Como cada verano los informativos se llenan con noticias sobre el tráfico, sobre muertos y sobre campañas de concienciación.
Y es que no aprendemos. Seguimos insistiendo en que las multas se ponen para recaudar, en que los cinturones de seguridad molestan, en que los límites de velocidad son para los torpes, y en que somos capaces de conducir y hacer un sudoku a la vez.
No sé si las multas se ponen para recaudar, lo que sí sé es que el miedo a que nos toquen el bolsillo o los puntos es una de las pocas cosas que nos hacen cumplir las normas de circulación.
Que los cinturones de seguridad molestan es un hecho, sobre todo a las mujeres por razones anatómicas obvias, pero también molestan los tacones y los llevamos.
Lo de los límites de velocidad es un tema más complicado debido a que los coches chulos tienen un montón de caballos que tienes que sacar a pasear, si no ¿para qué lo has comprado? Pues lo has comprado porque puedes, para presumir, porque te gusta, o porque los caballos que sirven para acelerar también sirven para frenar, para lo que desde luego no lo has comprado es para utilizarlo como un arma contra los otros usuarios de la carretera.
Mi preferido es el supermán del volante, capaz de llamar por teléfono, poner la radio, usar el navegador y charlar con el ocupante de atrás girando la cabeza mientras asegura que controla perfectamente. Pues me alegro por ti, dona cerebro a la ciencia, pero no conduzcas. Los demás conductores no tenemos tu capacidad mental y no podemos anticiparnos a tu inexplicable próxima maniobra.
Sería extenuante seguir ahondando en un tema tan manido, pero si excluimos el famoso 30% de accidentes mortales provocados por el alcohol, las drogas o los barbitúricos, nos queda un 70 % causado por ¿falta de sentido común?
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