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De luces y oro, ofertorio condal a la Virgen de la Cuesta
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RITOS FESTIVOS

De luces y oro, ofertorio condal a la Virgen de la Cuesta

Actualizado 12/09/2015
Rosa Gómez

MIRANDA DEL CASTAÑAR / Los 'danzaores' dieron comienzo a las relaciones, uno a uno, siendo acompañados siempre por un 'bobo de la danza' visiblemente emocionado (REPORTAJE GRÁFICO)

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Que Miranda del Castañar es uno de los pueblos más emblemáticos de la Sierra de Francia, ya se sabe, que además es uno de los núcleos más característicamente medievales también se percibe, como se conoce su cada vez más afamada "Noche de los candiles", la víspera de la fiesta grande en honor a la patrona, la Virgen de la Cuesta.

Lo que es menos conocido, y no por ser menos hermoso, es su ofertorio. Tendemos a creer que todos los ofertorios de la Sierra de Francia son iguales y sin embargo no sólo no es así sino que después de asistir y documentar una gran parte de ellos puedo asegurar que cada uno guarda sus propios códigos, su propia y muy diferente idiosincrasia. Voy más allá de indumentarias y alhajas, de protocolos y danzas, la actitud ante la ofrenda es muy distinta en cada uno de los pueblos que he visitado. Pero si hay algo que los caracteriza y unifica es su magia y el sentir puro de lo atávico. En todos se respira la cultura más profunda. Estamos ante esa base del mundo simbólico de significados, creencias, valores y tradiciones que se expresan a través de la lengua, el arte, la religión y los mitos.

El día de la Virgen de la Cuesta los cofrades, el tamborilero, Javier Cenzual, el 'bobo de la danza' encarnado en Cándido González, junto con el grupo de jóvenes 'danzaores' y ramajeras, además de la 'mocina del ramo' han ido a buscar a Encarna Torija, la alcaldesa, y las demás autoridades. Desde el Ayuntamiento la comitiva se dirigió a la iglesia realizando los mozos ya un paleo.

El 'bobo de la danza' de Miranda es una figura que se encuentra con denominaciones distintas en otros municipios. Nada más lejos que bobo, su función es guiar y hacer de maestro de ceremonias del acto. Sus pasos de danza son perfectos, de aquellos maestros que se pueden permitir lo más excelso y lo más cómico. Si la noche antes vimos a Candi dirigir al grupo de 'danzaores' por las intrincadas calles medievales a la luz de los candiles en "ires y venires" al ritmo de tambor, en el ofertorio veremos cómo conducirá uno a uno de los jóvenes ante su patrona, haciendo así de nexo, de perfecto maestro de ceremonias no sin antes intentar desorientarlos entre los otros danzarines.

Candi heredó esta tradicional labor de sus antecesores, y con toda dignidad y orgullo la lleva realizando desde hace años, muy consciente de su ministerio ancestral, portando su característico tocado. Antaño el atuendo del bobo estaba formado por calzón y blusón blanco pero siempre con el mismo gorro. También portaban una vejiga atada a un palo con la que atizar a la gente para que dejaran paso a los danzarines.

Otra de las figuras más entrañables es 'la mocina del ramo' que va acompañando al tamborilero y como su nombre indica porta un ramito de olivo con aceitunas verdes, adornado con cintas y rosquillas. Este año la figura recayó en Ana, una bella niña de siete años cuyos rasgos componían una unión perfecta con sus hilos o cordones, los collares tradicionales de distintas longitudes que como se puede comprobar en las imágenes aquí son únicos.

Una vez celebrado el acto litúrgico dentro del templo, el culto prosiguió en la plaza de la iglesia con la imagen de la Virgen en andas, bajo el atrio, presidiendo la ceremonia sobre una mesa.

LAS RELACIONES

Seguidamente los 'danzaores' dieron comienzo a las relaciones, uno a uno siendo acompañados siempre por un 'bobo de la danza' visiblemente emocionado. Comenzaron las mujeres siendo primera la 'mocina del ramo', quien recitó sus personales versos. Sin duda es uno de los momentos más emotivos y cada uno de ellos tienen una gran carga emocional que intento mostrar en las imágenes. En las relaciones los jóvenes, casi niños, pasan por todo tipo de estados anímicos y así los muestran ante el público. Comienzan nerviosos y se van serenando, podríamos pensar que es una mera actuación pero no es así, es una plegaría en forma de versos mediante los que piden y dan gracias, donde se acuerdan de los que se fueron y los que están por venir, de sus amigos y sus familias, pasan de la lágrima a la más candorosa de las sonrisas. La jaculatoria va marcada por un particular movimiento repetitivo del ramito, como si fuera la batuta que marca el ritmo de esas emociones que también ofrecen a su patrona y que en todo momento mantienen al cielo con su mirada. Estos sentimientos intenté captarlos en las imágenes.

Posteriormente las madres y abuelas cubren minuciosamente con pañuelos la abundante joyería de las 'danzaoras', este acto marca el inicio de las danzas y toda precaución es poca para estas maravillosas alhajas.

Las danzas, el paleo y el ramo (o cordón como aquí se conoce) son parte esencial del ofertorio, de hecho es ofrenda y con ello se muestra tributo a la Virgen de la Cuesta. Un grandioso ramo de fresno, flores amarillas, blancas y rojas ponían una nota cromática a un conjunto ya de por sí bello y colorido. Las ramajeras cumplieron el ritual de tecerlo de una forma sosegada y refinada.

El rito de ofrenda continuó con mujeres que portaban en sus cabezas cuartillas o medias fanegas llenas de cereal, bollos, rosquillas y algún jamón. A estas mujeres fueron a buscarlas también el tamborilero, el bobo de la danza y el grupo. Los vecinos devotos también ofrecieron dinero, sin sobre, y de repente casi una cesta grande se llenó de billetes de todos los colores.

Finalizó la ceremonia con una subasta pública, ante la imagen, con todas las dádivas ofrecidas.

Por una bandeja de rosquillas se llegó a pagar unos 80?, por un jamón 440?, y así sucesivamente, dinero para ayudar al mantenimiento de los gastos de la cofradía de la Virgen de la Cuesta.

El ofertorio termina y el próximo año volverá a repetirse como ritual ancestral más que enraizado. La silueta del castillo condal se recorta en el cielo festivo. El ciclo de la vida y la fiesta siguen.

Mi agradecimiento a Concepción Pérez, originaria de Miranda del Castañar, que desde el principio de mi andanza la Noche de los Candiles, me hizo de guía de forma generosa.

Rosa Gómez

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