Después de la época estival, dedicada por este columnista al mundo de la lírica, nos reencontramos de nuevo en ese universo prosaico, convulso y lleno de avatares en el que lo difícil es seleccionar el tema con el que iniciar una nueva andadura. Sin embar
El político más perspicaz que ha tenido nuestra democracia, retirado de la escena política por voluntad propia, el genial don Alfonso Guerra, dijo en cierta ocasión: "Dedico media vida a que los nacionalistas puedan defender sus pretensiones y necesito la otra media para conseguir que no las consigan". Este es uno de los grandes problemas de Cataluña, que muchos de sus principales dirigentes no han estado ni a media altura de don Alfonso. Las pretensiones de estos políticos nunca se han movido en la búsqueda de un final feliz, que bien pudiera ser una soberanía permeable con la del resto de la nación, sino que habiendo llegado al punto de tener la mayor autonomía que jamás haya conseguido ningún pueblo de Europa, ahora se presupone van a conducir a sus ciudadanos a una soberanía cerrada y mucho más controlada por las élites.
En principio, una independencia que la necesita don Artur Mas con urgencia, sin negarle sus ideas patrióticas, para su prestigio político y no tanto para un pueblo consciente o inconsciente de la travesía del desierto hacia un final imprevisible. También, de paso, quizá se consiga una amnistía para otra de las "deidades" que durante treinta años gozó de pleitesía a ambos lados de esa imaginaria frontera entre catalanistas y españolistas, o sea, el "molt honorable". Y ya como anécdota, hace un decenio Cataluña tuvo un vicepresidente republicano, hoy retirado, que aún se le recuerda por estas palabras a una aparente ofensa: "yo no me llamo José Luis, me llamo Josep-Lluis", el mismo que siendo presidente en funciones, en una huida hacia ninguna parte, al parecer preparó una reunión con un grupo terrorista sin que se supiera en qué le hacían asimilable.
Son sólo tres ejemplos de independentistas y no son ejemplares, pero han dado mucho juego para que España parezca una cárcel de la que hay que fugarse sin conocer los apoyos exteriores. Sin embargo, con estas elecciones, se le va a echar al señor Mas esa cuerda que necesita. En principio no se trata de otra cosa. Es mucho más fácil gobernar con 700.000 parados en la mochila (500.000 sin ingresos) y decir que esto lo va a resolver la independencia, que gastar energías en éste y otros problemas cuando la solución es difícil. Què volen que els digui. (Qué quieren que les diga).
Pero imaginemos que estamos en el 28-S y ustedes, catalanes españoles, convencidos por los señores Mas y Oriol o por un sentimiento muy arraigado, ya han conseguido ser independientes. Ahora se trata de pedir al resto de España la herencia, la dote o como la llamen y, como buenos gestores, lo harán a beneficio de inventario. Pero cómo se hace ese inventario. ¿Qué se suma y qué se resta? ¿Ustedes no han recibido prebendas fuera de nuestro país por pertenecer a España? ¿O ha sido España la que ha viajado por el mundo demandando crédito por pertenecer a Cataluña? Es de esperar que nadie diga que la parte alícuota que les corresponda de "la deuda" ya la han pagado en diferido. Esto sería obsceno, pero nunca se sabe cuando es todo tan contradictorio.
No hay más que decir. Hasta aquí hemos llegado. A muchos extranjeros por ser españoles en Cataluña y catalanes y no catalanes en España nos va a doler, pero en ningún caso se debe hablar de tanques ni nada por el estilo. Aunque si gana el "no", por favor, también nos gustaría disfrutar de un largo trecho de paz.
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