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‘Caballos sobre el viento’, último poemario de Isabel Bernardo
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SU CUARTO LIBRO DE POESÍA

‘Caballos sobre el viento’, último poemario de Isabel Bernardo

Actualizado 29/10/2015
Redacción

La autora salmantina presenta sus versos en el Casino de Salamanca (GALERÍA DE FOTOS Y VÍDEO)

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"Tienen los sueños una certeza / incierta / que se hacen forma en la no-luz/honda/de los adentros". Estos versos abren el nuevo poemario de Isabel Bernardo, 'Caballos sobre el viento', con los que cabalga sobre un paisaje de palabras "sin imposturas", que buscan la claridad: "Cuando la luz no existe, hay que imaginarla. Cuando las sombras se cierran hasta lo imposible, solo queda la posibilidad de soñar la luz".

Este jueves, en el Casino, Isabel Bernardo daba rienda a estos caballos desde sus adentros: "El mundo interior es un hermosísimo poema de auxilio para todo tipo de orfandad, del que no quiero privarme". Ella nunca lo ha dejado de hacer y, de nuevo, lo cuenta a los cuatro vientos en un acto en el que le acompañaron el escritor Antonio Sánchez Zamarreño, que profundizó en su obra, y el periodista Jorge Moreta.

Durante el acto de presentación de la nueva obra de la escritora salmantina se proyectó un vídeo de José Amador Martín, "el marco geográfico del poemario. Un espacio natural lleno de desabrigo fecundo" (el Cabo de Gata), como asegura Isabel Bernardo, quien ha facilitado a SALAMANCArtv AL DÍA su introducción a su libro, en el que, de nuevo, la naturaleza le sirve de pretexto para atravesar el sentimiento de las palabras.

PROEMIO

Cabo de Gata, enero de 2011

CAE EL SOL DESÉRTICO DEL INVIERNO sobre Cabo de Gata. Las luces se quiebran en el mar garzo, y restallan sobre las paredes crudas de las escarpas. Van y vienen a la playa las gaviotas alborotando la soledad intacta. Las arenas se resguardan en sus vastas planicies, y en las ramblas se cuartean dolorosamente las heridas sobre el cauce, seco, a pesar de las últimas tormentas.

En este lugar comienzo a escribir el poema. Con mi más mudo silencio y toda la orfandad del alma abandonada al viento. Están tan hermosas las aguas, tan transparentes, tan mansas, tan quietas, que apenas se atreven a profanar la tierra yerma. Caminando hacia los cactus advierto los tamojos donde se espesan los palmitos. ¡Cuánta austeridad enardeciendo mis sentidos! Casi apuntalando las nubes, en complaciente y estoica vertical, las pitas dejan que el aire les arranque sus hijuelos para que estos enraícen en la arena. Desposeerse de vida antes de morir para perpetuar la especie. La ley más fértil de la naturaleza.

Hay tanto desabrigo fecundo, tanta soledad sin orillas a mi alrededor, que yo misma me pliego sobre el talle para no lacerar con mi sombra este espacio sagrado. El hombre solo se reconoce dentro de sí mismo. De lo que deja afuera, casi nada le pertenece.

En "Caballos sobre el viento", solo tuve que entregarme al pensamiento y al sueño natural del paisaje. Sin imposturas. Y el poema ?o tal vez el relato- comenzó a hacerse dentro de mí desde afuera, con su misma verdad, con idénticas espinas. Cuando quise darme cuenta los potros estaban allí, esperándome. Únicamente tuve que trepar a sus lomos alados y dejarme llevar. No sabía el maravilloso viaje que me esperaba.

Entonces las preguntas y los silencios se magnificaron, la arena y el agua arañaron mi garganta, y los protagonistas emergieron de la nada escribiéndose a sí mismos, lentamente, en cómoda soledad, y apacible y dilatada franqueza. Un hijo soñador, una madre protectora, y la sombra de un padre arrumbada en el Arrecife de las Sirenas. Así, las horas fueron haciéndose desierto, mar, oquedad, piedra blanca?, espina, esparto, espesura?, tirana inclemencia. Aquella mañana llovía con fuerza. Sí, sorprendentemente llovía en el desierto aunque las ramblas permanecieran resquebrajadas, ásperas y secas. Apenas podían sospecharse los contornos del Cabo de la Vela Blanca. Apenas los límites del mar o de la playa, mientras la tormenta iba aovillándose en los entresijos del Este, peligrosamente, amenazándolo todo.

Cuando la luz no existe, hay que imaginarla. Cuando las sombras se cierran hasta lo imposible, solo queda la posibilidad de soñar la luz. Aunque esta haya de venir jineteando con audacia sobre un espejismo de corceles. El mundo interior es un hermosísimo poema de auxilio para todo tipo de orfandad, del que no quiero privarme.

Isabel Bernardo

Una larga trayectoria literaria

[Img #465723]Isabel Bernardo Fernández (Salamanca, 1963) es escritora, poeta y columnista de opinión del periódico La Gaceta Regional de Salamanca. Cursó estudios de Medicina en la Universidad de Salamanca, y se formó en Oratoria y Retórica en la Universidad Pontificia de Salamanca.

Como escritora de género infantil tiene publicados los libros: El burro Serafín (2001), El cuento de los duendes (2001), Cuentos de Mariseca para todos los públicos (2010) y Nomellamesbobamellamobaba.com (2011).

Su obra poética está recogida en diferentes revistas y libros colectivos: Encuentros y palabras, Invitación al hombre, Desde un preciso lugar del mundo, Palabras del inocente, El cielo de Salamanca, Víacrucis de la Misericordia, Papeles del Martes, Papeles del Novelty, Revista Álamo, XVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos?

Como libros de poesía publicados de forma individual están Sur (2009), Tiempo de migraciones (2014), Flores del fuego (2015), y ya en editorial está Para que calle el viento, título con el que ha obtenido el PremioMundial Fernando Rielo de Poesía Mística2014.

Además del mencionado premio, la autora tiene entre otros el Premio Internacional Literario de Poesía Flor del Almendro (2010),el Premio Internacional de Poesía Carmen Montero Medina (2012), y el Premio Modus Operandi de Relato Costumbrista (2015).

Fotos de Alberto Martín

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