La mujer que guía a los caballos
de los ojos dorados
se ha detenido al anochecer
en el cruce de los caminos,
bajo las alas negras de los abetos
y no sabe a dónde ir.
Lleva hierba fresca en sus manos
para ofrendársela al último sol.
Ha venido por una espesa senda
de naranjas y de limones caídos,
que nadie recoge.
Pequeños soles abatidos son los frutos
que manchan de sangre sus pies
y de oro rojo los cascos de los caballos.
No sé por qué, ante esta aparición,
recordé con dificultad
unos versos de Puschkin:
"Acaso se deba al silbo del ruiseñor
el temblor de la hierba de los prados.
Los bosques oscuros se inclinan hacia la tierra,
pero, debajo, cuánta muerte yace".
Antonio Colinas.
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.