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El mensaje de los medios
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El mensaje de los medios

Actualizado 04/10/2015
Aniano Gago

Hace ya varias décadas que pasó a ser como el "padrenuestro" de los periodistas la frase que un día dijo el comunicólogo canadiense McLuhan: "el medio es el mensaje", traducido en muchas ocasiones como "el mensaje es el medio". Igual da que da lo mismo: de lo que se trata es que lo que se comunica depende del medio de comunicación. Si este artículo se publicara en "The New York Time" su importancia sería notablemente superior, aunque no se cambiara una coma. Eso lo sabemos los escritores de periódicos que, envidiosos, descalificamos a otros que pensamos que escriben peor que nosotros pero que tienen la suerte de publicar en medios de mucho más influencia. Cierto y verdad es que los medios digitales han cambiado notablemente las cosas porque el área de difusión ahora es global. SalamancartvAl día se puede leer lo mismo en Cantalpino que en Miami, igual en Cañizo de Campos que en Sebastopol. Las cosas han cambiado y nosotros con ellas.

[Img #444751] Pero lo que sigue siendo igual, mejor o peor, más brillante o más zafio, es el contenido que difunden los medios. Unos son buenos, otros malos y la mayoría regulares. Dependen de las noticias y las opiniones que difundan. Por eso la responsabilidad de los medios, antes y ahora, sigue siendo semejante. Y, en general, muy importante. La sociedad siempre seguirá informándose a través de los medios, de papel o digitales, ondas hertzianas, rayos catódicos o plasma. Han cambiado los sistemas técnicos en algunos casos, no todos, pero el fondo sigue siendo el mismo. De ahí que antaño, en el siglo XIX y principios del XX los medios de comunicación, todos de papel, pertenecían a los partidos políticos de forma inequívoca. O eran liberales o eran conservadores o eran comunistas o eran anarquistas. Estaba clara la cabecera y con la cabecera el contenido y su tendencia. Ningún lector se equivocaba. Sabían que producto compraban a los voceros. Podía gustar o no, pero era así y nadie se llevaba a engaño.

Ahora no, ahora todo está trufado, mezclado; ahora no se sabe si la carne de la hamburguesa es de ternera o de caballo, de pollo o de avestruz. Los medios se declaran todos independientes, pero casi todos, o todos, dependen en gran medida, del gobierno de turno vía publicidad. De forma y manera que las informaciones están trucadas y las opiniones dirigidas. Los periodistas, a su vez, vendidos o entregados. Unos porque dependen de la publicidad gubernativa, local, provincial o autonómica, y otros porque saben que si no se entregan al poder están abocados a cambiar de oficio. Nos encontramos así con que el oficio más maravilloso del mundo se convierte en una escoria, en un asidero para saltimbanquis y en una almoneda.

Periódicos de fuste nacional transigen y se entregan a los gobiernos de turno, igual que otros de prestigio regional o provincial a los poderes autonómicos. Muy pocos se salvan de la quema o tienen sus responsables la dignidad de intentarlo. A veces los pequeños digitales, a base de esfuerzo y de obrar milagros, consiguen la independencia necesaria para ejercer su "misión" con cierta gallardía. Es una suerte contar todavía con periodistas que quieren hacer de este oficio un referente de ética colectiva y responsabilidad social. Porque muchos ya han tirado la toalla y se avienen con el poder no sea que el poder los triture. Un día me dijo un diputado popular: "se puede estar cuatro días contra el gobierno, pero no cinco". Tenía razón, el poder siempre sale ganando, y más cuando como ahora no hay poder civil porque todo es político. Hasta las asociaciones de vecinos necesitan de la ayuda pública para hacer su labor.

Pero esto que está pasando, este silencio general que existe en los medios ( con honrosas excepciones) ante el poder de turno, lo terminan pagando también los censores. Lo acabamos de ver en las recientes elecciones europeas. De pronto los grandes partidos han sido vapuleados por los votantes. ¿ Por qué se sorprenden?. Pues muy claro: como tienen amordazados a los medios los medios no les dicen la verdad, sólo lo que quieren oir, y por eso no se han enterado del descontento que había. Se creen los grandes gurús de la comunicación política que lo mejor es silenciar las carencias y los errores del gobierno de turno, maquillar las decisiones políticas desacertadas, ocultar la corrupción. Pero eso es un bumerán. Como se ha demostrado. Si la verdad, si la crítica, se esconde, se acalla, el tiempo hace que brote con fuerza el enfado escondido incluso por medio de la violencia. El ejemplo más claro lo vimos en Burgos con el "caso Gamonal". Los medios locales callaron y tergiversaron tanto lo que pasaba que los ciudadanos afectados prepararon una gorda para que se enteraran los medios nacionales. Y lo consiguieron. El desastre sigue latiendo, porque el ejemplo de Burgos va a seguir cundiendo, como se demuestra en Barcelona con Can Vies.

La información veraz debe tener cauces lógicos y para eso están los medios. Cada uno con su verdad, con su ideología si se quiere, con sus interés. Pero con un mínimo de verdad. Porque si no es así antes o después salta la liebre. Ahora se preguntan en el PP y en el PSOE qué ha pasado. Y dicen que es que no se han sabido explicar, le echan la culpa a un fallo de comunicación. Pero? ¿cómo es posible que digan eso gobernantes que huyen de los medios, que no conceden entrevistas ? excepto en campaña electoral -, que no dan explicaciones a la gente a la que se deben con la frecuencia necesaria, que prohiben las preguntas en las ruedas de prensa?. El arma de la publicidad pública, gubernamental, es determinante. Nadie se atreve a meterse con los que manejan esos presupuestos. Y, claro, después pasa lo que pasa.

El PP está lleno de censores. Y el PSOE, Y CiU, y el PNV y casi todos los partidos. Los periodistas que tratamos con los políticos sabemos cómo se las gastan, y cómo te la guardan si les criticas, un poquito sólo, y aunque sea con toda la razón. No tienen remedio; en general son mediocres y no aceptan la dialéctica, no asumen de frente su trabajo y se suelen esconder en el cinismo y la hipocresía. Por eso este varapalo que han tenido se lo merecen. Y más que tendrán porque no van a cambiar de comportamiento esos gobernantes que se creen los dueños del mambo y se preocupan más por sus vidas que por las ajenas a quienes representan democráticamente. La democracia, hay que repetirlo, es el menos malos de los sistemas posibles, pero hay demócratas de pacotilla que lo son porque este es el tiempo que les toca. Pero ni se creen la democracia ni la ejercen.

El cuarto poder está medio muerto, en muchos sitios muerto del todo. Y lo han matado los poderes del Estado, los poderes autonómicos, los poderes provinciales y los poderes locales. Honor, eso sí, para quienes no forman parte de este lamentable elenco. Son los menos pero tienen mucho mérito.

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