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Cuando el rito se vuelve pura belleza y devoción
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Fiestas patronales

Cuando el rito se vuelve pura belleza y devoción

Actualizado 27/08/2015
Redacción

CEPEDA | La villa ha celebrado estos días sus fiestas mayores en honor a su patrón, San Bartolomé, con actos tan hermosos como el ofertorio (AMPLIA GALERÍA DE FOTOS)

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Cepeda de la Sierra ha celebrado estos días sus fiestas mayores en honor a su patrón San Bartolomé. Este pequeño y pintoresco municipio de la Sierra de Francia, guarda su arquitectura y tradiciones como verdaderos tesoros que deberían darse a conocer. De hecho se están realizando todas las gestiones para que sea declarado Conjunto Histórico.

El día más importante, el 24 de agosto, Cepeda despertó al son de la gaita y tamboril anunciando a todos los vecinos y visitantes la alegría de su fiesta grande. La celebración de la santa misa se adelantó media hora de lo establecido en el programa pero eso no restó la asistencia de fieles al templo. Una celebración muy emotiva en la que no faltaron las ofrendas y los cánticos.

Danzarines y ramajeras lucían ya sus brillantes trajes y alhajas, dando un colorido muy especial durante toda la ceremonia. Si por algo se caracteriza el ropaje tradicional serrano es por el colorido, pero aquí en Cepeda esta cualidad junto a los diseños de los bordado toman todavía más protagonismo, las horquillas y recogidos son espectaculares, y las chambras lucen exquisitas. También merecen mención los refinados ramilletes que lucen los hombres a modo de tocado, flores que sus madres han elegido y colocado con el fresco de la mañana, elementos vegetales purificadores, tan presentes en los distintos rituales de la Sierra.

La alcaldesa, emocionada, Francisca Ciudad, junto al teniente alcalde, Juan Miguel Curto y concejales vestían también la vestimenta tradicional serrana. San Bartolomé presidía la misa, aunque la verdadera talla cepedana se encuentra estos días hasta finales de septiembre en La Alberca, en la exposición 'El Mal vencido. Santos contra demonios'.

Al terminar la misa comenzó la precesión hasta la Plaza Mayor. Ya el inicio es espectacular por el paisaje natural que se contemplan al salir de la iglesia. Desde allí, por estrechas calles de arquitectura típicas del sur salmantino, entretramoneras y casi extintos esgrafiados, una danzarina comitiva alegra las calles en honor del santo patrón. Primero los niños y luego los jóvenes danzarines y ramajeras acompañados de dos tamborileros, detrás los mayordomos portan a San Batolomé, más allá los fieles. Una de las figuras clave de esta parte del ritual serrano es el 'guión', una suerte de maestro de ceremonias, que dirige, marca los pasos y bailes de los danzantes.

En Cepeda, desde hace 35 años este papel recae en el querido y respetado Antonio Cotuvia, más conocido como 'Cotu' quien heredó esta responsabilidad de su padre, y él lo realiza de modo altruista y con orgullo sano. Entre otras funciones también tiene que ensayar a todos los que quieren participar en las danzas. El ensayo es intensivo y suele durar algo más de una semana. Este año han bailado 30, entre jóvenes y niños, aunque como dice Antonio, cada vez participan menos los hombres, algo que él intenta subsanar animándolos a participar para que la tradición de las danzas perdure. Hubo un tiempo, en el que el 'paleo' lo danzaban sólo hombres.

Llegando a la plaza, los bailes paran, otra vez rostros emocionados, el guión da la orden de recitar una emotiva canción, un romance que forma parte de la lírica popular serrana, y que desde hace siglos ya es himno de aquellos que van a ofrecer sus danzas a su santo patrón:

"El mozo que lleva el ramo / con qué se lo pagaremos? / que lo haga de limosna / como nosotras lo hacemos / El mozo que lleva el ramo / es un valiente goloso / que le come las rosquillas / al ramo maravilloso / Ya voy llegando a la Plaza / ya me va cubriendo el velo / quiero entrar y no me dejan / quiero salir y no puedo."

