Lunes, 08 de diciembre de 2025
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Buenos y mejores
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Buenos y mejores

Comprenderán que tal como están las cosas es ineludible que intente echar mi cuarto a espadas en todo el revuelo que se ha formado por el nuevo Libro Blanco que el ministro Méndez de Vigo ha encargado a un conocido sabio para incluirlo en su programa electoral. (Cuesta adjetivar la ocurrencia de quien propone este tipo de reflexión a poco más de un mes de unas elecciones en las que puede perder su condición de Ministro y cuando no está ni implantada en su totalidad una Ley Orgánica que su partido impulsó: el necesario debate para acordar una ley que se elabore con afán de continuidad debe salir de un pacto por la Educación en el que participen la totalidad de las fuerzas parlamentarias y en momentos de calma). El tema tiene soliviantado al personal educativo pero como dice una hermana mía muy avispada, cuando hablas con policías dicen que todo está lleno de delincuentes y cuando hablas con médicos que qué cantidad de enfermos hay, así que a lo mejor no saben a que me refiero.

El caso es que José Antonio Marina, un colega de lo mío, por qué no decirlo, y a quien respeto mucho desde que se dio a conocer en el 92 con un premiado ensayo sobre el ingenio y sobre todo desde que le leí el artículo "El diplodocus dormido" allá por el 2002, ha avanzado ya sus primeras ideas en prensa y televisión y ha caído como un bombazo su propuesta de que los buenos profesores no pueden cobrar lo mismo que los malos. Hombre, dicho así? quién no suscribiría que de una buena evaluación salieran señalados los mejores docentes y se les gratificara (me imagino que Méndez de Vigo se estará sintiendo traicionado por su experto que le propone pagar más a los mejores profesores en años de recortes, ¿de dónde va a sacar el dinero?, pensará, ¿o es que pretenden pagar menos a los catalogados de malos?). La verdad es que el inmovilismo y la escasa capacidad de autocrítica es común en la mayoría de seres humanos -me incluyo- y no me parece mal que nos ayuden a detectar puntos débiles en nuestra praxis, que nos aporten formación, que nos acompañen en la mejora. Claro que con ello se descalifican a sí mismos que nos dieron el Apto en las oposiciones a docentes. Pero insisto, mejorar es posible (se dice que aún hay profesores universitarios que dictan sus apuntes en clase) y hemos de ser cautos para no descalificar sin más las propuestas de evaluaciones rigurosas de la práctica docente. Aquí mismito, bien cerquita, en la Facultad de Psicología, grandes profesores como Emilio Sánchez les darían pistas. Y no es por afán de protagonismo pero en mi trabajo muchas veces, sobre todo en Infantil y Primaria he entrado dentro de clases para observar la actuación de maestros y maestras y reflexionar luego en común sobre cómo mejorar.

Pero el problema es que ese exabrupto sobre buenos y malos te hace pensar en dos montones de cosas, personas digamos, profesores vaya, separados y distantes. Y no es así. Los profesores nos agruparemos más bien en un conjunto parecido a una curva de Gauss con extremos por "abajo", poca población, que nos avergüenzan a menudo y para los que existen medidas, en general disciplinarias, por incumplimiento de la labor docente, y excelentes profes por "arriba" a quienes todos admiramos y de quienes queremos aprender. Y el resto en la tierra media, habiendo superado pruebas de acceso, participando en programas de formación y mejora (cuando yo empecé no había ordenadores, ni el Spectrum siquiera y casi ninguno hablaba inglés) y desarrollando nuestro trabajo con dignidad. Y siempre partiendo de la base de que no es lo mismo dar clase de Mates en 2º de Primaria, que de Geografía e Historia en 2º de la ESO, que de Griego en 2º de Bachillerato. ¿Cómo se pagaría esa diferencia? Que, para empezar, lo primero que se haya escuchado se refiera a la comparación de los resultados (¿académicos?) de los alumnos por centros sí que es un despropósito impropio de Marina. Y no voy a entrar aquí en el todavía más endeble sistema de preguntar sin más a padres y madres que ya evalúan al centro desde el Consejo Escolar del que son miembros. De los alumnos, con las preguntas adecuadas, sí me fiaría.

Me temo que ese análisis de brocha gorda que se deduce de calificar en buenos y malos a los docentes no se compadece de ninguna manera con la realidad educativa, económica, social. Una realidad muy muy compleja. Precisamente en mi centro, con la implantación de la LOMCE, estamos inmersos en la elaboración de los Proyectos educativos y una de las definiciones que primero se debaten es: "Nuestra idea de la calidad educativa es ?". Tras esos puntos suspensivos ustedes pueden poner cosas como "que los alumnos saquen buenas notas en la Selectividad" o bien "ofrecer a cada alumno la posibilidad de desarrollar al máximo sus capacidades compensando con la labor docente las carencias del entorno". Aclaro que trabajo en un centro de zona rural, único y obligatorio para las familias por decirlo así, al que asisten alumnos de más de 15 localidades. De una de ellas solamente viene un chico, no sé con quién jugará por las tardes pero sí sé de un coche al que recientemente ralló toda su pintura supongo que de puro aburrimiento. De otro pueblecito vienen dos en un minibús, entre ellos una chica búlgara de 14 años que casi no sabe nada de español. Si quieren sigo. Entre las salidas extraescolares estamos pensando en llevarles a visitar otros centros, públicos y privados, de la capital, para que abran sus ojos, pero ellos prefieren ir a la Warner. Y no estamos tan mal, en el cinturón industrial de Madrid sí que hay verdaderos héroes. ¿Y encima piensan pagarles menos?

En fin, que buena la ha armado José Antonio Marina, quien con ser persona mesurada y competente ha ahondado nuestro descrédito cuando supongo que buscaba lo contrario. Y que conste que he intentado en varias ocasiones darme de alta en su web para aportar mi experiencia (óle!) como él ofrece, pero no he sido capaz o no funciona correctamente. Lo primero que le hubiera dicho es: divide tus reflexiones entre las referidas a maestros de Infantil y Primaria y las referidas a profesores de Secundaria. No los metas en el mismo saco pues cada contexto tiene sus peculiaridades. Y lo segundo: pero hombre, ¿qué te habría costado calificar a los profesores no como buenos y malos sino como buenos y mejores?. Verías como no se habría armado tanto revuelo.

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