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Elogio de Andrés Alén y su cartel estelado
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POR CHARO ALONSO, ESCRITORA, PROFESORA DE LENGUA Y LITERATURA

Elogio de Andrés Alén y su cartel estelado

Actualizado 29/08/2015
Charo Alonso

"Transcendente más allá de lo humano, más allá de la fiesta que goza con su solo anuncio, con su solo cartel, el paisaje eterno de nuestros recuerdos"

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En esta nuestra Salamanca, la Mariseca ondea el fin del verano y prepara la fiesta con silueta de toro, de Feria ganadera, de Glorieta y de cartel en los escaparates del que es mi barrio para devolvernos esa alegría de niños que escapan de los Gigantes y Cabezudos y acudimos todos, un poco avergonzados, a la ofrenda de flores a la virgen chiquita y dorada.

Dorada es la Salamanca sabida de Andrés Alén, dorada de piedra de Villamayor cantada por Unamuno, glosada por los poetas que riman libélulas y los curas que convierten las iglesias parroquiales en museos del alma dormida. La Salamanca de ferias y fiestas que le sirve al alcalde para decir más de lo que dice e invitarnos a las casetas del tapeo de calle, porque cuánto nos gusta la calle a los salmantinos que tenemos una excusa más para salir a ver teatro de calle, conciertos de calle, ruido, globos, sol y estrellas de fuegos artificiales.

[Img #408015]Nadie como Andrés Alén entiende este collage de luces y sombras que es Salamanca. La Salamanca de cofradía, de iglesia, de Monte de los Olivos, de Arapiles rezumando sangre, de cielos estrellados y casas que se miran en el Tormes inmutable en su recorrido hacia Portugal. La Salamanca a jirones de color, de tejados en forma de puzle, de estrellas pintadas, de estatuas que nos devuelven, en la calle, la vocación humanista de una ciudad privilegiada. De una mirada y de una cultura infinitas, Andrés Alén es este año el encargado de anunciarnos y animarnos a la fiesta. Lo hace como sabe, con collages de color que une en un ejercicio artístico bien sabido por esta ciudad que estudia en su taller con la misma devoción con la que busca lo transcendente. Quienes conocen la obra artística de Alén saben bien que es una oración activa, una meditación de color, de forma y de matemática que engarza los fragmentos que componen al hombre para devolvernos a la Unidad perfecta con un creador inasible. Un creador en las estrellas del cielo de la Universidad, un creador en las iglesias doradas de la Salamanca diaria, esa que retrata el pintor y el matemático con las teselas del mosaico de su amor por ella.

Yo a las poetas Ángeles Pérez López y Montserrat Villar les debo el amor y la palabra. La generosidad y el amor a la cultura. Fueron ellas quienes me presentaron a Andrés Alén en la iglesia de mi infancia, convertida en la sala de exposiciones de sus fantásticos cuadros, de sus árboles vivos, de sus estrellas geométricas, de su Salamanca fragmentada, de sus mosaicos y sus Meninas ahítas de color. Recuerdo que apenas pude evitar tocar el tacto pétreo de sus cuadros, láminas de piedra que en su día fueron papel y cartón, materia reconvertida. Como lo somos todos en esta ciudad, materia que vive entre las calles doradas, bajo las estrellas de la cúpula universitaria, al abrigo del río en el que se baña la sempiterna imagen de la ciudad asomada al Tormes. Esa con la que nos invita Alén a gozar de las Ferias y Fiestas de Salamanca. Alto soto tan alto como Andrés Alén. Transcendente más allá de lo humano, más allá de la fiesta que goza con su solo anuncio, con su solo cartel, el paisaje eterno de nuestros recuerdos.

Charo Alonso

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