Gastos superfluos (de los políticos y otros)

Hablamos del uso de dinero público por políticos y otras instituciones. Y aunque sean partidas aprobadas, lo esencial es saber si esos desembolsos sobrepasan lo fijado y descrito en las comisiones, o lo contraído en los presupuestos oficiales. No es cuestión de eliminar o de realizar menos actividades necesarias; no. Como en las economías familiares, solo se debe pagar por invertir lo justo; nada de exageraciones, nada de gastos superfluos. Son aquellos que no son indispensables o imprescindibles, aunque este concepto suponga algo de subjetividad.

Lo que sí es objetivo, nada cuestionable, es que los Ayuntamientos españoles están casi todos acogotados y sumidos en grandes deudas. Y claro, las arcas municipales no están para fiestas ni florituras, aunque algunas sean patrimonio cultural o de raíces populares antiquísimas. Fiestas, las justas, que no está el horno para bollos. Por eso, el actual alcalde de Cádiz, Kichi, ha dicho a las cofradías de la Semana Santa gaditana que va a reducir gastos y que miren por dónde ajustan en las subvenciones que reciben del Consistorio. El alcalde Kichi (José María González) no fue tan loco de comenzar menguando las ayudas a los pasos y Hermandades semansanteros, pues primero rebajó los sueldos a la mitad, el suyo y el de los ediles del municipio gaditano. También, sin mermar la efectividad de la actividad, Kichi ha recortado en gastos de los liberados, personal eventual, dietas, primas y asignaciones de los grupos políticos, entidades vecinales, fiestas deportivas y musicales, Carnavales, etc., con un gran ahorro cercano a los 500.000 euros anuales.

Así, algunos ayuntamientos (Carmena en Madrid, Colau en Barcelona, y otros más) le han imitado en cuestiones que clamaban al cielo y eran el cabreo de los ciudadanos.

Pues aquí, en Salamanca, el alcalde Mañueco, del PP, debería ir aprendiendo. Pero parece que hace lo contrario: contratar a más gente innecesaria, y encima, a dedo, sin valoración oficial de los méritos. Un solo requisito se necesita: pertenecer a esa red familiar que copa los contratos del equipo pepero de Gobierno, con sobrinos, parejas, exconcejales y compañeros del partido. Es abundante la nómina de estos asesores y enchufados, emboscados principalmente entre la tramoya de las Fundaciones "Salamanca Ciudad de Cultura y de Saberes", Turismo Salamanca, Ciudad del Español, etc.

Conminamos a los partidos emergentes de la capital, C´s y Podemos (y que se les sumen los ediles del PSOE de JLMateos, si no quieren que su partido se desinfle aún más en las próximas elecciones), que den un buen repaso al alcalde Mañueco y a sus ediles peperos ?y de paso, al presidente de la Diputación? en eso de los gastos superfluos y en la práctica del nepotismo. Podríamos sumar a lo anterior lo que se ha derrochado en gastos de representación y en dietas exageradas; en entradas gratis de espectáculos, con palcos y butacas de patio incluidas, para familiares y amigos de los concejales; comilonas, festines, etc. Y lástima que hayan prescrito ya algunas de las alcaldadas del anterior regidor del PP, Julián Lanzarote, con sus cacicadas en las extrañas contrataciones de obras y gastos fastuosos en convites y en favoritismos en las adjudicaciones publicitarias de la campaña electoral en unas elecciones municipales.

También la USAL realiza gastos superfluos, a pesar de que últimamente los ágapes y vinos de honor están prohibidos en la universidad. Y aún no se ha erradicado del todo el mal uso del dinero público, con gastos desmesurados en viajes, dietas y material tecnológico. Siguen financiando demasiadas excentricidades y megalómanos proyectos, cuando el dinero hace falta para contratos de profesores, de PAS, para actividades académicas, o para infraestructuras y otras necesidades departamentales y de I+D+i.

Gastar superfluamente lo hacen, además del Ministerio de Educación y Cultura, muchas consejerías autonómicas de Cultura y Turismo ?la de C y L entre ellas?, que subvencionan cursos, congresos y mini empresas sobre el español y el turismo teresiano que no sabemos muy bien a qué dedican y qué frutos tienen más allá del puro negociete, sin relevancia cultural o patrimonial. Ejemplificamos el despilfarro del Ministerio de Cultura (Departamento del Libro) y el Gobierno del Principado de Asturias, en unas subvenciones anuales para un insólito Encuentro de Escritores y Críticos españoles. Es una reunión de amigotes de no más de veinte personas, para hablar de sus cuitas literarias y otros temas menos idílicos. El evento se celebra cada comienzo de curso, allá en Pendueles, Asturias, en la Casona de Verines, propiedad de la USAL. Este encuentro de los críticos apenas tiene transcendencia mediática, sin apenas impacto a nivel nacional literario, pero menos aún, académico o cultural. Solo retroalimenta el exagerado narcisismo de los escasos asistentes. Los mini debates, o charletas, son a puerta cerrada, y ellos se lo comen y se lo guisan todo solitos. Bueno, exactamente no es así. Las dos instituciones ?la USAL solo cede la Casona- apoquinan religiosamente elevadas facturas de estos sesudos literatos por algo más que alimentarse y dormir: copiosos menús, cafés, copas, puros, licores varios a tutiplén. O sea, esto es algo más que gastos superfluos; sería ya la repanocha del dispendio. Y como este evento, improductivo y trivial, existen cientos en toda España.

Entre tanto derroche pecuniario en las instituciones del Estado se van más de 1.300 millones de euros anuales, tirando por lo bajines. Y si oteamos más alto, la cifra del expolio a las arcas públicas superaría los 20 mil millones de euros. Por ejemplo, examinado a fondo las puertas giratorias y las fundaciones ineficaces; tribunales de cuentas, consejos consultivos, comisiones municipales y de las diputaciones, y demás momios y privilegios.

Y suma y sigue, pues la extensión en el exceso de los gastos en otras partidas y corruptelas es incalculable, incluidas las contrataciones fraudulentas, los presupuestos inflados o ficticios, y las jubilaciones doradas de muchos políticos.