Mentiras y explicaciones

Una vez, hace ya bastante tiempo, una persona me dijo que mentir es no decir la verdad pero a quien tiene derecho a saberla. Esa precisión cambió bastante mi perspectiva en adelante, no sólo porque empecé a dejar de sentirme obligada a contar mi verdad a todo aquél que preguntaba indiscriminadamente, sino porque, del mismo modo, empecé a dejar de sentir yo también que tenía derecho a exigir de otros (indiscriminadamente) su verdad. Y comencé a sentirme más libre. No es tan sencillo, es verdad, hilar lo suficientemente fino como para determinar siempre y en todo lugar quién "tiene derecho" a saber qué cosa o qué otra, a filtrar y a poner límites a veces a la curiosidad de uno mismo y a la de los demás. La realidad suele ser más compleja y enrevesada de lo que ya de por sí lo somos nosotros. Puede parecer, en un primer momento, que hacer "voto de transparencia" para con todos es la mejor solución, yo creo simplemente que eso es una opción que va con el carácter de cada uno, los hay que por naturaleza somos más introvertidos que otros; pero también creo que esa es o puede acabar siendo una opción peligrosa. Por un lado, porque el voto puede ser falso. Cuántos hay que "dicen que dicen" siempre la verdad y luego son hipócritas y mentirosos. Y, por otro lado, porque puede ocurrir que uno se sienta con mayor facilidad falsamente legitimado a exigir esa transparencia de todo el mundo.

¿Quién tiene derecho a saber qué cosa? Aunque no lo parezca, es una pregunta difícil y que si uno se fija bien, acaba por afectar a más ámbitos de nuestra vida de los que en un principio pueda parecer. Depurando bien en realidad hay muy pocas personas a las que "les debamos" sinceridad y explicaciones. Situaciones concretas en las que si lo debemos es en pro de un bien mayor como pueda ser la paz y la convivencia. Y otras muchas en las que generamos esas expectativas o en las que confundimos el don gratuito de la confianza que conlleva la amistad con la necesidad ineludible de que se nos cuente todo y hasta el último detalle. Y muchas veces en las que uno se compromete, aunque sea tácitamente, a ser transparente con otro, a ser sincero y a confiar. En estos últimos es importante tener en cuenta que es el compromiso lo que genera expectativa u obligación. ¿Conlleva la amistad ese compromiso? Yo diría que depende del tipo de relación pero que si un amigo es un buen amigo, no te exige confianza (salvo cuando presiona un poco para intentar que alivies tu carga compartiendo y cargando contigo porque sabe que después de contarlo te sentirás mejor), sino que la recibe con gratuidad, escucha siempre y sobre todo, respeta. Es cierto, sin embargo que la amistad necesita reciprocidad y un cierto quid pro quo en lo que a confianza y compartir intimidad se refiere o, al final, acaba no funcionando del todo.

Es, como dije desde el principio, una cuestión compleja sobre la que me parece que cada uno debería reflexionar, especialmente en la dimensión de las exigencias para con los demás y de si no debería uno abrirse y mostrar más interés en otras relaciones desiguales en las que es otro el que siempre da. Pero también, ahora que se acercan elecciones, sería bueno que cada uno se hiciese esta misma pregunta en relación a todo lo que en estos días los distintos candidatos nos prometen y a lo que dicen que se comprometen. ¿Tengo derecho a exigir la verdad y a reclamar explicaciones sobre lo que se me ha prometido?