De nuevo la imaginación y el ingenio de un hombre sabio y bueno

El 19 de mayo de 2013 un silencio sacudió a la villa de Cantalpino. Armando Moralejo Cabo, de 79 años, partía inesperadamente hacia la tierra de la luz. Su muerte dejó helados a los vecinos y familiares de esta Villa, que vieron y disfrutaron de los gestos, acciones e iniciativas culturales que le convirtieron en un hombre bueno y sabio a lo largo de su vida.

Creador incansable, Armando Moralejo fue atesorando una obra que se puede observar en su museo particular, un espacio cargado de ingenio, lleno de piezas y objetos vinculados a la vida cotidiana de Cantalpino durante el siglo XX.

Aquí está la atmósfera que rodeó a Armando, un mundo impregnado por la imaginación y la destreza de sus manos, para las que jamás hubo secretos en su labor en el terreno de la mecánica.

Estos días de fiestas, la familia de Armando ha decidido honrar su memoria con la apertura al público de las joyas mecánicas y otros curiosos y sorprendentes utensilios que fue atesorando y catalogando durante décadas, un paseo por la historia del motor agrícola, de los aperos de labranza o de las costumbres de los hombres y mujeres de estas tierras de Cantalpino.

La vieja tienda de muebles de la carretera de Arabayona está llena ahora de la creatividad de Armando Moralejo que, una vez alcanzada su jubilación, dedicó su tiempo y empeño a crear hermosas figuras y composiciones con elementos de la mecánica, rodamientos, engranajes y piezas de motores sin ninguna modificación con respecto a su estado original.

Colección de motores

En este espacio se encuentra una extraordinaria exposición de motores de riego fabricados desde principios del siglo XX hasta la década de los 60. Todos ellos funcionan a la perfección gracias a los cuidados y mantenimiento que hasta hace dos años practicaba Moralejo Cabo. Arropan a los motores otros utensilios y maquinaria agrícola que fue restaurando en sus últimos años de vida.

Pero lo verdaderamente sorprendente para el visitante son las obras realizadas a partir de las piezas en desuso de motores. Se trata de verdaderas esculturas de hierro vinculadas a su vocación religiosa, cultural y popular. De ahí, conjuntos como un Nacimiento con todos sus personajes elaborados con tornillos y elementos mecánicos, el don Quijote de la Mancha con su fiel escudero Sancho Panza y el correspondiente molino, un ajedrez, el tíovio, lámparas, un reloj o un atractivo Pinocho entre otras estructuras.

Pero el museo no alberga solo las piezas que él fue engarzando pacientemente. También podemos disfrutar de una colección de fotografías antiguas con escenas de la vida cotidiana cantalpinesa, además de aperos, máquinas de coser, botellas, mapas y un sinfín elementos que a nadie dejan indiferente. Vestigios de un pasado que nos llevan a recordar a este gran promotor cultural, a un hombre sensible a la palabra y a la vida.

Vídeo sobre la exposición de motores realizada en el Ayuntamiento de Cantalpino