestro entorno?

El miércoles próximo tendremos ocasión de seguir profundizando en esta no sé si solo aparente dicotomía, aunque sea desde otro interesantísimo ángulo, cuando conversemos con otros especialistas sobre La visibilidad de la literatura infantil en las revistas literarias.

Un deseo para terminar: no estaría de más que estas publicaciones culturales y de pensamiento a las que se está dedicando un espacio expositivo, mesa redonda y conversación, además de otras actividades en la Biblioteca de las Conchas; estas re_vistas, que miran dos veces sobre nuestro entorno, que proponen una lectura atenta y profunda de los temas, que son, ya lo dijimos, trinchera y avanzadilla de nuestras construcciones culturales, no abandonen su papel de darnos a pensar.

Rafael Muñoz