¡Qué Dios reparta suerte!

En estos próximos días coinciden 2 importantes acontecimientos, uno a nivel nacional y otro internacional. Por un lado el próximo domingo 27 se celebrarán las elecciones catalanas y ese mismo día finaliza la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible.

De las primeras, poco tengo que decir ya que otros más entendidos lo han hecho. Todos disponemos de suficiente información para tener opinión, pero ya se sabe que esta es como los ombligos, todos tenemos uno. Los nacionalistas pretenden convertir estas elecciones autonómicas en un plebiscito por la independencia, alimentado sus declaraciones como las de organismos nacionales y europeos que día tras día amenazan a los catalanes con lo que perderían. Bueno pues veremos que pasan porque sin duda tanto ellos como el resto de ciudadanos de este país nos jugamos mucho.

En el otro acontecimiento al que me refiero también hay millones de personas que se juegan su futuro, muchos millones en todo el mundo, ya que en la Cumbre de Naciones Unidas que finaliza el día 27 se deben sancionar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que vienen a tomar el relevo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) cuyo plazo finaliza este mismo mes.

Sin duda los logros y avances en las metas fijadas para los ODM han mejoras las condiciones de vida de muchos seres humanos y han supuesto oportunidades para desarrollar planes de vidas dignos para familias y comunidades. Sabemos que queda mucho por hacer, pero es indudable que se han dado pasos en la buena dirección.

Este nuevo proyecto que formulan los ODS constituye, de nuevo, una oportunidad histórica y las decisiones que tomen los representantes de los países en la Cumbre determinarán el devenir de cuestiones tan importantes y trascendentes como: la lucha contra la pobreza, la erradicación de las desigualdades sociales y el control del cambio climático. Una nueva agenda de desarrollo, un plan de acción para que la comunidad internacional y los Gobiernos nacionales, 17 objetivos y 169 metas que culminara en el año 2030 y que debe dar continuidad, completar y mejoras los avances de los Objetivos del Desarrollo del Milenio.

En una entrevista publicada por El País hace sólo un par de días a Marta Pedrajas, Vocal Asesora de Políticas de Desarrollo en Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, esta afirmaba "No esperaba que fuera tan difícil negociar sobre derechos humanos en las Naciones Unidas" Pero es precisamente sobre eso sobre lo que va este asunto, derechos, derechos de todos y para todos. Siempre se trata de lo mismo.

Espero y deseo que España y también los países de la Unión Europea mantengan ante estos temas posturas coherentes, firmes y conjuntas. Posturas unánimes tras alcanzar los consensos necesarios. Ya han puesto de manifiesto que son capaces de ello cuando abordan problemas económicos, como en el caso de Grecia, pero luego hacen aguas y dan muestras de gran debilidad cuando se trata de refugiados, de sus derechos y su futuro.

El filósofo y escritor francés Jean-Jacques Rousseau sostenía en su conocida e influyente obra El Contrato Social: La igualdad de la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano sea tan opulento que pueda comprar a otro, ni ninguno tan pobre que se vea necesitado de venderse. Pues en estos días tenemos pendiente la firma de dos importantes contratos sociales, uno en Cataluña y otro en Nueva York, sede de las Naciones Unidas. Que Dios reparta suerte.