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Hospitalidad a orillas del Tormes
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Por Jaqueline Alencar

Hospitalidad a orillas del Tormes

Actualizado 26/08/2015
Jaqueline Alencar

Porque al final lo que queda es la Palabra; pues aun cuando las personas ya no están quedan sus versos o su prosa dejándonos retazos de sus vidas. Y continúan hablándote a pesar del paso del tiempo y de la distancia

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A medida que nos acercamos a septiembre, la nostalgia se va apoderando de nosotros. El paisaje a orillas del Tormes se va desnudando de los colores del verano. Pero hay algo que no desaparece ni en los momentos más fríos del año, y es el calor de su hospitalidad, de sus brazos abiertos; de su poder de atracción para los que no se resisten ante su belleza. De su contemplación se han tallado bellos versos y se han entretejido los más cautivadores e interesantes diálogos.

[Img #404412]Todas las mañanas lo aprecio desde mi ventana, y ante tanta magnificencia agradezco al Creador hasta por los más pequeños detalles con los que nos obsequia cada día de nuestras vidas. Le agradezco por no tener que estar formando parte de esas columnas de seres humanos que huyen despavoridos hacia Macedonia para luego pasar a los países de la Europa más afortunada. Dicen las noticias que muchos salieron de Siria no solo buscando bienestar económico, ya que tenían una vida acomodada, sino para preservar sus vidas; y buscaron refugio en Irak, donde también los persiguieron, obligándolos a huir nuevamente, esta vez a Turkía.

Agradezco por no padecer el hambre que corroe las entrañas de los niños que se ven arrastrados a deambular sin la esperanza de un puerto seguro. Gracias por no ser blanco de la xenofobia y la falta de una tarjeta sanitaria. Y doy gracias por la Esperanza de un más allá, pero que ya hemos empezado a disfrutar en el más acá.

[Img #404414]Nadie nos puede despojar de la acogida del Tormes. Ni de su imán tan poderoso para atraer la amistad hasta sus orillas. Soy tan afortunada que hasta podré decir: "Yo tenía un piso a orillas del Tormes..." en mis memorias, no las de África sino en las de Tejares. Porque al final lo que queda es la Palabra; pues aun cuando las personas ya no están quedan sus versos o su prosa dejándonos retazos de sus vidas. Y continúan hablándote a pesar del paso del tiempo y de la distancia.

Y Dios nos habla a través de su Palabra. ¿Quién dice que en ella no encontramos buenos consejos y ejemplos a seguir? Hablando de hospitalidad, en la tercera epístola de S. Juan se elogia la hospitalidad de Gayo, uno de los compañeros del apóstol Pablo, y se le elogia cómo atiende a sus hermanos y, más aún, a aquellos que le son desconocidos.

[Img #404413]Buscando, hemos encontrado dos viejos poemas que algunos visitantes a nuestra casa dedicaron a este río, del que uno de sus brazos, que pasa por el molino, se libró de ser convertido en un parque gracias a los vecinos de Tejares que aunaron empuje y recursos para que no se derribara la pesquera. Se nos hubiera mutilado parte de la leyenda del Lazarillo de Tormes. Rebuscando más, surgen numerosas imágenes de valiosos visitantes. Elijo unas cuantas para recordarlos.

Aquí va un poema de la poeta Gloria Sánchez:

EL TORMES... DESDE TU VENTANA

Para Alfredo, Jacqueline y José Alfredo (Los tres del Tormes)

I

Es cierto... desde tu ventana

Se ve que tu río, tu Tormes querido,

Se seca... su paso... se acaba

Y el espacio abierto que regala calma, la paz que ha soñado tu amado poeta,

Te aprieta en el alma

Porque silencioso... quieto...

Su agua, que fue cristalina

Cuando en otro tiempo su caudal cruzaba,

Ahora es opaca, y llora en silencio

Esperando la lluvia que llene su espacio,

Que refresque el alma.

Y en ese día gris, cuando lentamente

Me acerqué a tu casa,

Desde tu ventana, sentí tu sentir,

Y amé suavemente, sin decir palabra,

Al río que a ti te ha robado el alma.

Y me he dado cuenta que tu río querido

Que se está secando,

Aún puede inspirar poesía muy dulce,

A quien te visite y quiera mirarlo... Desde tu ventana.

ll

Comprendo... viajeros, de países dorados

Donde el Sol no falla, que añoréis la tierra

Que no da la espalda,

Y sé que le habláis a ese río Tormes

Que se ha ido metiendo, muy poquito a poco,

En vuestras entrañas.

Un lenguaje extraño, impregnado de amor,

Que solo Él comprende, y que cuando os vais,

Silenciosamente... compartís nostalgia.

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Y aquí otro del colombiano Harold Alvarado Tenorio:

A. P. A.
 
Ocupas el vano de la janela
mientras almuerzo en tu piso
un mediodía, de otoño,
en Salamanca.
 
De repente,
contra la luz de la ventana,
veo el Tormes.
 
Una pareja de jilgueros 
abrevaba en la orilla
y pensé entonces
que aquí estuvo 
Carlos Contramaestre
antes de partir,
componiendo sus últimos poemas.
 
Él, que había conocido,
la fiesta y la gloria del afecto.
 
Él, quien como tú, 
era la misma amistad.
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