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Teilhard de Chardin, sesenta años
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Teilhard de Chardin, sesenta años

Actualizado 07/08/2015
Xabier Picaza

[Img #376956]Hace sesenta años, en la Pascua del 1955, moría Theilhard de Chardin (1881-1955), segundo por la izquierda, primera línea, una de las figuras más influyentes del pensamiento cristiano de la modernidad.

Había sido biólogo y pensador (teólogo), SJ, especialista en paleontología y antropología. Nació en Francia, ingresó en la Compañía y estudio en Inglaterra, interesándose por orígenes del hombre. Trabajó el Museo de Historia Natural y en el Instituto de Paleontología Humana de Paris, y colaboró con Henri Breuil en Cantabria, España (El Castillo, Puente Viesgo).

Fue camillero en la Gran Guerra (1914-1919) y empezó a publicar sus primeros trabajos sobre el despliegue de la vida (evolución) y el desarrollo espiritual y cristiano de la humanidad: La vida cósmica (1916) y El potencial espiritual de la materia (1919). Siendo ya un especialista, culminó sus estudios de geología, botánica y zoología en la Sorbona, con una tesis sobre los Mamíferos del Eoceno inferior francés (1926).

En ese tiempo (año 1923) realizó un viaje a China y enseñó en el Instituto Católico de Paris. Pero un artículo sobre el pecado original (tema vinculado con la evolución que él defendía) le enfrentó con los superiores de su Orden y con el Vaticano, de manera que se vio obligado a abandonar la enseñanza, regresando a China donde participó en algunos de los descubrimientos paleontológicos más importantes el siglo XX.

[Img #376955]Murió en Nueva York (10 abril 1955), un día de Pascua, como él había deseado. Sus obras, miradas con sospecha por el Vaticano, circularon durante muchos años en ediciones semi-clandestinas.

Ha sido rehabilitado de un modo solemne por el Papa Francisco en su encíclica Laudato Sí: "El fin de la marcha del universo está en la plenitud de Dios, que ya ha sido alcanzada por Cristo resucitado, eje de la maduración universal?En esta perspectiva se sitúa la aportación del P. Teilhard de Chardin;" (Nota 53).

Con esa ocasión, a los sesenta años de su muerte Chardín quiero ofrecerle en este blog mi recuerdo. El tema está tomado de mi Diccionario de Pensadores Cristianos, en cuya portada aparece su imagen después de Santa Teresa, antes de Lutero y Tomás de Aquino. Buena compañía.

1. Una aventura teológica cortada por prohibiciones.

En aquel contexto fue elaborando su sistema científico-filosófico, de fondo religioso, que constituye uno de los intentos más audaces y profundos de explicar el despliegue de la realidad, que él entiende de un modo unitario, desde la perspectiva de la vinculación del espíritu y la materia, que se elevan y despliegan a través de una gran Evolución, buscando cada vez más complejidad y más conciencia. Desde su perspectiva, la creación ha de entenderse como despliegue de una fuerza divina que se va elevando y que dirige todo lo que existe hacia un plano de unidad más alta, que se centra de alguna forma en Cristo. Esta visión chocó con la teología oficial del Vaticano que negaba por entonces la evolución biológica y antropológica y que, con la colaboración de los superiores de la Compañía de Jesús, y que fue cerrando a Teilhard todas las puertas académicas, por lo que tuvo que permanecer casi veinte años fuera de Francia, sobre todo en China, en "misiones científicas" alejadas de los lugares de enseñanza.

El año 1927 le niegan el imprimatur para publicar El Medio Divino. El año 1938 le impiden publicar La energía Humana. El año 1941 envía a los censores eclesiásticos El Fenómeno Humano, para enterarse tres años más tarde (el 1944) que no puede publicarlo. El año 1947 le prohíben escribir y publicar sobre temas de teología? de manera que hasta su muerte sólo pudo publicar algunos trabajos de carácter estrictamente científico.

Las dificultades cambiaron de signo tras su muerte, cuando algunos de sus amigos publicaron las obras, que él no había querido editar y poner al alcance de todos sin el permiso de sus superiores. Sus obras alcanzaron entonces un éxito inmenso, traduciéndose a pocos años varios idiomas.

Como reacción, el 6 de diciembre de 1957 el Santo Oficio ordenó que ellas fueran retiradas de las bibliotecas de los Seminarios y de las Instituciones Religiosas, prohibiendo su venta en las librerías católicas. Pues bien, fuimos muchos los que, en esos años, del 1957 al 1962, leímos con aire de clandestinidad esas obras, descubriendo en ellas una savia evangélica que no encontrábamos en los libros de teología escolástica.

Todavía el 30 de junio de 1962, la Congregación del Santo Oficio escribió un Monitum poniendo en guardia a los católicos sobre las ambigüedades y errores de Teilhard de Chardin (cf. AAS 54 [1962] 526 y OR 148, 30 junio 1962). Pero ya las cosas habían empezado a cambiar. Ese mismo año H. de Lubac publicó un libro a favor del pensamiento de Teilhard de Chardin (La pensée religieuse du Père Teilhard de Chardin, Paris 1962) y a partir de entonces (iniciado ya el Concilio Vaticano II) una parte considerable del mundo católico acogió con agradecimiento admirado la obra científico-religiosa de Theilhard de Chardin, uno de los grandes fenómenos religiosos de mediados del siglo XX.

2. Una obra discutible, pero espléndida, centrada en la Cruz.

Es evidente que el pensamiento de Teilhard de Chardin tiene sus posibles riesgos y se puede criticar o defender con argumentos de tipo evangélico o racional. Pero la forma en que fue condenado por el Vaticano resulta vergonzosa. Se puede discutir el "optimismo" de Teilhard, cuando piensa que todo tiende hacia un final feliz de plenitud, pero no se le puede condenar por postularlo.

Se puede discutir la forma en que vinculaba la evolución científica y el desarrollo mental y espiritual de la vida humana (extrapolando quizá elementos de ciencia en la teología y viceversa), pero lo que él buscaba era algo legítimo y el mismo Tomás de Aquino había elaborado una simbiosis comparable entre filosofía y teología en pleno siglo XIII. En esa línea, la historia de las condenas de Teilhard fue muy injusta y dolorosa. Desde ese fondo, podemos resumir ya algunos elementos básicos de su pensamiento.

a. El descubrimiento de la historia. Vivíamos antes en un mundo estático, con ideas y esencias eternas. Pues bien, la hipótesis de la evolución nos invita a introducir el tiempo dentro de esa realidad estática: todo lo que existe en el mundo conocido está inmerso en un proceso, que puede encontrarse fundado en Dios y centrado en Cristo. A diferencia de la visión anterior del mundo, hecha de esencias inmutables, nos hemos descubierto inmersos en un mundo que se hace, haciéndonos a nosotros mismos en su proceso y desarrollo.

b. Evolución universal. Todo está en proceso, no sólo la vida, sino la materia y el mismo pensamiento humano, incluida la experiencia religiosa. Eso significa que no existe una religión "ya hecha y fijada", sino que el despliegue religioso forma parte de un camino de libertad y amor, que se encuentran vinculados al desarrollo de la complejidad y de la conciencia humana. La evolución de la vida tiende hacia niveles de mayor complejidad y conciencia, en una línea que se c

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