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Un cuento con ocho colores
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La vida siempre triunfa...

Un cuento con ocho colores

Actualizado 29/08/2015
Ángel de Arriba Sánchez

Me lo contó mi madre.

Sí, ella me dijo que ésta era nuestra historia, así que no es que en este relato se me haya caído el bote de la levadura.

Ya no me acuerdo cuando fue, ni en dónde, ni siquiera si mediaba el día o la noche,de si el sol mordía al mundo o le acariciaba la nieve cuando me hablaba.

Pero le pondré lluvia a estas palabras, pues el canto del agua siempre hace buen eco en el recuerdo.
Y esto sucedió en Babeca, un lugar que he ido haciendo en tardes lluviosas con todos los rincones de la tierra en la que nací: la Sierra de Francia salmantina. Con todos, como digo, y con ninguno en especial.
Ahorraré palabras para contar el noviazgo de una pareja serrana, ya que estaba reglada por la tradición con un protocolo denso y sustancioso como la manteca. Así que a todos los amores les salían las hojas, las flores y los frutos de similar manera que a los manzanos.
Iré a que apenas se casaron, se pusieron a cumplir los recados de la naturaleza, así que enseguida llegó mi hermano mayor. Y ese mismo día el padre primerizo le puso a su oficio de clavador de puntas el traje color ébano de la inspiración, se encerró en su taller toda la noche, y salió al alba con cuna de madera.
No serían muy buenas las tablas, o tal vez no quiso que lo fueran, pues mi madre me contó que esta primera la pintó de rojo.
Después al jovenzuelo carpintero le entró la urgencia de una niña. Los años siguientes llegaron verdes, azules, violetas y amarillos, según la pátina de la cuna que repintaba en cada amanecer.

Sí, fueron años coloridos-me decía mi madre de su recuerdo, pero con voz de escarcha - pero todos varones.

Una noche de octubre hubo un accidente y el pintor de cunas murió. No conoció a mi hermana que nació poco después, y nadie sabe de qué color hubiera pintado aquella cuna, aunque no es difícil de suponer.

Después hubieron de mecer las horas insomnes en días negros.
Años más tarde mi madre sacó de una lata metálica esta foto y me la dio. También un billete azul Zuloaga de 500 pesetas del atijo de su pañuelo, y un adiós brumoso de donde no quería sacarlo.

Y yo me fui a la inmigración a cumplir los encargos de la existencia.

En el coche de línea que me llevaba a la ciudad, remiraba la imagen sepia. Amanecía por los campos de encinas, y yo reñía al joven jinete una cabalgadura caprina con seis cabezas de serpiente y hecha con las raíces de un peral.

Seis cabezas, seis hermanos.
Luego, sobre el banco de un parque de la ciudad, mientras esperaba el tren que me llevaría a la vida que me esperaba, yo le decía al joven de la foto: "Pero hombre, bájate de ahí, no ves que eso trae mala suerte...". Y repetía entre el gorjeo de los pájaros que a lo peor por eso se murió.
A mi padre le decían "El Sordo", pues era duro de oído, esto lo sabía, pero lo que yo todavía ponía en duda era la sordera total del tiempo para atender a nuestras demandas de enmienda.
Y el lector avispado que hasta aquí ha llegado, pensará que a este relato le falta un color, si contamos el previsible de la niña, para cumplir con su título.

Andando el tiempo llegaron un niño y una niña más a la familia, y ambos traían sus cabellos casi albos.

Acaso la vida sea un teatro, un acto sacramental de fatalidad, lucha y gracia, al que asistimos como espectadores esperando la llegada de los ángeles blancos, esos que a veces llegan como a remediar, como en un gesto de paz y de humilde desagravio.

A mi madre, a mis siete hermanos.
Fotografía de cabecera :
Año de 1957. Mi padre Ricardo de Arriba
carpintero y ebanista, sobre la llamada "Serpiente" que acaba de tallar de las raíces de un peral.

Es ésta una figura de cuerpo de macho cabrío y con seis cabezas de bichas

que el diablo cabalga en el acto sacramental de "La Loa", que

cada año, por las Fiestas de Agosto, se representa en

La Alberca, en la Sierra de Francia salmantina.

Imágenes de Galería fotográfica:
Primera: La "Bicha" o "Serpiente" que mi padre tallara en la exposición "El Mal Vencido",
Temporalia II, hasta el 27 de septiembre en la Casa de Cultura de La Alberca.
Resto:
Secuencia del triunfo del bien en el acto sacramental de "La Loa",
La Alberca, domingo 16 de agosto de 2015.

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