El hotel de la muerte

La nueva temporada de American Horror Story nos traslada en esta ocasión al majestuoso Hotel Cortez, un edificio de techos altos y decorado según la elegancia de los años veinte. Pero es la figura de su constructor, James Patrick March, y de los oscuros secretos que el lugar guarda en su interior, lo que me hizo recordar una terrible historia ocurrida en el Chicago del año 1893, que sin duda, guarda conexión con la serie.

Herman Webster Mudgett, más conocido como el Dr. Holmes, fue un hombre atractivo con una especial aversión por las mujeres adineradas, a quienes utilizó y manipuló para su propio beneficio económico y social.

Estafa tras estafa, el susodicho consiguió hacerse con el terreno que daría pie a su macabro proyecto, el Castillo Holmes, a punto para la Exposición Universal de Chicago de aquel año. Diseñado exclusivamente por él, para su construcción utilizó los servicios de diferentes empresas a las que despedía rápidamente y nunca pagaba. De esta forma, nadie más podía conocer la distribución del edificio, que constaba de pasadizos secretos, habitaciones ocultas, trampas... espiando a sus víctimas a través de ventanas escondidas en cada cuarto sin que estas se enterasen.

Evidentemente, sus clientas tenían que ser mujeres ricas, jóvenes, atractivas, y sobre todo, que estuvieran solas y sus familias se encontraran lejos de Chicago, para evitar posibles visitas al lugar.

Todo tipo de torturas se dieron en el hotel: grifos de gas en las habitaciones, prácticas quirúrjicas con la persona consciente, una máquina que machacaba los huesos, un pozo de ácido, habitaciones con paredes que aplastaban los cuerpos... pero lo que más llamó la atención en su momento, fue una máquina que servía para hacer cosquillas en los pies de la víctima y matarla de la risa.

En resumen, un sinfín de atrocidades solventadas mediante dos toboganes y un montacargas que trasladaban los cuerpos al sótano donde recibían el último adiós, mediante disolución en ácido, incineración o enterramiento en una cuba de cal.

Al terminar la Exposición Universal, Holmes vio cómo sus ingresos descendieron abruptamente y decidió quemar la planta superior para estafar al seguro, pero estos descubrieron el engaño y no le quedó más remedio que huir.

Considerado como el primer asesino en serie de los Estados Unidos, Holmes fue condenado a muerte en la horca, y aunque no se sabe con exactitud el número de cadáveres que dejó a su paso, los expertos calculan unas doscientas víctimas.