"Mientras, Herrera y sus consejeros acaban de pasar los cien días de gracia. En el horizonte, otros 70 hasta el 20-D" (por José Ignacio Foces, Subdirector de El Norte de Castilla"
El relato político se escribirá hasta fin de año en clave electoral. No habrá otra óptica para ver las cosas, no se moverá absolutamente nada al margen de las urnas del 20 de diciembre. Todo queda supeditado a las elecciones generales. Y todo es todo. Nada se escapará del influjo de las urnas. España, como una gran urna. Castilla y León, igualmente. Setenta electorales días por delante. Setenta. Poco más de dos meses para la cita política más crucial de la historia reciente de España. Cuando parece que se van asentando, lenta y complicadamente, pero asentando, ciertas sensaciones de salida de la crisis (atención a los síntomas de ralentización de la economía alemana, mezclados con la explosiva crisis del caso Volkswagen), las urnas añaden un punto equidistante entre la parálisis por el qué vendrá y la inestabilidad por lo que pueda llegar. Setenta electorales días por delante. Muchos. Se prevén densos, polémicos y llenos de nervios. En todos los cuarteles generales de todos los partidos. Llegan tiempos de suspense. Para todos los partidos y en todos sus cuarteles generales. Hasta el 20-D, todo será suspense.
La batalla electoral ha comenzado y ayer mismo escribió su primer capítulo. La vicepresidenta del Gobierno completó en Zamora su semana más televisiva (el baile en el programa de Pablo Motos ha conseguido que se hable de ella y se hable bien; más de uno ha cambiado su imagen sobre ella al verla más cercana). Fernando Martínez Maíllo, secretario nacional de Organización del PP, quiso dar una muestra de poderío interno en la provincia en la que preside el PP. Maíllo, pese al oropel del cargo en Madrid, no tiene mucha trascendencia informativa nacional. Un seguimiento de las crónicas de los primeros diarios de España y de las tertulias radiofónicas que se emiten desde la capital madrileña muestra cómo ha quedado excluido de las menciones sobre la savia nueva que introdujo Rajoy hace unos meses para dar empuje al partido. Los tertulianos y los cronistas reducen el núcleo duro rajoyniano al catalán Jorge Moragas, al diputado abulense Pablo Casado y al vitoriano Javier Maroto. Pero que Maíllo no sale en tan importante foto de la prensa madrileña, pues a Zamora a dar un mitin con la vicepresidenta. Por segunda vez estuvo ella en menos de medio año en la región. Zamora fue la única capital que visitó en la campaña de mayo y hay que recordar que luego no acompañó a Juan Vicente Herrera al mitin de León, en plena crisis de los mineros. Ayer no estuvo Herrera en Zamora. ¿Cómo leer semejante hecho? Solo es posible de una manera, la que es: Herrera no disfruta este puente; está cerrando los flecos del proyecto de Presupuestos de Castilla y León para 2016, que dará a conocer el martes, y mañana tendrá que estar en Madrid en los actos de la Fiesta Nacional.
Agenda presidencial
Herrera alcanzó ayer los cien días al frente de su nuevo Gobierno. Si hubiera que calificarlos de alguna manera, han sido cien días de introspección. El presidente se ha sumido voluntariamente en un periodo de observación interior de los propios actos o estados de ánimo o de conciencia (las tres cosas a la vez). Y se nota. Basta con dar un repaso a su agenda oficial estos cien días: 85% despacho, trabajo en el despacho y sesiones de control en las Cortes; 10%, actos oficiales obligatorios como acompañar a miembros de la Familia Real o acudir a la inauguración del curso universitario; y 5% para actividad propia fuera del despacho, que se ha centrado en respaldar proyectos empresariales y de patrimonio vinculados al empleo.
Introspección. El estado en el que se ha sumido el presidente tiende esta vez (es la quinta que pasa por un periodo de gracia de 100 días para su gobierno) a primar la observación más que otras veces. No habrá sexto periodo de cien días. Es su último Gobierno regional. Y si tiene que preparar al partido y al Gobierno para la renovación definitiva que concluya en su sucesión, la observación es más necesaria que ninguna de las anteriores veces. Férreamente protegido el flanco político en la Junta por su más que fiel y eficaz consejero de la Presidencia, José Antonio de Santiago-Juárez (mano derecha, izquierda, ojos, oídos y, a veces, hasta pensamiento del presidente), Herrera observa al resto de consejeros, a los que, por cierto, obligó (como obliga él, sugiriendo, claro) a mantener la mayoría de los equipos del anterior mandato. Las señales que le envían desde los distintos departamentos son variadas. Y diferentes. La parte económica tiene la más que sólida gestión de Pilar del Olmo, una de las personalidades del mundo político económico y financiero de mayor fortaleza y seguridad de cuantas circulan por la España autonómica. Amplió competencias, las de Economía. En el flanco económico se le abrió a Herrera alguna vía de agua en el pasado mandato, con los escándalos del edificio 'Perla negra' de Valladolid (el informe del perito que nombró el juez ha aliviado sobremanera al Ejecutivo regional. No es para menos. Dice que se pagó mucho, pero que era menos de lo que se podía haber pagado. Y lo dice un perito judicial) y la trama eólica, que ya tiene comisión de investigación parlamentaria. El PSOE basa buena parte de su estrategia de oposición en esta comisión. Luis Tudanca, líder regional de los socialistas (que hoy recibe en su Burgos natal el respaldo de Pedro Sánchez) y su más que eficiente JF Martín redoblan estos días los contactos para municionar la artillería más pesada de que dispone el principal partido de la oposición con el fin de lanzarla contra la Junta, el PP y Herrera. La pieza a batir es el presidente. Esta semana, Tudanca y JF Martín se han reunido con directivos de una empresa constructora con el fin de recabar datos. De Santiago-Juárez y Del Olmo están en la estrategia de defensa y contraataque. Y esperan que dispare el PSOE. No se les ve intranquilos a los dos consejeros. La batalla será larga, pero el PSOE tiene prisa. No es la paciencia una virtud de JF Martín, al que adornan otras cualidades, como la de la insaciabilidad , por ejemplo.
