Sin duda el regreso del verano no es algo agradable para la mayoría, pero es lo que hay. A muchos de los que, afortunadamente, tienen trabajo supone regresar a la rutina, incluso se habla de síndrome postvacacional, pero seguro que es más duro para aquellos que carecen de él y se enfrentan a más meses de búsqueda desesperada, aun siendo conscientes de que tener uno no implica hoy necesariamente disponer de recursos suficientes, lamentablemente en estos tiempos hay muchos pobres con trabajo.
En los meses anteriores al paro vacacional, oíamos hablar del fenómeno migratorio. Miles de personas que arriesgaban sus vidas para poder llegar a algún lugar donde encontrar las oportunidades que no tienen en sus países de origen. Pero este verano se habló, se sigue haciendo, de refugiados que, junto a los incendios forestales, han sido sin duda los grandes temas.
¿Inmigrantes, refugiados? Legalmente su definición y estatus es muy diferente, pero humanamente no existen grandes diferencias, porque en ambos casos se trata de personas que buscan situaciones que les permitan construir un proyecto de vida digno. De personas que huyen de la guerra, de la explotación, de la pobreza, de la violación de Derechos Humanos Fundamentales.
Una gran mayoría proviene de país otro tiempo "amigos" ahora "enemigos" ¿por quién y hasta cuándo? En mi opinión no se trata tanto de países como de gobiernos cuya corrupta y perversa gestión, en ocasiones apoyada desde el exterior, ha dado lugar a sociedades desestructurados, sumidas en guerras civiles, explotadas y privadas de libertades. Ahora los países europeos deben hacerse cargo de los refugiados de estados porque su codicia y sus intereses estratégicos y políticos los destrozaron tiempo atrás. De aquellos polvos, estos lodos. Por tanto, no se trata de solidaridad pues, como dice el periodista Antón Losada, invocar ahora este argumento es hipocresía ya que es su derecho y nuestra obligación.
Pues sí, todos debemos asumir nuestra parte de responsabilidad, la tenemos, y proporcionar a estas personas las oportunidades a las que tienen derecho. Hasta la fecha los organismos europeos y los Ministros de Economía o Hacienda, debatían los recursos económicos necesarios para hacerlo, pero la magnitud del problema se impone y ahora - ¡por fin! - se trata de personas, de seres humanos a los que es necesario prestar la atención que merecen. Creo que esta puede ser una gran oportunidad para cambiar la imagen que de las sociedades europeas tienen muchos de los que hoy piden asilo, reduciendo así el poder de influencia de los discursos fundamentalistas que alimentan el odio el rencor. Sólo se trata de tratarles como nos gustaría que nos trataran a nosotros y eso, ya se sabe desde muy antiguo.
Espero y deseo que los responsables de los destinos de nuestra Europa tengan altura de miras, visión política, ánimos y decisión para hacer acierta la máxima que afirma: Las personas grandes tienen un PROPÓSITO. Las personas pequeñas sólo tienen deseos. Ojala contemos entre nuestros representantes con muchas personas grandes, porque como dijo Mario Benedetti: El mayor error del ser humano es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.
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