MACOTERA | El ceremonial se abre con lo que llaman desfile, en este caso las peñas de jóvenes se disfrazan de sofisticados aparejos, que confeccionan con las más variadas jergas plastificadas
Y entramos en las fiestas, y como, en todas las fiestas, la de San Roque se inicia con las vísperas, con un salvedad, que las vísperas de las fiestas de mi pueblo son profanas, sólo tienen de registro religioso las rituales alusiones que se hacen al Santo en el pregón, que se anuncia desde el balcón del Ayuntamiento.
El ceremonial se abre con lo que llaman desfile, en este caso las peñas de jóvenes se disfrazan de sofisticados aparejos, que confeccionan con las más variadas jergas plastificadas, que adquieren en cualquier retal; y, con estos atuendos y el condimento de la jarana y del jolgorio toman la calle y la charanga, que va en cabeza, va llamando a las puertas de los vecinos, para que se asomen a curiosear como disfrutan, se divierten e interpretan la juerga estos jóvenes y más maduros de la localidad. Hay representaciones que hasta hacen gracia, porque exhiben cierto ingenio; y las hay más pesadas, como aquella panda motorizada que se regocijaba echando agua con bombas de presión a la concurrencia: la marcha fue muy sandunguera y de gran contento.
Ya en la plaza, se celebró el solemne y oficial acto de la coronación e imposición de bandas a las damas. Se ceden los poderes las bellezas salientes y entrantes, y toman el relevo en la representación de la juventud en todos los actos programados por los munícipes de turno. Según reza en el programa, las guapas de este año las conforman Ana Bautista Gascueña, reina, y su corte: Ruth García García, Juncal Martínez Zaballos, Irene Caballo Núñez y Eugenia García Bueno.
Estrenan su reinado acompañando al pregonero en el balcón del Ayuntamiento. Tiene la palabra el señor alcalde, que hace la presentación del orador, quien, lenta y pausadamente, va descorriendo el telón que da acceso al comienzo de las fiestas. Este año, el pregonero ha sido Mateo Bautista Bautista, catedrático del Instituto Juan del Encina, de león. Doctor en Historia Medieval- Por lo poco que pudimos captar, pues el murmullo y los decibelios no daban más sí, centró su intervención en el origen de las fiestas patronales como un gesto de gratitud de los pueblos por los frutos y beneficios recibidos del altísimo por la intervención mediadora de un Santo; en nuestro caso, San Roque nuestro protector contra la peste. Señaló que nuestra fiesta es grande, porque se apoya en trespilares esenciales: las peñas, los toros y las tradiciones; y que la fiesta no tendría sentido, si le faltase uno de estos tres alicientes.
El eco expandió, por todo espacio abierto, los consabidos vivas al pueblo, a la Virgen de la Encina y a san Roque.
Finalmente, el alcalde dio su plácet, para que el jolgorio y la buena armonía se adueñasen de todos los rincones del pueblo.