Introspección. Es el mejor estado para la observación. Herrera tiene esta vez vicepresidenta, a la que ha dado una consejería, Empleo, y la voz del Gobierno. Pese a la proyección de las tres tareas, Rosa Valdeón ha apostado estos cien días por un perfil bajo. Incomprensiblemente, para unos; extrañamente, para otros. Un puesto como el que tiene, con la experiencia y el olfato que la definen, parece reclamar más presencia mediática, más presencia social, más presencia... Más presencia. Mucha más presencia.
Los cambios de consejería les han sentado bien a Milagros Marcos y a Alicia García. La primera ha empezado a embridar una materia estratégica para la comunidad autónoma, como la agraria; horas le echa al asunto y se le ha notado una positiva evolución en estos cien días. La segunda volvió a una casa que conocía y a una política, la de servicios sociales, en la que sabe lo que tiene que hacer; aumentó capacidad de gestión a base de crecer en presupuesto y ya ha empezado a aplicar su forma de hacer. Le han salido bien a Herrera estos cambios.
El que permanece, el incombustible a las críticas, ora cáustico, ora delicado consejero de Sanidad, Antonio Sáez Aguado, tiene una tarea complicada: que la sanidad funcione (casi ná, que diría el castizo) y que lo parezca. Y es en esta segunda actividad en la que también parece haber optado por un perfil más plano. Encefalográficamente plano. Para sorpresa del respetable, por aquello de que gestiona uno de cada tres euros del Presupuesto.
Y las incorporaciones... Ay, las incorporaciones. Son una incógnita. Necesitan más de cien días. Juan Carlos Suárez-Quiñones y Fernández ha empezado a apuntar maneras. Es un todoterreno de la política, todo ambición, y se ha hecho mejor con la parte de Fomento (sus primeros programas de política vivienda, de diez) que con la de Medio Ambiente, en la que sigue los pasos de su antecesor, Antonio Silván. El titular de Educación, Fernando Rey, bastante ha hecho con poner en marcha el curso escolar (con el desaguisado de la política estatal que dejó el polémico Wert) y el universitario; pero no tardará Rey en mostrar por qué le fichó Herrera y por qué dejó ficharse por Herrera. Y a la titular de Cultura y Turismo, Josefa García Cirac, le pasa un poco lo que a Suárez-Quiñones y Fernández con el Medio Ambiente: por el momento, en su labor sobresale el seguir los pasos de su antecesora, pero en el horizonte se otean a medio plazo citas, como Intur y Fitur, en Turismo, que le permitirán dar su toque político propio a programas esenciales para la economía regional. Necesita más de cien días. Lo que no es bueno ni malo. Es.
¿Regeneración?
Donde el estado de introspección del presidente va a obligarle a un esfuerzo observador mayor, máxime con unas generales dentro de 70 días, es en el del partido. Herrera no tiene partido. La sede regional de María de Molina no muestra actividad y la secretaría regional no funciona. Ha llegado mediados de octubre y el presidente ni ha convocado el comité ejecutivo autonómico del PP con el que solía empezar el curso político. Tiene un problema muy serio Herrera en el partido. Y es de donde más señales de suspense salen. Y la emisión de las mismas llega a las sedes provinciales. En todas se habla de regeneración, pero nadie da un paso atrás para que el partido pueda cambiar algunas caras, harto desgastadas por la acumulación de legislaturas en el escaño. Hay temor... Qué temor, pánico en las direcciones provinciales del PP al roto que le pueda hacer Ciudadanos en las urnas el 20 de diciembre. Más aún desde la noche del 27 de septiembre, cuando se conoció el escrutinio catalán. Pero ni un solo presidente provincial ha puesto a Herrera sobre la mesa alguna propuesta innovadora, algún cambio de caras... En Valladolid harán hueco a la ministra de Agricultura, pero para el resto de la lista al Congreso o la del Senado la pelea es cruenta. Solo la ministra Tejerina puede frenar la caída de votos del PP en Valladolid. El partido está sin rumbo. La prueba, el chusco episodio de los teléfonos móviles que no habían devuelto algunos concejales populares al Ayuntamiento. Vaya golpe de imagen que les ha asestado el alcalde socialista, Óscar Puente. Y que se lo haya dejado dar el PP muestra y demuestra cuán desorientado está este partido en su estrategia política municipal. Para esta semana se espera la decisión de la Audiencia Provincial sobre el recurso del exalcalde Javier León contra la sentencia que le inhabilitó para cargo público. Suspense que añadir al suspense general.
Un repaso por el resto de provincias del PP en Castilla y León permite constatar que el relato político en los próximos 70 días en el partido gobernante se escribirá en clave de suspense. Y el suspense provoca muchos nervios. Solo se libra de ellos el PP de León. De la mano de Antonio Silván. Sólido Silván, a prueba de nervios. Y de suspense.
J. I. Foces
Subdirector de El Norte de Castilla