Desde primera hora, los participantes en la procesión preparan sus trajes para rendir tributo a la Virgen de la Vega
La emoción se apodera de Feli Cañada cada siete de septiembre. Y no es para menos, porque a sus ochenta años sigue sin perder la ilusión por todo lo que gira en torno a la vestimenta charra. Es profesora y fundadora de la Asociación del Traje Charro y, desde primera hora de la mañana, acicala a algunos de los participantes en la ofrenda floral a la Virgen de la Vega. Al principio, el ajetreo es mínimo, pero, a medida que transcurren las horas, el trabajo se le acumula. "Vestiré a unas cuarenta o cincuenta personas", asegura Feli. Tal y como apunta, hace falta alguien que ayude a prepararlas. "Los atuendos que lucen en la procesión no se los pueden enfundar ellas solas, necesitan colaboración, porque estos trajes no son como el de sevillana", explica. Según añade, cada participante se confecciona su propia ropa. Compra el material necesario y después borda los vestidos.
A tenor de lo que asegura Feli, en el caso de las mujeres, la indumentaria es variada. Según afirma la profesora de la Asociación del Traje Charro, entre otros atuendos, está el traje de zagala, el de serrana, el de charra serrana y el de vistas de La Alberca, el más antiguo de Europa. Y, cómo no, durante el tributo a la Virgen de la Vega, también se verá el vestido de charra, que incluye, entre otros complementos, un pantalón bombacho, un jubón, un dengue, una mantilla y unos abalorios. "Son prendas que solían utilizar las mujeres de campo en el siglo XVII", recuerda Feli. Tal y como sostiene, puede tardar hasta dos horas en engalanar a una mujer. Por otra parte, los hombres lucen tres atuendos: el de serrano, el de charro y el de charro armuñés. Y tarda menos tiempo en vestirlos, ya que llevan pocos complementos. "Solo necesitan ayuda con la faja", afirma la profesora y fundadora de la Asociación del Traje Charro.
La afición de Feli por la indumentaria charra se remonta a la niñez. "En casa tenía muchas imágenes de mi abuelo enfundado en el traje", recuerda con nostalgia. Y con dieciocho años empezó a arreglar los atuendos de la sección femenina. En Salamanca, según afirma, el grupo encargado de fomentar la cultura de la provincia realizó una excelente labor. "Obtenía muchos premios", evoca con una sonrisa.
En la actualidad, Feli ejerce como profesora de indumentaria charra en la asociación. Imparte clases a las mujeres que acuden dispuestas a confeccionar sus vestidos. Y no se limitan solo a realizar atuendos típicos de la provincia. "Hacemos la mantilla española y estamos abiertas a otras prendas propias de Europa", asegura. En ocasiones, tal y como señala, acude a convenciones. "Hace poco estuve en Portugal", concluye.