Adaptación y tal

Siempre he admirado el trabajo de los maestros. Especialmente el de los maestros de los más pequeños. Infantil se llama ahora. Hombres y mujeres que se enfrentan dirariamente a más de veinte niños y niñas ?monstruos y monstruas- de entre tres y seis años. A mí ?os lo juro- me parece de una heroicidad impresionante. Quizá sea la profesión más vocacional que exista en nuestros días. Dicho todo esto paso a despacharme con el tema de la adaptación y tal.

La culpa no es de los maestros. Eso seguro. Imagino que el Ministerio de la cosa y las respectivas Consejerías de educación de nuestras multiculturales autonomías tendrán sabios pedagogos y egregias cabezas pensantes dedicadas a escurrirse la materia gris para lograr el único objetivo importante: la felicidad de nuestros niños.

La culpa no es de los niños. Eso fio. Imagino que los que saben de esto de la educación y las enseñanzas y la psicología evolutiva e infantil habrán tenido en cuenta muchos y contrastados estudios para poner en marcha un plan tan maquiavélico de acceso a la escuela. Todo, ya digo, por el bien y la dicha de nuestros pequeños vástagos.

Pues bien. La cosa en la Comunidad de Madrid es como sigue. Al menos en los colegios públicos. Concretamente en el colegio público al que ha entrado mi hija: Las clases no comienzan el lunes después de vacaciones sino el martes. Bueno, bien. Un día de regalo y de margen y tal. Vale. Pero es que el horario de martes a viernes es de 11:30 a 12:45. Total, una hora y cuarto al día. Que digo yo que para una hora y cuarto, que para eso que no vayan. Pero bueno, pase. Son cuatro días y ya. Dedico una semana de mis vacaciones a estar con mi pequeña y santas pascuas. Pero no. Hay más.

El lunes siguiente se mantiene ese mismo horario. De 11:30 a 12:45. Que digo yo que podían comenzar ya normal. Que no son muy hábiles estos listos de la cosa. Porque luego cambian el horario de martes a jueves. Esos tres días entran los niños a las 09:30 y salen a las 12:45. Bien, pues perfecto. Supongo que ya es el horario definitivo. Craso error. El horario definitivo no entra hasta el mes de octubre. Y no solo eso, sino que el viernes te vuelven a cambiar el horario de los pequeños para lo que resta de septiembre. Y el crío entra a las 09:00 y sale a las 13:00 y se te queda una cara de tonto que ya no sabes ni en qué día vives.

Total, que yo les he hecho un calendario a los abuelos de las niñas que es de fliparlo. Les he llenado el móvil de alertas. Más que nada porque se complica la cosa al tener una en primero y otra en tercero. Y porque entran y salen por puertas diferentes. Una gimkana. Pero de las chungas.

Suena gracioso y tal. Pero una cosa es contarlo y otra es vivirlo. Las carreras de padres desorientados y desesperados que no recuerdan la hora, la puerta, el día, el color del babi, las fichas, el libro de lectura, las toallitas húmedas, la ropa de recambio, la caja de tisús, la taza de plástico, las fotos, el rollo de papel cocina, el imperdible con la acreditación, el dinero para material de la cooperativa, la autorización para tomar imágenes, las inscripciones de las actividades extraescolares, lo del comedor?

Sólo una cosita. A los listos que se inventaron lo de la adaptación. Muchas gracias por buscar la felicidad de nuestros hijos. Ahora sólo os pediríamos que adaptaseis vuestra adaptación a la puta realidad. Imbéciles.