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Con V de Historia, por Virginia Mota San Máximo
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OPINIÓN

Con V de Historia, por Virginia Mota San Máximo

Actualizado 12/11/2015
David Rodríguez

Victoria es la hija legítima de la suerte lo mismo que es la Historia la madre legítima de Ciudad Rodrigo

[Img #477123]Los griegos llamaban Nice a la Victoria; los romanos, que como Sánchez Cabañas menos andaban por las ramas, le dieron el nombre que conocemos: Victoria, sin más.

Victoria es la hija legítima de la suerte lo mismo que es la Historia la madre legítima de Ciudad Rodrigo. Bien puede uno decir que su Historia es el gajo de suerte que a este territorio corresponde, para bien o para mal, tanto da. Porque fuere vencedor o quedase vencido, la Historia más lucra que daña, y siempre anda de ganancia.

Para muestra, un botón. Que algún romántico, en su delirio belicista, prendiera por Lorenza Iglesias la mecha, fue un golpe de suerte como otro cualquiera, una victoria de esas que, en barrica, se hace madura con los años. Y es que la Historia, en su afán por demostrar que toda vida presente se cimienta sobre sus hechos pasados, le da con la suerte en la cara a todo aquel territorio que en su día soportó su carga; y sale victorioso de la contienda, de la que mantiene con su puesta en valor, lo mismo da que ésta se componga de momentos que se niegan ?como la visita a nuestras tierras de los cuatro o cinco moros que, según Albornoz, nunca fueron? o de otros que se saben, o que quieren ser sabidos.

Bien ceñidas siempre han ido la Historia y la Victoria, de mãos dadas, como se dice en Portugal; ceñidas igual que el sombrero de ala ancha a la cabeza del campesino miliciano que, de prisa y corriendo, aviaba su sayo para arremeter contra las tropas de Napoleón; bien ceñidas, sin dejar pasar el aire, ¿para qué?, si ese no vuelve, menos aún si va cargado de palabras.

Pero las letras de la Historia, aunque aireadas, pesan más que el resto. Por eso todo el que las vive tiene que lanzarlas contra algún friso estampado o contra algún pedazo de papel para que allí reposen hasta que otros puedan lucrarse con ellas. He aquí el allegro de la Victoria.

En todo caso, las de la Historia son palabras que quedan reposando sobre la Fortuna, aquella que los griegos llamaban Tiqué, y que para los romanos, que como digo no se andaban por las ramas, era tanto la buena, como la mala.

Virginia Mota San Máximo

Licenciada en Historia

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