Miguel Ángel Perfecto: "¡Qué extraño, apenas hay gente por las calles de París y es viernes!"

Lo que voy a contar son mis impresiones sobre los terribles sucesos que conmocionaron París y todo el mundo el 13 de noviembre. Estaba en París por cuestiones profesionales, había sido invitado a un Congreso Internacional de historia en la Sorbona. El Congreso era una babel de lenguas con intervinientes de siete países diferentes. Estaba siendo un gran congreso de un nivel excepcional. El 13 de Noviembre, uno de los organizadores me invitó a cenar en su casa junto a otros colegas y amigos. Fui a casa del anfitrión con un colega español que también participaba en el congreso. La cena espléndida para una docena de invitados fue muy cordial, en un momento determinado el anfitrión francés me llamó en un aparte para decirme que había habido explosiones de bombas en el Estadio de Francia donde se estaba celebrando un partido de futbol con la presencia del Presidente de la República y que éste había sido evacuado de urgencia con un helicóptero. Me alarmé mucho porque el estadio estaba casi lleno y evacuar miles de personas podía ser una trampa mortal. Cinco minutos después, nuestro amigo francés nos informó de una cadena de atentados en diferentes puntos y que había unos 18 muertos. De la inquietud inicial pasamos directamente a la alarma y nuestro amigo nos ofreció el teléfono fijo de su casa para llamar a la familia, la línea estaba saturada como era previsible y recurrimos al móvil para contactar con España, mientras la fiesta, tan feliz, naufragaba entre el desconcierto y el miedo. Miramos en el ordenador de nuestro amigo, en los periódicos españoles. Apenas había noticias del asunto todavía. Hablé con mi colega español y le dije que debíamos marchar inmediatamente al hotel porque no sabíamos que estaba pasando y la casa de nuestro anfitrión estaba muy lejos de nuestro hotel, cercano a la universidad.

Otros invitados empezaron a llamar a un taxi, yo desconfié y pensé que el metro era mejor y más rápido. En el momento de la despedida, nuestro anfitrión en un gesto que no olvidaré en la vida nos dijo que si por el camino o a la entrada del metro teníamos problemas volviéramos rápidamente que dormiríamos en su casa, ¡ ya nos arreglaremos todos para dormir! Salimos a la calle la noche era fresca pero muy buena, algo insólito en Noviembre en la capital francesa, atravesamos la avenida Wagram en dirección a una boca del metro a unos 7 minutos de la casa, la avenida poco iluminada, con muy poca gente por la calle. ¡Qué raro, comenté a mi colega español, apenas hay gente por la calle y es viernes¡, se hizo el silencio, y un punto de miedo nos sobrecogió, todavía ignorábamos el alcance de la tragedia. En todo el trayecto no divisamos un solo taxi. Al llegar a la boca del metro comprobamos que estaba abierta, respiramos un poco y tomamos el metro, muy poca gente en el vagón, muy silenciosa. Enlazamos con otra línea del metro y aumentó el susto, nos informaron que se estaban cerrando una gran cantidad de estaciones y se acordonaba la capital con efectivos del ejército y la policía. Mi primer pensamiento fue obviamente para mi familia y después para la catástrofe que se estaba cerniendo en la capital francesa. Al llegar al hotel me despedí con un abrazo del colega español que tenía el avión muy pronto por la mañana del sábado y yo me apresuré a encender la televisión, después de haber hablado con mi mujer que me comentó algo insólito, los medios de comunicación españoles en su mayoría seguían con su programación habitual y apenas se informaba de la masacre francesa. Yo le conté todo lo que sabía y comenzó a difundirlo en las redes sociales. Por la televisión francesa se veían escenas dantescas con traslados de cadáveres y restos mutilados, ¡me acordé inmediatamente de Atocha 2004, Madrid y se me pusieron los pelos de punta. En las distintas cadenas francesas se sucedían las listas de muertos de 18, se había pasado ya a 60, poco después ochenta y cientos de heridos, más tarde 118 muertos a las 2,30 de la mañana y unos 350 heridos. La masacre era colosal, el propio Presidente de la República que había salido en la televisión a informar del desastre y a mostrar su voluntad de que se iba a perseguir implacablemente a los asesinos, había decretado el estado de urgencia y el cierre de las fronteras. Llamé a casa de nuevo y dije que a lo mejor no podía volver en algún tiempo pero que no se preocupara, mi amigo francés me había enviado mientras tanto un correo diciendo que lo avisara si tenía problemas con el viaje a España. El miedo evidentemente se acentuó ante esa circunstancia, pero lo peor fue cuando mi mujer me informó de que el ministro de Asuntos Exteriores español había hecho unas declaraciones en Antena 3 hablando de caos en París. Pero ¿quién ha informado al ministro? le dije, eso es una falsedad, después de haber recorrido andando esa noche parte de París no había visto ningún caos, silencio, poca gente por la calle y el sonido chirriante de vehículos de policía y ambulancias, nada de caos. Me indigné, no podía comprender el silencio casi unánime de los medios de comunicación españoles aquella noche y tampoco la ignorancia ministerial.

Al día siguiente, sábado, me levanté al alba, no había pegado ojo, y decidí acercarme al boulevard Saint Michel y los jardines de Luxemburgo, apenas había gente por la calle y todo estaba todavía cerrado, más tarde comprobé que no iba a abrir el comercio. Horas después conseguí un periódico español del mismo día 14 de Noviembre, ¿saben ustedes cuál era el titular: "Independentistas y radicales ganan terreno en Cataluña", de los sucesos de Francia, Ni una sola Línea, ni una sola, parecía que lo que yo había visto en la televisión francesa era un juego de guerra virtual. Compré un periódico francés, Liberation y aquí si encontré todo, no lo había imaginado, una imagen impactante de un policía y otra persona que llevaban en andas a un herido semidesnudo, y el titular: "Siete ataques simultáneos en Paris y en los alrededores del Estadio de Francia han provocado al menos 120 muertos, una ola de atentados sin precedentes".

En el interior, un magnífico editorial señalando que ni siquiera en la época de la guerra civil de Argelia se había llegado a ese grado de violencia que recordaba las masacres de Bombay y Madrid. Y a continuación afirmaba el gran mensaje que todos los demócratas debemos de tener en mente "la sociedad francesa no debe ceder ante los asesinos, debe rearmarse con coraje apoyándose en los principios del Derecho y la Solidaridad. Solo la unidad del país decía el editorial apoyada en sus valores permitirá afrontar su más grande desafío " Amén, diría yo

Crónica de Miguel Perfecto en su estancia en París