No le pegues más al niño que ya apareció la petaca
Creo que fue el año de las lluvias torrenciales, aquel que los cielos se esforzaron en desdibujar con sus coladas los perfiles de las encinas, el momento elegido por los vecinos de la ciudad de las tres colinas para tomar conciencia del problema; ¡estaban al borde de la bancarrota! Para llegar a esta conclusión no necesitaron que una empresa auditora les hiciese un estudio económico, que por otra parte no hubieran podido pagar.
Acostumbrados desde siglos a la emigración de los jóvenes, en los últimos tiempos la ruina había llegado al extremo que con la banda de graduación, la insignia y el título de bachiller, el concejal de cultura les entregaba un billete de tren en blanco para que eligiesen destino.
Ante la magnitud de la desgracia que se cebaba con la ciudad, Pedro Crespo, el Alcalde, decidió llamar a campana repicada a los vecinos para buscar soluciones que detuviesen "aquella ruina miserábilis".
A la convocatoria acudieron miles de personas, provocando un llenazo en la Plaza Mayor que aprovecharon los vendedores de obleas, los globeros de la cerda Paca y los jubilados? lamentando ausencias.
El Alcalde, como buen político, pasó levitando por encima de la ciudadanía saludando con la mano a unos, tirando besos a otros y riñendo cariñosamente a los pensionistas que no paraban de hablar.
-Espero que no nos distraigan - pensó.
Esta reflexión le hizo volver a la realidad y dando un salto mortal y medio hacia atrás, con doble rizo, naturalmente, se encaramó al palco de autoridades. La orquesta municipal, que no había recibido consigna alguna, se arrancó con el pasodoble Paquito el Chocolatero y los vecinos, sin saber que hacer, sacaron los pañuelos blancos pidiendo la oreja. O el rabo.
Por un instante el señor Alcalde se vio desmochado... o algo peor, y de un vistazo comprobó que los miembros del servicio de orden cerraban filas, y los de la clac aplaudían calurosamente y siseaban reclamando silencio.
Por fin lograron amordazar a la orquesta y guardar los pañuelos mutiladores y Pedro Crespo, mucho más en su ser, se dirigió a la asamblea.
-Como sabéis estamos en quiebra. He consultado con los regidores del Concejo, con la Junta de Gobierno de nuestra Autonomía, con la Subdelegación del Gobierno, con la Diputación, con las Mancomunidades, con la Cámara de Comercio, con el Colegio de Médicos, con el Cabildo catedralicio, con el Colegio de Doctores y Licenciados y hasta con el sursum corda, y nadie me ha dicho cómo solucionar el problema. Para eso estamos aquí, sois nuestra última esperanza.
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