Las Ferias y Fiestas de Salamanca, como las de numerosas localidades, ciudades y pueblos de España, se remontan a un lejano pasado en el que las gentes- poblaciones en su mayoría agrícolas- habían terminado por fin de recoger las cosechas, después de un duro verano de trabajo en los campos, imponiéndose pensar en el descanso y la diversión, como recompensa a tanto trabajo.
En la actualidad la vida de los agricultores es distinta. La de todos es muy distinta; muchos (¡demasiados!) ciudadanos siguen añorando un trabajo, digno, que les posibilite vivir sin sobresaltos, que les permita sentirse útiles socialmente; ese sentimiento que ahora tan poco se lleva, el de ser útiles a los demás, viendo cada día tantas figuras públicas no ya inútiles, sino dañinas socialmente.
Aunque no haya motivos para fiestas necesitamos divertirnos, pasarlo bien, incluso en tiempos difíciles o muy difíciles, como los actuales. La bellísima película LAS MIL Y UNA NOCHE del director portugués Miguel Gomes, (aún no estrenada en nuestro país, pero sí en Francia) lo expresa sabiamente: a pesar de los durísimos recortes económicos que han sufrido los portugueses en estos años, tan similares a los nuestros, es necesario seguir viviendo con la cara alta, con valentía, con alegría. Y esto lo expresa muy bien esa obra de arte de seis horas de duración, que es la película de Miguel Gomes. Mi consejo es que vayan a verla; y si, por algún motivo desconocido no se estrenara aquí, vayamos los salmantinos a verla a Portugal; para eventos menos valiosos hacemos viajes más largos.
Bienvenidas sean las fiestas de Salamanca. Que oigamos músicas, que haya bailes, que corra el vino o la cerveza, que nos riamos con los actores callejeros que animarán nuestras calles. Necesitamos expresar el sentimiento de la alegría de la vida, sin necesidad de ser tontos negando el sufrimiento que existe entre nosotros y no digamos en otras fronteras por las que ahora desfilan miles de refugiados de guerra o de miseria, pidiendo ayuda.
No son incompatibles la Fiestas de Salamanca con la iniciativa que ojalá naciera en esta ciudad para engrosar la red de Municipios españoles que acogerá a una parte de los miles de refugiados, sirios, iraquíes o africanos.
Lo que es incompatible con el bienestar de los demás es el egoísmo individual o colectivo; es ese "sálvese el que pueda" o ese "no hay que meterse en líos de otros".
Pero la diversión, el pasarlo bien, en contra de lo que la iglesia nos ha predicado, "no es pecado", al contrario, es, casi siempre, algo sano y útil socialmente.
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