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Papillon, pasión por la libertad
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Papillon, pasión por la libertad

Actualizado 17/11/2015
José Javier Muñoz

He contado aquí en más de una ocasión lo mucho que me atrae Francia, un país profundamente dolorido por los atentados del viernes pasado. Dos escritores francófonos fueron inspiradores de mi afición a la novela policíaca: el belga George Simenon, seductor de innumerables damas y autor de otras tantas novelas del género que tienen París como escenario, y Dominique Lapierre, autor de El quinto jinete, obra pionera en terrorismo ficción. Este artículo está dedicado a un presunto delincuente francés convertido en escritor, cuya novela autobiográfica Papillon constituye un hito de la épica contemporánea. No es para menos. Las penalidades, las extraordinarias experiencias que pasó durante once años de prisión son sólo comparables con las torturas perpetradas en la Alemania nazi y la Unión Soviética comunista o con los sufrimientos físicos y sicológicos que padecen en la actualidad millones de seres sometidos al fanatismo de la yihad. Sus peripecias fueron llevadas al cine en 1973 con el mismo título, "Papillon", película protagonizada por Steve McQueen y Dustin Hoffman.

[Img #480864] Ayer, 16 de noviembre, se cumplieron 109 años del nacimiento de Henri Charrière, alias Papillon (Mariposa). Vino al mundo en Saint-Étienne de Luggdarès, quedó huérfano de madre a los once años, a los diecisiete se alistó en la Marina gala, donde sirvió durante dos años, y al colgar el uniforme se movió por los bajos fondos de París. Desde que en 1931 fuera condenado por el homicidio de un proxeneta, crimen del que se declaró siempre inocente, se obsesionó por recobrar la libertad. Pasó dos años en prisiones de Francia y fue trasladado después a las infernales cárceles de la Guayana para cumplir cadena perpetua. Su arrojo y su ingenio lograron que esta pena no llegara a ser realidad. Entrevisté a Charrière en 1973 unos meses antes de su fallecimiento. Mientras con voz ronca y gestos expresivos desgranaba su historia, bebía taza tras taza de café negro y espeso.

?¿Cuántas fugas protagonizó? ?le pregunté.

?En once años me escapé ocho veces. Aquellas cárceles de La Guayana tenían fama de ser las más duras y también las más seguras de América, pero yo demostré que la voluntad apenas conoce obstáculos.

?¿Y por qué no llegó a culminar tantos intentos de fuga?

?Casi todas las evasiones se efectuaron en circunstancias muy precarias; en ocasiones yo mismo o algún compañero malheridos, cruzando ríos caudalosos, recorriendo largas distancias por mar en barquichuelos infames penetrando en la selva virgen sin medios de supervivencia... Antes de la fuga final, sin embargo, tuve otra oportunidad en que podía haber disfrutado definitivamente de la libertad. Topé con una tribu de indios guajiros, muy fieros al decir de los libros, que me acogieron como uno más y con los cuales viví siete meses idílicos. Lo malo es que me picó en mala hora el gusanillo de a nuestra civilización, y fui capturado cuando me disponía a embarcar hacia Francia por la policía en Colombia, y conducido a la cárcel de Barranquilla.

?¿Cómo fue la huida definitiva?

?Ocurrió en 1942. Me encontraba preso en la Isla del Diablo. Estudié las olas y las mareas y me lancé al mar desde un acantilado contando con un pobrísimo medio de navegación: dos sacos llenos de cocos. Pero al cabo de tres días de mar, las corrientes me arrastraron hasta tierra libre.

Después de muchas otras peripecias, Henri Charrière recaló en Caracas, donde se nacionalizó venezolano y rehizo su vida. Pasó sus últimos años entre Argentina y España, donde falleció el 29 de julio de 1973.

Más tarde conocí personalmente a Dominique Lapierre, con quien charlé en dos ocasiones sobre temas mucho más amables. Pero de este último escritor ?autor por cierto de una novela bélica titulada ¿Arde París?? hablé en otro artículo de esta misma sección.

* * *

[Hace dos meses dediqué mi artículo semanal a la creciente amenaza que sufre Europa por parte de los yihadistas. Concluía así: "Estos fanáticos, por desgracia, se mueven con la irresponsable complicidad, explícita u oportunista, de quienes se niegan a ver la amenaza so pretexto de progresía e igualitarismo". Me parece que seguimos igual.]

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