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Sandías diminutas
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Sandías diminutas

Actualizado 12/10/2015
Javier González Alonso

Estoy sorprendido de la cantidad de plantas de sandía espinosa, brava o de perro, sandía amarga, cindra del diablo, sandía del lobo o habanera, Cucumis myriocarpus, que este año he encontrado por los caminos por los que solemos pasear con nuestros dos perros. Esta planta, que se arrastra como una mata de sandía, que florece como una sandía y su fruto se parece a una sandía en miniatura, no pertenece propiamente al género de las sandías sino al de las cucurbitáceas, como son los melones y pepinos, y que se nos muestra con claridad al abrir uno de sus pequeños frutos y observar sus semillas, blancas y alargadas, a la vez que en el característico olor a pepino.

Quienes paseamos con frecuencia por los caminos que rodean la ciudad, nos habituamos a fijarnos en las diferentes especies que pueblan sus cunetas. Y la sandía amarga ha tenido este año una asombrosa expansión. Y no creo que sea un hecho atribuible a los pájaros migratorios, proviene de la zona sur y centro del continente africano, sino que es nuestra mano humana la que ha actuado en su introducción y estado invasor actual. Es fácil verla, insisto, en los bordes de caminos, en los campos secos y arenosos, ya que es nitrófila, le gustan los suelos ricos en nitrógeno, sea amoniacal o nítrico, es decir los lugares donde estamos los hombres y nuestros ganados, pero siempre con una alta proporción de arena.

Usada tradicionalmente por sus propiedades eméticas, siendo la pulpa uno de los purgantes más activos que se conocen, hecho que pudo contribuir a su introducción en Europa, llama la atención por ser una copia en miniatura de las sandías comestibles, aunque, precisamente por ello, se debe tener muchísimo cuidado con sus frutos, pues es extremadamente tóxico, por lo que hay que extremar el cuidado con su posible ingesta, principalmente en los juegos de nuestros niños. También hemos de tener cuidado con nuestras mascotas, pues algunos animales pueden morir, o quedarse sordos o ciegos, por su toxina, excepto las cabras y los caballos que suelen acostumbrarse a su amargor sin sufrir mayores consecuencias.

Observando el mapa de distribución que nos muestra el Sistema de Información sobre las Plantas de España, del Real Jardín Botánico, esta especie ha sido referenciada en 41 ocasiones en nuestro país, pero me llama muchísimo la atención que predominen las referencias en Salamanca y Zamora, no olvidemos que hablamos de una especie africana tropical, y apenas crezcan en el sur, con un teórico clima más propicio a su expansión. Es más que posible que haya que agradecérselo a la Tesis Doctoral que, en 1979, en la Facultad de Farmacia de la USAL, defendió J. Sánchez Sánchez, en su Estudio de la Flora y la Vegetación de la Comarca de Ledesma. Ahora que se ha desmantelado prácticamente la investigación en este país, nunca viene de más honrar a la gente que lucha por dar a conocer su tierra? sin mariposear por los nacionalismos.

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