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¿Qué hemos aprendido de las guerras?
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DESDE GUADRAMIRO

¿Qué hemos aprendido de las guerras?

Actualizado 16/08/2015
Carlos Javier Salgado

CARLOS JAVIER SALGADO FUENTES / Doctor en Ciencia Pólitica y de la Administración por la Usal

[Img #384293]Este verano se cumple el 70 aniversario del lanzamiento de las primeras bombas atómicas de la historia sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Este hecho aceleró el final de la Segunda Guerra Mundial, que en Europa se dio por finalizada cuando el Ejército Rojo de la Unión Soviética entró en Berlín. El final de esta guerra, la más devastadora de todos los tiempos, abrió el periodo conocido como "Guerra Fría", una constante tensión entre los Estados Unidos y la Unión Soviética con el telón de fondo de la amenaza nuclear. Finalizado ya hace década y media el siglo más belicoso de toda la historia cabe cuestionarse ¿Qué conclusión se ha sacado sobre las innumerables guerras que han asolado la Tierra en el siglo XX?

Las tensiones de la Guerra Fría, que llevaron al mundo al borde del precipicio, amenazado por un holocausto nuclear a escala planetaria, deberían haber hecho al ser humano reflexionar profundamente sobre los peligros de las guerras químicas, así como de los conflictos armados en general. Pero esto no parece haber sido así y, actualmente, Oriente Medio y África se encuentran plagados de guerras, con centenares de muertos cada día, afectando también a algunos de los tesoros más preciados del arte, especialmente en Mesopotamia, donde se han destruido obras y vestigios de civilizaciones que se conservaron durante cientos, miles de años.

Por otro lado, la sofisticación que ha adquirido la guerra en el último siglo hace que el número de víctimas sea enorme en comparación a aquellos periodos de la historia en que la guerra se libraba "a la vista", pues la guerra se ha convertido en toda una industria, el negocio de la muerte. En todo caso, las guerras siempre han sido para quienes las han provocado un negocio camuflado bajo palabras patrióticas o religiosas, una manera de ampliar mercados que, disfrazada tras cuestiones sentimentales, conseguían que el pueblo llano, la carne de cañón de siempre, se lanzase a batirse a muerte por intereses ajenos.

Sea como fuere, los primeros pasos para la industrialización de la guerra se dieron con el inicio de la Primera Guerra Mundial, de cuyo comienzo se cumplió un siglo el año pasado. En esta se empezó a experimentar con las armas químicas y el gas mostaza cobró un papel crucial, no tanto por su efectividad (pues en ocasiones quienes lanzaban el gas se veían afectados por él con el cambio en la dirección del viento) sino por las consecuencias sobre la salud de quienes se veían expuestos a él. La fabricación y uso masivo de obuses marcó un antes y un después en la historia bélica del mundo, así como la sofisticación que comenzó a poseer la aviación, que a la postre ha resultado la principal protagonista en los conflictos armados.

En todo caso, a la Primera Guerra Mundial en la época se le conoció como "la Gran Guerra", debido a que hasta entonces ninguna había sido tan devastadora. Los en torno a 20 millones de muertos o heridos que provocó dicho conflicto bélico suponían una cifra espeluznante para la sociedad coetánea. Sin embargo, dos décadas más tarde, la Segunda Guerra Mundial resultó mucho más sangrienta y, sólo en la Unión Soviética (el país donde más pérdidas humanas hubo en dicha guerra) hubo más de 20 millones de muertos. A ello habría que añadir cuestiones como el holocausto, que provocó más de 6 millones de muertos, en su gran mayoría judíos, pero también de otros colectivos perseguidos por los nazis. Así, la Segunda Guerra Mundial supuso el mayor desastre que ha sufrido la raza humana en toda su historia. Y no solo por la enorme pérdida de vidas humanas, sino también por la pérdida de patrimonio histórico y artístico que se dio en la misma. El bombardeo de las ciudades alemanas provocó la pérdida de emblemáticos cascos históricos conservados desde la Edad Media, mientras que el sitio de Leningrado tuvo como consecuencia la quema de cientos de libros incunables, de valor incalculable, que ardieron en hogueras para evitar la muerte por frío en el duro invierno ruso.

A estas alturas, uno se sigue preguntando cómo estaría este país si Argentina no hubiese aliviado el hambre de la postguerra con su trigo, o si Estados Unidos no hubiese inyectado millones a la economía española en la década de los sesenta

Pero también en España conocemos las consecuencias de las guerras, la Guerra Civil ha sido el principal ejemplo que hemos tenido en el siglo XX, con un reguero de sangre que se tradujo en casi un millón de muertos y otros tantos mutilados y heridos en dicha contienda. Tristemente, uno sigue teniendo la sensación de que no hemos aprendido nada de dicha guerra, y seguimos sin ser conscientes de que la gran perdedora de la guerra fue precisamente España. Muchos talentos se tuvieron que ir al exilio, sin que el país pudiese avanzar con sus conocimientos, las ciudades y pueblos de las zonas de frente quedaron destrozados, perdiéndose patrimonio histórico-artístico y potencial industrial. A ello hay que añadir las numerosas muertes, que provocaron innumerables traumas, familias divididas, destrozadas, viudas, huérfanos, etc., el exilio de muchos niños que estaban destinados a ser el futuro del país y a tirar para adelante de él? En definitiva, dos bandos de españoles, dos bandos con las manos cubiertas de sangre, de la sangre de sus propios paisanos.

A estas alturas, uno se sigue preguntando cómo estaría este país si Argentina no hubiese aliviado el hambre de la postguerra con su trigo, o si Estados Unidos no hubiese inyectado millones a la economía española en la década de los sesenta (precisamente en el contexto de la Guerra Fría para asegurarse una posición anti-URSS de España, ubicando a cambio varias bases militares estadounidenses en territorio español). Pero sobre todo, ¿Qué hubiese sido de España sin guerra civil? Quizá, ante el destrozo de Europa central en la Segunda Guerra Mundial, podríamos estar hablando de que nos hubiésemos llegado a convertir en la locomotora económica de Europa. Sea como fuere, un golpe de Estado nos dejó sin saber la respuesta.

En ocasiones cabe preguntarse lo mismo respecto a los países y zonas donde existen guerras. ¿Qué hubiese sido de África sin los continuos golpes de Estado y guerras que han asolado dicho continente? ¿Y de América Latina? ¿Y de Oriente Medio? Importantes gigantes empresariales europeos y estadounidenses han estado frecuentemente detrás de muchos de los conflictos armados de esas regiones, apoyando el ascenso o la estancia en el poder de ciertas élites locales a cambio de llevarse de dichos países sus materias primas. Y es que, a pesar de todo lo acontecido, las potencias económicas mundiales parecen seguir teniendo un doble rasero respecto al cumplimiento de la defensa de los derechos humanos, sin poner demasiados impedimentos en que se violen cuando hay negocio de por medio. Parece como si a los humanos, el derramar tanta sangre nos haya impedido que ésta nos llegue al cerebro.

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