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Lo femenino sagrado
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Lo femenino sagrado

Actualizado 06/09/2015
José Luis Puerto

Dedicábamos ?con el título de "Mariolatrías"? uno de nuestros artículos de agosto a reflexionar sobre las expresiones de religiosidad popular en nuestra cultura tradicional en torno a la figura de la Virgen María.

Volvemos sobre ello, pues ahora de nuevo, en torno a la fecha del 8 de septiembre, fiesta del nacimiento de la Virgen María, tienen lugar en nuestra provincia, al igual que en toda la Meseta y en todo el territorio peninsular, fiestas y romerías marianas muy diversas y en torno a distintas advocaciones.

El catolicismo mediterráneo, particularmente el español, es, desde la perspectiva de lo popular y campesino, muy mariano. Funciona en el imaginario de nuestras gentes ese arquetipo tan universal de la Magna Mater, sobre el que ha dicho Gilbert Durand, el gran estudioso francés de la arquetipología, que en todas las épocas y en todas las culturas "los hombres han imaginado una Gran Madre, una mujer maternal hacia la que regresan los deseos de la humanidad. La Gran Madre es, con toda seguridad, la entidad religiosa y psicológica más universal". En las diversas civilizaciones y culturas, ha adquirido distintas concreciones, como, por ejemplo, las de Astarté, Isis, Afrodita, Cibeles, Rea, Gea, Deméter y otras varias.

[Img #415498]Las gentes, en nuestra cultura mediterránea católica, asocian la figura de la Virgen María a esa Gran Madre, que es, al tiempo, protectora (nosotros hemos visto cómo, en el santuario salmantino de Valdejimena, hombres fornidos, hechos y derechos, levantan el manto de la imagen de la Virgen y meten bajo él sus cabezas) y propiciadora de dos de los bienes que, en una religiosidad popular tan pragmática como la española, más se aprecian: la salud y la abundancia de los bienes de la vida (frutos, ganados, hijos, etc.).

De algún modo, en estas fiestas que nuestras gentes celebran en torno al 8 de septiembre y que tienen como centro la figura de la Virgen María, bajo muy distintas advocaciones, nuestras comunidades (campesinas y urbanas) están subrayando algo que consideran como supremo bien para que la vida pueda seguir manifestándose: la importancia de la mujer, de lo femenino, de la fecundidad?; en definitiva, tales fiestas y romerías están sacralizando lo universal femenino, como elemento protector y dador de vida. De ahí que no sean tan triviales tales celebraciones, puesto que apuntan a un motivo central para la subsistencia de nuestro planeta y nuestra especie: la necesidad de que la vida se cree, se exprese, crezca, se multiplique y, al tiempo, tenga por parte de todos la protección que merece. Podríamos decir que, en tales fiestas y romerías, hay implícita una sacralidad de la vivencia y de la pervivencia; y, en ella, la sacralización de lo femenino es fundamental.

Es muy abundante y hermoso, aún hoy, nuestro folklore mariano relacionado con el 8 de septiembre. Podemos encontrarnos con fiestas y romerías marianas, en estos días, a lo largo y ancho de toda la provincia. Si nos quedamos con ámbitos urbanos, tenemos la Virgen de la Vega, en la propia Salamanca; y la del Castañar, en Béjar.

Preferimos, no obstante, las celebraciones marianas campesinas de estos días. Ahí tenemos la que se celebra en nuestra montaña sagrada de la Peña de Francia; o en Miranda del Castañar, en honor de la Virgen de la Cuesta. O, ya en tierras del noroeste salmantino, la deliciosísima de la Virgen de la Peña del Castillo, en Encina de San Silvestre; o la no muy alejada de la Virgen de los Reyes, en Villaseco de los Reyes. Solo indicamos algunas. Pero hay varias más, todas de un indudable interés, en el sentido que apuntamos.

Lo femenino sagrado es decisivo como eje civilizador y vertebrador de nuestra vida comunitaria. Cuando se agrede tal eje (léase la desgraciada violencia de género, una de las más lamentables lacras de nuestros días), el cosmos civilizador se pone siempre en peligro, pues vive bajo la amenaza de un mal inexplicable.

Disfrutemos estos días de estas deliciosas fiestas y romerías marianas salmantinas. Y, si participamos en alguna de ellas, seamos observadores y captemos sus profundos significados y lo que nos atañen a todos.

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