Esta semana ha sido noticia lo que no debería serlo: El Ayuntamiento de Salamanca y la Escuela de Organización Industrial han firmado un convenio para facilitar una infraestructura a jóvenes emprendedores. Este hecho resulta tan excepcional que ha saltado a las páginas de la prensa. Doy, seguro que ustedes también, la bienvenida a la medida. En un desierto de ideas y de una planificación sería y estable, cualquier actuación es necesaria. Por lo tanto, felicidades de entrada. Especialmente, porque beneficiará a todos aquellos jóvenes que siempre han tenido una buena idea de negocio, pero que no cuentan con los recursos ni los medios suficientes para crear su propio plan de empresa. De este convenio se beneficiarán 500 universitarios. Bien, pues hagamos cuentas.
En la Universidad Pública de Salamanca se contabilizan cerca de 31.000 estudiantes, mientras que la Universidad Pontifica cuenta con 4.800 para este curso que comienza, respectivamente. Sumen y verán a cuánto asciende la partida de ayudas para este importante capítulo. Sin embargo, tuve la suerte de estar sentada en la Comisión de Urbanismo, así como en la Comisión de Contratación y a pesar de insistir en los plenos sobre la importancia del empleo, en una ciudad en la que todos los padres y madres son conscientes de que sus hijos e hijas podrán estudiar aquí, pero en ningún caso podrán quedarse por la falta de oportunidades de encontrar un empleo, las instituciones han de colocarlo como la primera prioridad de su gestión pública. No es así, son más favorables a la hora de construir rotondas, que si bien son muy útiles para la regulación del tráfico, bien pudieran diseñarse de manera más económica. Lo mismo sucede con la rebaja de bordillos, como en la Plaza de Santa Eulalia, cuyo importe supera los 450.000 euros, una plaza que no ofrecía ningún obstáculo para la movilidad de personas mayores, o con personas con alguna discapacidad.
Cemento y hormigón han sustituido a los planes de empleo. Soy consciente que el Ayuntamiento no tiene competencias en el área de empleo, pero ¿ustedes se imaginan ejerciendo de alcaldes, o de alcaldesas? Estoy segura que ustedes convocarían a todas las instancias de la ciudad para firmar un plan de empleo para Salamanca. ¿Ustedes no cogerían un coche, un avión, o el mismo teléfono y empezarían a trabajar con la Cámara de Comercio, a las oficinas de empleo del SACYL, a los hosteleros y, por supuesto, a las dos Universidades? Y si hace falta visitarían otros municipios que cuentan con ideas novedosas. Porque los cursos de búsqueda de empleo, que yo misma impartí en los años 90 se han quedado obsoletos, porque el mercado de trabajo se mueve en las redes informáticas. Ahora el campo de juego es internet o las ferias de nuevas tecnologías. Para respaldar de manera eficaz a los emprendedores hace falta que las autoridades no regateen esfuerzos y presupuestos porque el talento es lo único que no debería exportarse de nuestra ciudad.
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