, 05 de mayo de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
Contra la estupidez humana
X

Contra la estupidez humana

Actualizado 11/10/2015
Aniano Gago

Los humanos hemos demostrado a lo largo de la historia que somos seres muy estúpidos. Y este es un calificativo muy generoso, porque el ser humano va mucho más allá: es cruel, es criminal, es malvado y es imbécil. Eso como mínimo. Para demostrarlo no hace falta mucho, sólo recordar que el hombre es el único ser vivo capaz de matar a un congénere sólo por maldad, sin necesidad, sin motivo. Porque los animales matan para quitarle la comida a los demás de su especie o de otras semejantes, pero no como nosotros, que lo hacemos sin hambre y sin sed; al contrario: saturados de comida y hartos de bebida somos capaces de ser mucho peores, hasta llegar a la crueldad. Por ideología, por religión, por criterios políticos o por cualquier otra razón irrazonable.

[Img #450039]Porque esa es otra: el hombre es el ser razonable, el homo sapiens que ha llegado al homo kantiano. Precisamente Kant era del mismo país del genocida Hitler, quien ostenta, y detenta, ser uno los mayores genocidas de la historia, junto con Pol Pot o el rey Leopoldo, olvidado y desconocido genocida, recordado en algunas ediciones de ese libro imprescindible que es "El Corazón de las tinieblas" de Josep Conrad. El belga mató a ocho millones de personas en el África negra.

Y digo todo esto para situar la nueva estupidez humana (eso sí, en otro contexto, más liviano, nada que ver con esas maldades) que puede ponerse de moda. Lo he visto y escuchado en una noticia de televisión: se trata de un restaurante en New York, situado en Brookling, donde está prohibido hablar. Se llama "Eat" y pretende que los comensales valoren "el profundo valor de comer". Sólo se oye en el restaurante el tintineo de los tenedores y las cucharas con el plato, o las copas de vino, supongo que de cristal de Bohemia, de la Granja de San Ildefonso de Segovia o de Murano. La cosa llega a tal grado de estupidez que si alguien habla se le expulsa del comedor por impertinente y por no haber descubierto el valor de sólo comer en una ciudad llena de ruidos.

Hace algunos años yo mismo tuve una experiencia estúpida, que fue cenar a oscuras, sin saber que contenía el plato. Fue algo que recuerdo con angustia porque encima fui cómplice del encuentro culinario al patrocinarlo desde una televisión de la que yo era director. Me engatusó una comercial absolutamente estúpida con ideas estúpidas y yo mismo fui un estúpido. La experiencia me sirvió para intentar no volver a caer en otras estupideces semejantes. Años después, cuando escucho, y veo, eso de comer sin hablar, no he podido por menos que escribir estas líneas para reafirmarme en que el hombre no tiene remedio, que tropieza de piedra en piedra, al cabo de años y siglos, sencillamente porque es estúpido, sin posibilidad de solución. Eso que hacen en New York me recuerda también cuando los frailes donde estudié el Bachillerato me sometían cada año a una semana, o dos, de ejercicios espirituales, durante los cuales en el desayuno, comida y cena no se podía hablar. Los niños nos mirábamos como desconocidos, sorprendidos de una situación tan estúpida. Aún padezco de aquellos traumas. Menos mal que con el tiempo, ya ido del seminario, superé la relación con las mujeres, que allí, lógicamente estaba vedado. Eso ya hubiera sido el desastre absoluto.

Termino: para un servidor lo más importante de una comida es como sigue: 1) la compañía ( o sea, la conversación,), 2) el ambiente del lugar (restaurante, bodega o taberna, y si tiene ruido, moderado, mejor), 3) la bebida, o sea, el vino, que aunque me encanta y sublimo en su medida el Vega Sicilia, y considero el San Román de una emoción especial, admito sin problemas el vino de cosechero y en porrón, y 4) la comida, toda, preferiblemente los guisos de la abuela, valorando como se merecen David Muñoz, Ferrán Adriá o mi ídolo Martín Berasategui.

Me voy a gritar contra la estupidez humana.

La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.

Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.

La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.

En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.

Comentarios...