FP-I

Aunque no lo parezca, oculta por este tráfago de corrupciones, identidades, precampañas, primas de riesgo y demás, por debajo, sigue en marcha la Educación. Como una caravana de hormigas bien organizada en estamentos que cada mañana sale de los domicilios y termina en escuelas infantiles, colegios, institutos, facultades. Y que, como el sistema circulatorio que nos enseñaban en el cole, casi invisible bajo la piel, alimenta de sangre al cuerpo social. Bueno, eso en los países como el nuestro en los que el acceso está ya más o menos garantizado.

Pobre Educación. De vez en cuando organizaciones públicas y privadas la utilizan para sacar pecho o arrojarla contra el contrario. Es fácil de manipular. Difícil de evaluar con rigor. Pero es más difícil aún llegar a consensos sobre sus objetivos, sobre su esencia.

Un informe diagnóstico (?) reciente de la OCDE advierte a España de que hay "muy pocos" titulados universitarios para satisfacer la demanda laboral, así, por las bravas, sin aclarar más. Te mondas. La OCDE es la "Organización para la cooperación y el desarrollo económicos" y se mete donde no la llaman (o sí la llaman una vez que se acepta que el sistema educativo tiene como única finalidad producir trabajadores) para definir las competencias o destrezas como el grupo de conocimientos, capacidades y atributos que permiten a toda persona desempeñar de forma adecuada y consistente una determinada actividad o tarea (la cursiva es mía) y perdónenme por usar ese lenguaje abstruso y un tanto inane de los psicopedagogos. Es verdad que una definición tan amplia podría aplicarse a "tareas" como pintar, leer, componer, visitar museos o cuidar un jardín, pero verbos como desempeñar y adjetivos como adecuada y consistente le hacen pensar a uno en otras tareas del tipo de las desarrolladas por un operario de una cadena de envasado de manzanas o por una trabajadora de una cadena de montaje (como inmortalizara Chaplin en Tiempos Modernos, allá ya por el año 36, ahí es nada). En este informe sobre la Educación la OCDE pone de manifiesto que los jóvenes españoles se enfrentan a «grandes dificultades» para incorporarse gradualmente al mercado laboral. Y se pide entonces más compromiso del Servicio Público de Empleo. ¡Acabáramos! La calidad educativa se mide por el nivel de paro y además de paro juvenil. Así que hay que ponerse a desarrollar las «competencias relevantes» demandadas por el mercado laboral y asegurarse de que los alumnos de enseñanza superior alcancen un alto nivel de cualificación profesional.

A mí esto me hace temer la llegada de una realidad distópica en la que se pida que comencemos a trabajar competencias profesionalizadoras ya desde la educación infantil. De ahí la letra I del título -de Infantil, no de Inicial ni de Uno en caracteres romanos- asociada a la FP que dual o no, tan revalorizada está últimamente. Convirtamos a nuestros infantes en prealbañiles o precamareras pidiéndoles que hagan con plastilina figuras con forma de ladrillo o se acostumbren en el rincón de los disfraces a llevar uniforme con pajarita (al fin y al cabo la construcción y el turismo eran o son nuestros sectores más productivos) o en premédicos (seguro que a eso sí les gustará jugar en el cole). Cambiemos el título de Graduado en la ESO por el Título de Parado. Más o menos como al salir de las facultades universitarias.

Aliviado, leo en una revista del ramo un artículo de la directora general de la UNESCO que plantea un horizonte diferente para la Educación y pone de relieve su valor intrínseco y no sólo un "educar para" la inserción laboral. Lógicamente. La UNESCO es otra cosa, una Organización para la educación la ciencia y la cultura: "El aprendizaje no debe medirse solo por las futuras ganancias a través del desarrollo de capacidades, sino como un medio para promover el desarrollo personal y social". Al desarrollar los individuos todo su potencial, se conseguirán las transformaciones sociales, apostilla esta responsable en temas educativos, no sólo económicos. Luego será cosa de los poderes públicos conseguir disponer las condiciones que permitan acceder a todos a un empleo digno, en general acorde a la inversión inicial en tiempo y esfuerzo aunque mediatizada siempre por las condiciones de partida, tantos las personales como las contextuales. (Mientras escribo esto pasan en la tele unos programas de hormigueros y salvamentos para los que no parece necesitarse mucha comprensión lectora ni otras zarandajas competenciales)

Debo ser un romántico pero preferiría que nuestros jerifaltes, nuestros profesores, nuestros padres y madres y, sobre todo, nuestros empresarios siguieran las ideas de la UNESCO antes que las de la OCDE. Necesitamos tener un trabajo digno para poder realizarnos como personas, sí, pero la esencia de la Educación está en otro lugar.