Alrededor de la plaza los cepedanos se disponen a honrar a san Bartolomé, como testigo el olmo centenario o el 'hijo del que lo fue', un 'negrillo' que lleva dando sombra a distintas generaciones y esta mañana no va a ser menos, es la escalinata en su base el lugar idóneo para contemplar uno de los rituales ancestrales que todavía perduran en la Península.

En su tiempo este ofertorio fue uno de los más importantes de la comarca, ya que Cepeda era un enclave estrátegico entre distintos territorios donde se celebraban importantes ferias de ganado desde la Edad Media, un lugar de encuentro para comerciantes y ganaderos que venían de distintos puntos del reino. Si a esto sumamos que los ofertorios entroncan con rituales paganos de fertilidad de la tierra, podemos imaginar que estamos en lugar donde esta ceremonia tiene especial importancia y se vive de forma profundamente devocional desde hace generaciones.

Este año, se ha establecido el espacio de la ofrenda de una manera ordenada delimitando todo el perímetro, de que esto se cumpla se encarga también 'Cotu' el 'guión'. Uno a uno, cada danzarín y ramajera incluidos niños y niñas se van acercando en fila a su patrón para ofrecer las dádivas. Después lo harán las autoridades y los mayordomos, para finalizar todo el pueblo que lo desee. La devoción que siente este pueblo por su patrón es profunda, se nota en los semblantes y en la actitud de recogimiento. Se ofrenda dinero, sin sobre, son tantos los billetes que por un momento los mayordomos en cierta manera un tanto angustiados requieren de una bolsa o recipiente para ir guardando el dinero que rebasa la bandeja. Una mujer solícita y risueña ofrece su bolso.

A la ofrenda siguen los bailes, que constan del 'picao' serrano, 'el paleo', el vistoso ramo, y 'la botella', esta última integrada en los bailes de Cepeda desde hace sólo unos años, pero que ya se ha convertido en una parte muy esperada, esto es lógico, no sólo por la destreza que necesitan los mozos y niños, también por la conexión especial de este pueblo que tiene con la elaboración del vino.

Es en los bailes cuando se puede disfrutar de la belleza y vistosidad de los trajes tradicionales en su máximo esplendor. Muchos de ellos centenarios, Cepeda posee una colección inigualable de vestimenta y alhajas que saben conjugar de una manera muy elegante, que si se le suma a cierta particularidad en su fisionomía hacen de este rito toda una exhibición de riqueza antropológica.

Una vez terminado el ofertorio, los danzarines y ramajeras se encuentran más relajados y se abrazan entre ellos para darse la enhorabuena. De nuevo la comitiva se pone en orden y comienza la procesión hasta la iglesia para dejar allí hasta el próximo 24 de agosto a San Bartolomé.

Mientras, los demás fieles se acercan hasta el convite con que la Mayordomía agasaja al pueblo. No falta ningún manjar, embutidos, dulces típicos como la vistosa floreta, sangría y licores, todas viandas de la tierra. Este año la Mayordomía la conforman los jóvenes integrantes de la peña Club Social el Cubilete. Estas asociaciones forman parte muy importante de la cultura de este municipio, de hecho el pregón de este año fue protagonizado por la peña que supuestamente se constituyó primero, 'La Cepa'.

Sus tradiciones, su riqueza etnográfica, sus paisajes, su arquitectura, su historia, por esto y mucho más pero sobre todo por la hospitalidad de sus gentes, hacen de este enclave un lugar singular, un tesoro de la Sierra de Francia que todavía está por descubrir y que merece sin ninguna duda que sea declarado Conjunto Histórico para que todos podamos admirarlo como se merece.

TEXTO Y REPORTAJE FOTOGRÁFICO: ROSA GÓMEZ

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