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Juan Soñador
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Por Francisco López Celador (Coronel)

Juan Soñador

Actualizado 03/08/2015
Francisco López Celador

De su espíritu han brotado almas camino de los altares como Sor Eusebia Palomino de Cantalpino

Corría el año 1815 y Europa, después de tanto conflicto ocasionado por la Revolución Francesa, comienza lo que parecía una etapa de tranquilidad. El 16 de agosto, en una pequeña aldea del Piamonte italiano llamada I Bechi, dentro de una humilde familia de campesinos, viene al mundo un niño al que se impone el nombre de Juan Melchor. Aquel que con el tiempo sería calificado como apóstol y maestro de la juventud, antes de cumplirse los cincuenta años de su fallecimiento, fue canonizado con el nombre de San Juan Bosco. Así pues, la familia salesiana de todo el mundo dedica todo este año a conmemorar con multitud de actos el Bicentenario del nacimiento de su fundador. A la edad de dos años, el niño que después sería llamado "Padre de los huérfanos", tuvo que sufrir la muerte del suyo. Nos dice el santo en sus memorias que, a tan corta edad, [Img #287977]recuerda que la gente salía de la habitación del difunto y su madre le decía: "Vente conmigo, hijo mío", y él respondía: "Si no viene mi padre, yo no me voy". Su infancia no fue nada fácil porque en aquel hogar todas las manos eran necesarias, hasta las del pequeño Juanito. Antonio, el hermano mayor, hijo de la primera esposa de su padre, nunca vio con buenos ojos que aquel niño con inquietudes para el estudio, y que según el sacerdote del lugar tenía facultades sobradas para emprender estudios superiores, abandonara las labores del campo y, lo que es peor, ocasionara al hogar unos gastos que no podía permitirse. Para evitar enfrentamientos, el pequeño Juan sale de casa para desempeñar un sinfín de oficios ?cuidando vacas, aprendiz de sastre, zapatero, saltimbanqui, malabarista-. Toda tarea es válida si sirve para alcanzar una meta. El jovenzuelo Juan ya tiene muy claro que quiere ser sacerdote y, consciente de que debe dedicar largas horas al estudio si quiere entrar en el seminario, hace que los días sean cada vez más largos y las noches más cortas. Se juntan el tesón del joven seminarista y los desvelos de su madre, Mamá Margarita, para que, a base de muchas estrecheces, sea ordenado sacerdote en 1841.

Los biógrafos de San Juan Bosco dan cuenta de más de 150 sueños a lo largo de toda su vida. Al principio, el santo no quiso dar importancia a este hecho, pero, con el tiempo, fue dándose cuenta que lo que soñaba, llegado el momento, acababa por realizarse. Es por ello que, venciendo la resistencia que tenía a considerarse protagonista de nada, y por mandato expreso del Papa Pío IX, se fueron recogiendo los sueños, uno por uno. El mismo don Bosco dijo en alguna ocasión:" He llegado a convencerme de que, a veces, la narración de un sueño les hace mayor bien a los oyentes que un sermón". Don Bosco llegó a "ver" en vida la inmensa cantidad de fundaciones que se repartirían por todos los continentes. Incluso tuvo la oportunidad de "presenciar" acontecimientos felices, y otros no tanto, con bastantes antelación. Siendo así don Bosco ¿alguien puede pensar que la presencia salesiana en Salamanca pudo pasar desapercibida para él?

[Img #287978]Ya en su época de estudiante, queriendo ayudar a quien más lo necesitaba, y con la delicadeza necesaria para no ofender a los beneficiados, potenció unas reuniones regulares que casi sin darse cuenta constituyeron una sociedad bautizada como Sociedad de la alegría. Comenzaban acercándose los jóvenes para escuchar cuentos, para jugar y, a la vez, hacer los deberes. Ahí empezó Juan Soñador a implantar el método que tan buenos resultados le daría a lo largo de su vida, y que constituye el santo y seña de la educación en los colegios salesianos: El Sistema Preventivo. En contraposición al método represivo empleado en mayor o menor grado en otros ambientes, Don Bosco formaba a sus hermanos de congregación convencido de que lo más efectivo para educar y ganarse aquellos jovenzuelos sin hogar ni familia, que él acogía en régimen de internado, era amarlos primero con afecto de padre y amigo. Por eso su sistema se basa en la razón, la religión y la amabilidad. Para esos niños, fruto del ambiente de una ciudad como Turín que pasaba por una fuerte crisis económica y de valores, Don Bosco anhelaba una formación que los devolviera a la calle, transformados en honrados ciudadanos y buenos cristianos. Lo que comenzó siendo un Oratorio festivo se ha convertido en una congregación con más de 15.000 religiosos repartidos por 132 países. Siguiendo la filosofía de su Fundador, la Congregación Salesiana ha puesto en marcha en nuestra Región una fundación para la ayuda de jóvenes en dificultades ?abandonados, inmigrantes, parados, los pequeños "ninis", etc.- apoyada por organismos oficiales y particulares, con el nombre de "Fundación Juan Soñador".

Sor Eusebia Palomino

De aquellos primeros sueños de Don Bosco ya hay una Familia Salesiana compuesta por más de 25 ramas, extendida por todo el mundo, de cuyo seno han brotado almas que ya están en los altares, otras que están en camino ?la beata Sor Eusebia Palomino, de Cantalpino- y multitud de personalidades que han descollado en diferentes ramas de la sociedad.

Los que tuvimos la gran suerte de ser educados en un colegio salesiano ?soy antiguo alumno de "Los mondas"- guardamos lo que en el Ejército se llama "espíritu de Arma", es decir, un estrecho lazo de unión con los que fuimos compañeros de clase y un cariño muy especial por aquellos profesores que no se separaban de nuestro lado ni para jugar al fútbol; que, por añadidura, impartían esas asignaturas que no venían en ningún libro pero que han sido la base sobre la que hemos edificado nuestra personalidad. Cuando se me habla de traumas de colegial, debe confesar que, además de una sólida base cultural, lo que de persona comprometida en la fe y cumplidora de los valores cívicos pueda haber en mí, se lo debo a mi paso por el colegio María Auxiliadora de Salamanca.

Aprovechando el Bicentenario del Nacimiento de Don Bosco, e interpretando que Salamanca y los miles de alumnos que hemos pasado por este colegio, debemos tanto a este Juan Soñador, sirvan estas letras como sentido homenaje al querido San Juan Bosco, formulando el deseo de que, cuando llegue el Tricentenario, otras personas se encarguen de recordarlo.

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