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De una aldea de Ávila; en la ribera de cualquier río
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V CENTENARIO DE SANTA TERESA

De una aldea de Ávila; en la ribera de cualquier río

Actualizado 26/10/2015
Redacción

ALDEADÁVILA DE LA RIBERA / El grupo de teatro de la ONCE, Lazarillo de Tormes', cosechó un nuevo éxito con la representación de 'Teresa, la jardinera de la luz'

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A pesar de la insistencia de situar el nacimiento de Teresa de Jesús en una capital de provincia, que hasta el nombre le cambió de forma errónea, hay indicios más que suficientes para creer que vino al mundo en una aldea como el resto de sus hermanos. Ya desde niña su espíritu aventurero y valiente la empujó a escaparse de casa con uno de ellos para llegar a tierras paganas en busca del martirio que la condujera por la vía rápida a la presencia de Dios. A orillas del río de su ciudad fueron detenidos y conducidos de nuevo al seno familiar. Ella no lo sabía, pero la imagen de un río dice mucho de esta mujer, que dada también a usar símbolos y metáforas para expresarse, supo utilizar de forma magistral este término por todo lo que encierra de vida en movimiento, que no se detiene, que va a morir al infinito del mar en el que se funde y que permanece eterno en la memoria de las tierras y las gentes que va dejando a su paso. En los muchos caminos recorridos llevó la luz como premisa, para alumbrar a otros en sus vidas, y de la suya propia habló para explicar el fuego de amor por Dios que la fortalecía en su tarea a pesar de las dificultades que su tiempo le imponía. Sencillamente sembraba y esperaba recoger frutos a pesar de las inclemencias porque el sol que brillaba en ella no se apagaba nunca. Una auténtica jardinera de la luz del Jesús al que amaba.

De todo esto nos habla Teresa, la jardinera de la luz que el grupo teatral Lazarillo de Tormes de la ONCE, representó en Aldeadávila de la Ribera, el domingo 25 de octubre, en su iglesia parroquial, que como ya sabemos después de las 85 representaciones que se cuentan en su periplo por esos pueblos y ciudades que la reclaman, es el escenario perfecto para ella. Nos presentan una Teresa mujer, denostada por la Inquisición y defendida por un grupo de sus hermanas que hablan con la fuerza y verdad que en ellas ha sembrado la madre. La espontaneidad e ironía de muchas de las escenas de esta singular pieza teatral, escrita por Denis Rafter, contrastan con el dramatismo y la emoción de otras. La belleza de los poemas de Teresa de Jesús, recitados por las carmelitas, así como palabras que marcaron su vida, están magistralmente blasonadas por la música del XVI, que a manos de un maestro Salinas suena en el órgano de la época. Esta música acompaña a conocidas canciones de aquel tiempo, que muchos espectadores reconocen.

Es reseñable por lo curioso, la cantidad de guiños que este próspero pueblo situado en el bello entorno natural de Las Arribes del Duero, hace a esta sin duda original obra de teatro. Por una parte su nombre, Aldeadávila de la Ribera, alude al origen de la monja carmelita, pues como ya se ha dicho anteriormente, y aunque haya voces discordantes, vino al mundo en una aldea de Ávila. Sus pies, caminantes incansables, se mojaron en las riberas de numerosos ríos del reino que tanto recorrió. Su primera y prematura parada fue a orillas del Adaja, que pasa por su ciudad, y a cuyas orillas fue detenida junto a su hermano Rodrigo cuando huían a tierra de moros. Ya siendo mujer, carmelita y fundadora, se detuvo a orillas de otros muchos ríos: Guadiana, Guadalquivir, Duero, entre otros, y como no, el Tormes a cuyas orillas inició su más deseado viaje, el último, el que la condujo a presencia de Dios.

[Img #464220]Para los habitantes de este pueblo ribereño no ha pasado inadvertido de qué forma se denomina a Teresa ya desde el mismo título de la obra. Es una jardinera de la luz. ¿Y qué puede haber más adecuado en Aldeadávila de la Ribera? Dos circunstancias claras forman parte de su entorno. Estamos en un microclima de las Arribes donde la fertilidad de sus suelos es notable. Un rico jardín para nuestra jardinera. Por otro lado El Salto de la ya famosa presa, fue creada para suministrar de luz a un amplio territorio y sus gentes. Los hombres de este mundo necesitamos de estas cosas para subsistir; y sin embargo cuando encontramos seres de la altura de Teresa, nos paramos a pensar en valores que por esenciales e íntimos no somos capaces de descubrir. Después de ver la representación, una sensación de haber pasado por distintos aspectos del ser humano y poder ser capaces de hacer frente a cualquier circunstancia si se cree en ella, impregna con emoción a los espectadores.

Como dato anecdótico final, queremos señalar que la víspera, el grupo teatral Lazarillo de Tormes llevó su obra a Segovia, con igual entusiasta aceptación. Y como ya saben los habitantes de estos parajes, fueron repoblados hace muchos siglos con gente que venía fundamentalmente de Ávila y Segovia. Es como si la santa fuera entretejiendo sus hilos por todos los caminos que sus huellas han marcado y con Teresa, la jardinera de la luz no deja de recordárnoslo.

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