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Errores sospechosos
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Errores sospechosos

Actualizado 12/10/2015
Francisco López Celador

Con motivo de la contienda que se enquista en tierras de Siria e Irak, un bando para hacerse con el control de la situación, y el otro para evitarlo, estamos asistiendo a unos hechos difícilmente explicables para quien los contempla a distancia, máxime cuando la versión que recibimos de ellos suele estar bastante "aseada" por los protagonistas de los acontecimientos.

[Img #451408]En primer lugar, se trata de un teatro de operaciones un tanto particular, toda vez que los contendientes están claramente apoyados por fuerzas pertenecientes a países que, sobre el papel, deberían coincidir en su interés por restablecer la situación de la forma más justa y más legal ?algo que no debería admitir discusión-. Los organismos supranacionales creados para salvaguardar los derechos de los más débiles ante el ataque o intromisión de otra potencia o, como en este caso, de organizaciones terroristas, deberían tener perfectamente estructuradas las respuestas adecuadas ante esos abusos. Asistimos a la masacre de una población atrapada entre dos fuegos, cuyas bajas se cuentan por centenares de miles, y a un éxodo forzado por el claro peligro de perecer ante la acción de unos fanáticos y crueles terroristas, que está llenando los caminos de Europa de seres inocentes e indefensos clamando por llegar a un nuevo hogar donde, de verdad, se les abran los brazos.

Cuando el clamor mundial ha sido unánime, se han iniciado conatos de atajar el problema en sus raíces, es decir, atacando a las fuerzas armadas que pretenden "reconquistar" unas tierras que reivindican apoyándose en razones falsas, valiéndose del arma más efectiva contra los nativos: el terror. Ha sido tal el grado de inmunidad con que se han movido que se les han permitido acciones de propaganda con imágenes tan bestiales como para llegar a la conclusión de que ya son dueños y señores de la situación ?algo que no es del todo falso-. Lo cierto es que esas acciones de auxilio se están llevando a cabo a título particular por algunas naciones que alegan motivos más o menos particulares, pero que no son fruto de una acción combinada ni convenida. Nunca mejor dicho lo de "hacer la guerra por su cuenta". Se está pasando de puntillas a la hora de reconocer que no hay un solo culpable de la situación. Las huestes del Daesh (EI), abiertamente apoyadas por países integristas musulmanes, buscan la reconversión de la zona y, de paso, acabar con Bashar el Assad, cuyas fuerzas armadas, a su vez, cuentan con el apoyo claro de Vladimir Putin, en su lucha contra unos rebeldes ? ayudados éstos por EE. UU- que tratan de acabar con el dictador. La política internacional ?y sus intereses?dan lugar a situaciones muy enrevesadas.

A pesar de ello, la guerra sigue y las naciones no acaban de darse por aludidas. En esta época del año, el clima es prácticamente de invierno y no se puede consentir que una población de millones de personas deambule de pradera en pradera, de bosque en bosque, de estación en estación, escasamente alimentados y, lo que es más sangrante, en no pocos sitios, descaradamente expulsados con disculpas difícilmente comprensibles.

El problema es uno y la solución debería ser una, también. Pues, no señor; ahora los problemas son varios y, para las soluciones, cada uno busca la suya propia. Todo aquello de la solidaridad, a la hora de la verdad, se convierte en papel mojado. Cuando un dirigente se declara partidario de acudir en ayuda de quien lo está pasando mal, muchas veces cuenta con la oposición soterrada de su propia gente. Como una corriente de compasión y de caridad no llegue para ablandar las conciencias de las gentes ?dirigentes y no dirigentes- de este continente tantas veces sacudido por otras calamidades que ha sabido superar, llegaremos a la conclusión de que todos somos un poco responsables de ese fracaso.

Por último, no querría terminar sin poner de manifiesto mi extrañeza ante esos errores que se están dando en la zona del conflicto. Cuando las fuerzas que han tomado la decisión de atacar desde el aire posiciones de fuerza del movimiento yihadista tienen fallos de cálculo en sus objetivos ?de consecuencias muy graves- no resulta fácil la explicación y se da pie para que uno piense que no se le está diciendo toda la verdad. Los medios de que disponen los ejércitos de cualquier nación medianamente dotada pueden permitirse el lujo de hacer blanco preciso en un pequeño edificio desde un arma situada a miles de kilómetros. El arma nunca falla, quien falla es el que la dirige a ese blanco. Si los americanos han bombardeado un hospital en Afganistán porque el ejército de este país había solicitado apoyo aéreo contra elementos terroristas que se ocultaban en él, los servicios de información deben asegurarse de una misión tan delicada, tratándose precisamente de un hospital, porque, en un sitio así lo, que sí habrá siempre serán enfermos y personal sanitario. Por lo que se refiere a los bombardeos de Rusia, no a las posiciones yihadistas de Siria, sino a las fuerzas rebeldes que luchan contra las tropas del dictador B. el Assad, aquí no existe error de cálculo en los datos de tiro; simplemente es tomar partido claramente por el bando equivocado. Cuando todo el mundo ha suscrito la condena a esta actitud, el Sr. Putin decide bombardear alguna posición yihadista en la ciudad de Palmira. Habrá que ver cuál será la próxima decisión de este nuevo Beltrán de Duguesklin.

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