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Otoño, un lujo a (su) mi alcance (en Salamanca)
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Otoño, un lujo a (su) mi alcance (en Salamanca)

Actualizado 17/10/2015
Fructuoso Mangas

[Img #454878]Cada año es distinto el otoño, pero cada año es un lujo a poco que se mire y se sienta. También diferente según por dónde vayas y vengas, no hay lugares urbanos sin valor pero hay distancia de precio y de aprecio de unos a otros. Y diferente será el otoño de persona a persona, cada uno percibe el entorno con sensibilidades muy diferentes, incluso variando no poco de un día a otro. Y con estas salvedades confieso mi otoño reuniendo en un solo haz diferentes y distantes experiencias en momentos y días distintos.

Hay una sensación transversal que atraviesa el fondo de cada día y que nace del ansia de lluvia, sintiendo cerca la tierra sedienta y los campos resecos y desesperados. Así, en esa situación, el otoño de este año tiene rostro dramático. Que me moje pero que llueva, que desaparezca el suave sol de octubre pero que llueva y mucho, que nos empape la excursión o la boda pero que llueva y a ser posible durante una semana o dos de agua bien caída. Lo que sea, pero que llueva?

Hace muy pocos días di un largo paseo por la ciudad entre un agradable airecillo fresco y un sol de oro de ley subrayando la belleza de una tarde lenta y dorada. Me dediqué a dejarme llevar disfrutando vistas, visiones y sensaciones. Bajé hasta la puerta de San Pablo y me senté junto a José Ledesma, también sentado, vestido de capa charra y con esa gorra tan suya que ya pocos llevamos en Salamanca los días de invierno. El sol envolvía con oro suave las ruinas de San Polo convirtiendo la humilde ruina en maravilla a media tarde, mientras pensaba más allá del alto muro en los sentimientos y sensaciones que a lo largo de siglos estos muros (?Fabio, ¡ay dolor!, qué ves ahora) han recogido. Si las piedras hablaran?

La llegada de un grupo de turistas me empujó San Pablo arriba y por querencia pura y sin remedio posible me asomé, una vez más y siempre nueva como si fuera única y primera, rodeado de los fieles cipreses que vigilan el silencio y la soledad de las Dominicas, a esa visión única en lujo, perfección y variedad que va desde la elegante esquina y las altas celosías del convento que tiene apariencia de huerto bien cercado hasta el poderoso perfil de la catedral en gigante contraluz a cuya falda se acoge sereno y abierto el hotel del Palacio Castellanos.

[Img #454879]Y entre los dos extremos el puente mínimo y en vilo con alzas discretas y antes Francisco Vitoria con gesto de sabio tranquilo mirando discreto a las gentes del mundo, que también tienen sus derechos, y a su espalda en magnífico fondo la elegante arcada y el campanario con las ahora mudas campanas que me traen a la memoria el eco de su sonido, tan pascual, tantas veces disfrutado. Cuando suenan, aunque se cuaresma, suenan a gloria, no tienen remedio. No sin razones poderosas a este tipo de campanas pequeñas, de sonido alto y vibrante, las llamaban en los pueblos (¡que saben bastante más de lo que parece!) "pascualejas". Con razón.

Apoyado en la tapia, gastada y secular, que rodea el atrio, contemplo como un novicio primerizo la intensa y serena belleza de la fachada de San Esteban. ¡O feliz puerta que disfruta y se ensalza con un marco tan bello y excelso! ¡Oh muerte feliz, la de Esteban (el diácono mártir), hace ya dos mil años, que ha merecido semejante dedicatoria!. El sol, ya un poco de vencida y con una luz cálida que convierte en oro cuanto toca, envuelve la fachada toda en feliz envoltura. Sin más interpretación repaso líneas, formas, rostros, relieves, luces y sombras y disfruto gratis de este lujo magnífico.

Una vez más en Salamanca el aire se serena y viste de hermosura y luz no usada, aunque el maestro Salinas, a poca distancia en su estatua, esté quieto y callado. Así quedo yo un tiempo largo y luego con algo de sobrecogimiento me recojo por dentro y lentamente me voy a casa calle Rosario arriba.

¡Ah, el otoño!

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