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De Wittgenstein a Gödel
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De Wittgenstein a Gödel

Actualizado 01/08/2015
José Ramón Serrano Piedecasas

Decía, sábados atrás, que mi poeta favorito es Paul Celan y lo es por adentrarse, arrastrado por sus palabras, en terrenos fronterizos. Solo los buenos poetas saben hacerlo. Solo algunos elegidos vislumbran la existencia de otros lenguajes y por lo mismo de otros universos y de otras "realidades".

El primer Ludwig Wittgenstein, el del Tractatus, decía: el pensamiento es una somera representación de la realidad y la realidad es aquello que se puede describir con el lenguaje. Ergo pensamos con palabras y las palabras, solo ellas, construyen, identifican y hacen inteligible todo aquello que nos rodea. "Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo" ("Die Grenzen meiner Sprache bedeuten d[Img #371780]ie Grenzen meiner Welt"). En negrilla "mi" para los crueles e ignorantes partidarios del pensamiento único. Hay más lenguas, claro está, y cada una de ellas encierra una diversa carga valorativa en cada uno de sus sustantivos. Por ejemplo, el término "honor", su significante: ¿es el mismo en Suecia que en Arabia Saudita? (Léase a Hilary Putnam, "Mind, Language and Reality", 1975). Pero no estamos ahora hablando de lenguas, más bien de lenguajes. Hablamos del lenguaje humano expresado con gestos, fonemas y sintaxis hoy distintos, no obstante, idénticos en su origen. (Léase a Chomsky: "Current Issues in Linguistic Theory", 1970). Sí, hay otros lenguajes, los místicos, los artistas, los poetas, algunos matemáticos y cuatro locos más lo saben. Wittgestein lo sabía también.

Por eso Bertrand Russell, atado al miope positivismo de la Escuela de Viena, le excomulgó.

Wittgenstein fue, en los hechos, un agnóstico respetuoso con la razón, con el actual desarrollo del córtex cerebral. Por eso nunca osó escribir sobre ética, se limitó a hacerlo sobre lógica matemática y filosofía del lenguaje. "De lo que no se puede hablar hay que callarse". ("Wovon man nicht sprechen kann, darüber muß man schweigen"). Pocos años después aparece en escena uno de los pensadores más conspicuos de la mundial ciencia, Karl Gödel. Este lógico matemático con 12 años de nacionalidad Checa, con 23 austríaco, alemán a los 32 y por fin a los 42 norteamericano. Un paranoico desarraigado que murió de extenuación en Princeton al negarse a comer por temor a ser envenenado. Einstein decía al final de su vida: "no me importa la investigación, me importa poder acompañar a Gödel en sus paseos?." Pues bien, Gödel construyó un famosísimo teorema: el teorema de la incompletitud. ¿Y qué dice? Dice, de otra manera, lo que Wittgenstein insinuaba. Es decir: " A) Si el sistema es completo no es coherente; b) la consistencia del sistema no puede demostrarse desde el interior de ese sistema" O sea: ningún relato, sea o no científico, es consistente. La consistencia se proporciona "desde afuera". Diría Wittgenstein: "desde algún otro lenguaje". ¿Quizás la ética nunca por él mencionada? Así creo, quiero decir razono, seamos sensatos, basta de hogueras y de inquisiciones, basta de censores, de campos de exterminio y de guetos?Nadie, pero nadie está en posesión de la verdad.

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