No consuelan los discursos políticos electoralistas, en estas fechas en las que lo único que importa es decir aquello que la ciudadanía querría oír siendo verdad y no sintiéndose nuevamente engañada.
Discursos que solamente van a intentar buscar el voto, en las cercanas elecciones europeas, y que lo único que van a pretender en consolidar su permanencia en un estatus social y político lleno de beneficios personales, prebendas económicas y salariaros excesivos e injustificados.
Cuanta lejanía demuestran, sin pudor, cuando hablan, interpretan y manejan datos económicos que para nada tienen que ver con la realidad que están viviendo la mayoría de las personas que realmente sufren esta mal llamada crisis.
Que ajenos se muestran nuestros dirigentes, en cualquier ámbito, ante las irrefutables cifras que nos dicen que se sigue destruyendo empleo, que se siguen bajando salarios, que se sigue excluyendo socialmente a quienes rebasan el umbral de la pobreza.
Que alejados están de la verdad del día a día de nuestras familias, con que indiferencia tratan los conflictos sociales, convoque quien convoque, con que desprecio tratan a quienes sobreviven sin ingresos, sin prestaciones ni subsidios.
Con que alegría cierran convenciones nacionales y que resúmenes más falsos nos hacen sobre las intenciones que dicen tener a corto plazo para cambiar la situación, que ellos y ellas, con sus medidas ineficaces, llevan años tomando.
Y como cargan brutalmente en nuestras calles contra la ciudadanía cuando queremos expresar nuestro rechazo a sus decisiones y con qué contundencia reprimen cualquier atisbo de rebeldía social ordenada y democrática y con qué ambigüedad y demagogia interpretan los datos y las cifras de desempleo comparándolas con épocas pasadas intentando que "cuele" la teoría de que "cualquier tiempo pasado fue peor".
Y aún así, debemos seguir creyendo en la necesidad de hacer política, de ejercer la política, de poner en práctica la toma de decisiones consensuadas de forma democrática, por el interés común y de forma colectiva.
Ejerciendo el poder y utilizando la legislación en beneficio de la ciudadanía en todos los ámbitos, sociales, económicos, laborales y culturales. Con criterios de justicia, de equidad, morales y éticos, sabiendo coordinar y contrarrestar los intereses contrapuestos de la ideología, buscando el beneficio de la mayoría y de los más necesitados.
Y qué triste y frustrante es percibir como los "ejercitantes" y representantes de la clase política, en su inmensa mayoría, juegan otro papel distinto al que se le asigna y se le encomienda en las urnas, tan ajenos, tan distantes, tan indiferentes.








